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'Millennials', el mundo está hecho una mierda y la culpa es vuestra
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Álvaro Rigal

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Álvaro Rigal

'Millennials', el mundo está hecho una mierda y la culpa es vuestra

La guerra generacional viene fuertecita

Foto: "¡Soy viejo y no me gusta el mundo!".
"¡Soy viejo y no me gusta el mundo!".

'Millennials: dueños de la nada' es el título de una columna de opinión firmada por Antonio Navalón en 'El País' que ha cabreado a un montón de gente esta mañana. Y con razón. La cuestión no es que un señor semidesconocido haya escrito un artículo muy mal enfocado (esto es prácticamente rutina diaria en España), sino que este en concreto ejemplifica un discurso que está por todos lados y que básicamente viene a decir que los jóvenes de hoy son unos vagos y unos egoístas.

A pesar de que quienes pontifican desde su pedestal se presentan como agudos analistas de un candente problema de nuestra sociedad actual, todos sabemos que este discurso es más viejo que la tos. Hace 2.500 años ya estaba Platón pegando voces ("¿Qué les pasa a nuestros jóvenes? No respetan a sus mayores, desobedecen a sus padres, ignoran las leyes, su moralidad decae") y antes que él había estado Sócrates ("Los jóvenes de hoy tienen manías, desprecian a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros"). Y así siglo tras siglo, algunos con especial talento, como Enrique Santos Discépolo, autor del fantástico tango 'Cambalache', cuya letra nos explicaba que en el recién nacido siglo XX todo era una mierda comparado con lo anterior.

Es verdaderamente cómico que una generación se queje de la siguiente cuando precisamente ellos han sido los responsables de su educación. Dice el señor Navalón que "no existe constancia de que los jóvenes de hoy hayan nacido y crecido con los valores del civismo y la responsabilidad". Lo que nunca dice ninguno de estos señores que braman contra los chavales es: "Hemos fracasado como generación al no ser capaces de inculcarles los valores importantes durante su etapa de formación".

Es también bastante alucinante que se acuse a los 'millennials' de no escuchar ("¿Vale la pena construir un discurso para aquellos que no tienen en su ADN la función de escuchar?", se pregunta atormentado nuestro heroico columnista) desde un texto de opinión que naturalmente está cerrado a comentarios. Si hay algo que diferencia claramente a dos generaciones distintas de periodistas que publican 'online', es que los jóvenes están acostumbrados a leer comentarios y opiniones en redes sociales sobre su trabajo, mientras que los mayores no contemplan la posibilidad de dedicar un segundo a leer ese tipo de mensajes. ¡Mala suerte, amigos columnistas, el monopolio de la opinión pública ya no es vuestro!

"Me encantaría conocer una sola idea 'millennial' que no fuera un filtro de Instagram o una aplicación para el teléfono móvil", continúa este pobre hombre desorientado. Hola, ¿qué tal un puñado de empresas tecnológicas cuyos servicios utilizan diariamente cientos de millones de personas en todo el mundo y que están transformando radicalmente nuestra forma de comunicarnos y las relaciones personales, económicas y laborales?

Francamente, todo este discurso es ridículo, pero está tan aceptado lo de "cualquier tiempo pasado fue mejor", que creo que merece la pena seguir un poco más a ver si con suerte se van tapando un poquito. Fenomenal lo de los estudiantes del mayo francés con los adoquines, en serio, ningún problema. "Encarnaron un salto cualitativo y social". A tope con eso. Pero por lo visto esto ya no pasa. La profunda transformación de la sociedad española en cinco años desde el surgimiento del 15-M no debe tener suficiente épica. Para qué vamos a comentar que los fenómenos políticos más peligrosos para nuestra convivencia, los que amenazan con destruir todo lo bueno construido en el siglo anterior, son la victoria de Trump y la victoria del Brexit, conseguidas a golpe de voto anciano. No es de extrañar que los jóvenes tengan que respirar profundo cuando les llueven las leccioncitas de los que les acusan de no saber hacer nada con sus propias manos y 10 minutos después les están llamando porque no saben adjuntar un documento en un 'e-mail'.

