Es noticia
Qué es mejor, ¿ser imprescindible o pasar desapercibido?
  1. Alma, Corazón, Vida
  2. Pase sin Llamar
Sonia Franco

Pase sin Llamar

Por
Sonia Franco

Qué es mejor, ¿ser imprescindible o pasar desapercibido?

Queridos lectores: me caso. Y me marcho tres laaaargaass semanas a Australia, a disfrutar del verano austral. No lo digo para daros envidia. Ni por iros

Queridos lectores: me caso. Y me marcho tres laaaargaass semanas a Australia, a disfrutar del verano austral. No lo digo para daros envidia. Ni por iros avisando de que este blog se cierra por luna de miel hasta el 25 de enero (que también). Sino por compartir con vosotros una inquietud: ¿Qué es mejor, que en mi empresa me echen de menos y estén deseando que vuelva o que mi ausencia pase inadvertida?

A priori, parece más inteligente que a uno le sientan imprescindible, ¿no? No nos olvidemos de que quienes intentan pasar desapercibidos normalmente son los escaqueadores, las personas que jamás se arriesgan, los que nunca toman una decisión y los que sólo aspiran a hacer lo justo y necesario para salir del paso y cobrar a fin de mes. O sea, las personas que primero son prescindibles. Claro que ser imprescindible tiene muchos riesgos. Un excompañero de trabajo me dijo hace unos años una frase que me preocupó:

–“Tu trabajo debe ser muy ingrato, porque se te nota más cuando no estás que cuando estás. Cuando faltas, nada funciona”.La mejor receta para que a uno no le echen de menos cuando no está es que el equipo esté bien engrasado

Por un lado me sentí halagada pero, por otro, muy preocupada. La pregunta era: ¿estaba haciendo bien o mal mi trabajo? La realidad era que en aquel momento estábamos en pleno lanzamiento de una nueva empresa y los mecanismos no estaban engrasados aún. Pero cogí el mensaje y me las arreglé para que hubiese alguien consciente de cada tarea que yo realizaba al día para que nada fallase la próxima vez que yo no estuviese. Así fue.

Otro de los problemas de hacerse imprescindible es el riesgo de estancamiento profesional: si nuestros superiores están tan contentos con nuestro trabajo y seguros de que nadie puede sustituirnos, ¿para qué ofrecernos otras oportunidades profesionales? Flaco favor le estamos haciendo a nuestra carrera.

La mejor receta para que a uno no le echen de menos cuando no está es que el equipo esté bien engrasado. Si uno se anticipa, planifica y deja instrucciones precisas, todo debería ir sobre ruedas. Incluso en caso de crisis, si la empresa cuenta con un buen plan de contingencias no debería pasar nada (si la tuya no lo tiene, puedes proponer que se elabore). Lo bueno es que, si ha habido una, cuando vuelvas te lo cuenten como una anécdota, sin que tu ausencia haya sido un drama.

De lo que no hay que tener miedo es de que las cosas funcionen sin uno, porque eso es síntoma de tener un gran equipo, ergo de estar haciendo bien el trabajo.No hay que tener miedo es de que las cosas funcionen sin uno

Si ser imprescindible queda descartado y pasar desapercibido, también, ¿qué hacer? Para empezar, encontrar el término medio entre las dos situaciones. Conocer muy bien el valor que uno le aporta a la organización, estar seguros de que estamos haciendo el trabajo que espera la empresa de nosotros (eso implica pedirle feedback al jefe) e intentar que nuestra labor hable por sí misma. Esto es más sencillo para las personas que tienen posibilidad de tener un impacto en la cuenta de resultados y más difícil para los que trabajamos con los famosos intangibles. Ahí entran aspectos como ser proactivos, plantear no sólo problemas sino también soluciones… Y un factor del que ya hemos hablado en este blog: hacerle saber a quién corresponda lo que estamos haciendo para que pueda valorarlo (saber vendernos). Es decir, que se nos note.

Bien pensado, me voy a ir tranquila de luna de miel. Si he hecho bien mi trabajo, las cosas funcionarán bien en mi ausencia. Con un poco de suerte, mis compañeros sólo se acordarán de mí para imaginarme buceando en la gran barrera de coral o de copas por Melbourne. Y mi puesto de trabajo me estará esperando a la vuelta.

¡Os deseo unas muy felices fiestas y un estupendo 2013!

Queridos lectores: me caso. Y me marcho tres laaaargaass semanas a Australia, a disfrutar del verano austral. No lo digo para daros envidia. Ni por iros avisando de que este blog se cierra por luna de miel hasta el 25 de enero (que también). Sino por compartir con vosotros una inquietud: ¿Qué es mejor, que en mi empresa me echen de menos y estén deseando que vuelva o que mi ausencia pase inadvertida?