Es noticia
Cómo aprender a venderse
  1. Alma, Corazón, Vida
  2. Pase sin Llamar
Sonia Franco

Pase sin Llamar

Por
Sonia Franco

Cómo aprender a venderse

Pocos días antes de que Barack Obama venciese en las elecciones a la presidencia de Estados Unidos, Matt Bai, corresponsal político de The New York Times,

Pocos días antes de que Barack Obama venciese en las elecciones a la presidencia de Estados Unidos, Matt Bai, corresponsal político de The New York Times, publicaba un interesante artículo titulado Still Waiting for the Narrator in Chief ('Todavía esperando al narrador en jefe'). Su tesis es que si Obama ha estado a punto de ser uno de los pocos presidentes de Estados Unidos no reelegidos para un segundo mandato no ha sido por su gestión, sino por no saber contarla.

Bai se pregunta por qué un brillante orador como el primer presidente negro de Estados Unidos, que venció la primera vez gracias a una oratoria capaz de ilusionar a millones de estadounidenses, decidió, en cuanto tomó posesión del puesto, no contarle a la gente lo que iba a hacer. No sólo no vendió logros como la política exterior o la reforma sanitaria, sino que se negó incluso a recordarles a los americanos la desastrosa herencia económica recibida de su antecesor en el cargo. Esperemos que haya aprendido la lección.

Rajoy nunca se ha caracterizado por ser un buen orador, pero eso no le libera de la necesidad de tener un buen discurso. Desde el minuto uno del partido, sabía que su presidencia iba a ser la más dura, plagada de recortes y sacrificios para todos. Y los ciudadanos, votantes del PP o no, lo sabíamos también. Entonces, ¿por qué no aprovechó para vendernos que los sacrificios son más que una mera imposición de Merkel? ¿Por qué no contarnos que forman parte de una hoja de ruta que no sólo llevará a España al fin de la crisis, sino a tener un futuro mejor? Hubiésemos estado encantados de creérnoslo por el mismo motivo que los catalanes parecen dispuestos a comprarle a Artur Mas el cuento de la lechera de la independencia: por sentir que nuestro país tiene un porvenir, una esperanza de que los que nos lideran sepan cómo sacarnos del abismo. Pero esa es otra historia.

De los líderes a la vida diaria

Y ahora apliquémonos el cuento nosotros mismos. Cuando llegamos a nuestro puesto de trabajo actual, ¿qué hicimos? Me imagino que la gran mayoría responderá lo mismo: aprender deprisa y trabajar duro. Pasaron los días, las semanas, los meses, los años… Algunos ascendieron, la mayoría no. A algunos se les reconocieron sus logros, a la mayoría no. Algunos se sienten satisfechos con el feedback que reciben de sus jefes, la mayoría no.

¿Qué podríamos haber hecho para mejorar las cosas? Lo mismo que Obama y Rajoy: vender nuestro trabajo mejor. Ya lo sé, ya lo sé: no somos unos pelotas ni unos trepas de esos que se pasan el día colgándose medallas o haciéndole la rosca al jefe. De hecho, despreciamos profundamente a los compañeros que lo hacen. Pero ni tanto ni tan calvo: hay formas de poner en valor nuestro trabajo sin caer en los excesos que tan poco nos gustan.

¿Cómo? Lo primero y más importante es valorar nosotros mismos lo que hacemos. Si cogemos un lápiz y un papel y hacemos balance del último año, casi con total seguridad nos saldrán dos o tres cosas más o menos importantes que hemos hecho y de las que nadie se ha enterado. Sin embargo, gracias a ellas hay sistemas que funcionan mejor, salió adelante un determinado proyecto o nuestro jefe subió enteros en una presentación ante la cúpula de la empresa. ¿Por qué dejar que pasen desapercibidas? Si lo hacemos, no nos extrañe que otros se cuelguen la medalla que nos corresponde. Y cuando lleguen los despidos o los ascensos estarán en mejor posición que nosotros. Ni hablar.

Bai acaba el artículo diciendo: “Unas elecciones no son el veredicto final sobre una filosofía de Gobierno u otra, sino una señal de que los votantes están dispuestos a escuchar lo que tienes que decir. Una vez en el puesto, la historia que cuentes sobre y al país no es esa actuación apenas tolerable que te distrae de tu trabajo de ser presidente. Es, en gran medida, la presidencia en sí misma”.

Nosotros ya tenemos el empleo. Lo estamos haciendo razonablemente bien. Ahora hagámoselo saber a los demás. Y tomémonoslo no como un marrón, sino como una parte imprescindible de nuestro trabajo. Porque lo es.

Pocos días antes de que Barack Obama venciese en las elecciones a la presidencia de Estados Unidos, Matt Bai, corresponsal político de The New York Times, publicaba un interesante artículo titulado Still Waiting for the Narrator in Chief ('Todavía esperando al narrador en jefe'). Su tesis es que si Obama ha estado a punto de ser uno de los pocos presidentes de Estados Unidos no reelegidos para un segundo mandato no ha sido por su gestión, sino por no saber contarla.