El caso de don Antonio Navalón ya es de dos orejas y vuelta al ruedo, porque resulta que este hombre en concreto se pasó sus años mozos pillando comisiones en los negocios de Mario Conde o Ruiz-Mateos y ahora está en la lista de morosos de Hacienda. ¡Vamos ahí, la juventud emprendedora y con ideas construyendo un mundo mejor! Ese dinero ganado con el sudor de su frente lo mueve ahora Navalón en nobles inversiones, como la petrolera de Zandi en Sudán, donde intenta enriquecerse a base de explotar un país sumido en la guerra y la miseria junto a su amigo Juan Luis Cebrián. Es loable que saque un rato todos los domingos para explicar a los chavales que son unos inútiles desde las páginas de 'El País'.

Pero, bueno, como una cosa bonita que puede hacer una generación es aprender de los errores de la anterior, no generalizaremos y vamos a señalar una obviedad: no todos los de su edad se apuntan a este discurso sobre los jóvenes. Algunos todavía conservan la curiosidad para mirar a su alrededor e intentar entender el mundo. Ahí están los ejemplos recientes de Joaquín Estefanía o Belén Barreiro.

Cosas que nos preocupan más que los 'likes'

Vamos a ver, casi nadie lo tiene fácil en la vida. Cada generación ha tenido sus retos y sus obstáculos, y los 'millennials' están peleando por superar los suyos. No parece mucho pedir que, al menos, no se les insulte mientras lo intentan.

Porque estando todos los jóvenes tan hartos como están de que les digan que lo que más les preocupa en la vida son los 'likes' en las redes sociales, vamos a terminar esto dejando unas cuantas cosas claras.

Los 'millennials' han entrado en la edad adulta heredando un mundo roto por la mayor crisis de las últimas décadas, que ha destrozado el mercado financiero y el inmobiliario. Una crisis que no han causado ellos, sino la generación de sus padres.


Los 'millennials' tienen que conseguir ingresos para subsistir de forma independiente en un mercado laboral donde reina la precariedad, navegando entre contratos fraudulentos, bajas de sustitución, falsos autónomos, horas extra no pagadas y abusos de todo tipo. "Bueno, aquí firmas que trabajas cuatro horas al día, pero necesitamos que trabajes 10. Si no te interesa, tú mismo, tengo a 20 como tú en la puerta". Los mismos que te dicen que nada es gratis en la vida son los que quieren pagarte en 'experiencia'.

Los 'millennials' son los que aguantan que les digan que quieren vivir del aire, que tienen "todos los derechos y ninguna obligación" mientras se tienen que mudar al extranjero y perder el contacto con sus familias y sus amigos en busca de algo parecido a unas condiciones de trabajo como las que tuvieron sus padres.

Los 'millennials' son los que sufren burlas por quedarse hasta los 28 en casa de sus padres mientras viven en un país donde los precios suben, los salarios bajan, los alquileres están por las nubes y los bancos exigen de entrada una cantidad imposible de ahorrar.


Los 'millennials' son los culpables del parón demográfico, y se les exige que tengan hijos y levanten un proyecto vital sin saber si el mes que viene seguirán teniendo sueldo. Mientras tanto, se dejan el dinero en un tercer máster que no servirá para entrar en un buen puesto porque los señores de los despachos confían más en las referencias personales y el enchufismo a la hora de contratar. "¿No te sale nada, hija? ¿Seguro que has buscado bien?", escuchan mientras tienen las pestañas quemadas de mirar Infojobs y la cabeza como un bombo después de tomarse el enésimo café con el amigo de un primo de tu padre que tiene un negocio y a lo mejor te puede meter sin cobrar al principio pero, bueno, ya eso es algo, ¿no, hija?

No sé, a lo mejor todo esto les está quitando el sueño a los jóvenes mucho más que cuántos 'likes' ha tenido su última foto en Instagram.

'Millennials: dueños de la nada' es el título de una columna de opinión firmada por Antonio Navalón en 'El País' que ha cabreado a un montón de gente esta mañana. Y con razón. La cuestión no es que un señor semidesconocido haya escrito un artículo muy mal enfocado (esto es prácticamente rutina diaria en España), sino que este en concreto ejemplifica un discurso que está por todos lados y que básicamente viene a decir que los jóvenes de hoy son unos vagos y unos egoístas.

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