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El economista "vendido" a Soros y Putin explica por qué lo hace (y todo lo que va mal)
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Esteban Hernández

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El economista "vendido" a Soros y Putin explica por qué lo hace (y todo lo que va mal)

Steve Keen ha sido acusado de conspirar a favor del líder ruso y del multimillonario. Ha explicado sus razones en un artículo y sus conclusiones son muy preocupantes

Foto: Activistas húngaros tratan de quitar un cartel gubernamental sobre George Soros. (Bernadett Szabo/Reuters)
Activistas húngaros tratan de quitar un cartel gubernamental sobre George Soros. (Bernadett Szabo/Reuters)

Steve Keen es uno de los economistas más interesantes de la actualidad. Lo cual no es difícil, la verdad, porque casi todos ellos dicen lo mismo: comparten un esquema cerrado de pensamiento en el cual introducen pequeñas variaciones que tratan de vender como enormes diferencias. Keen es un heterodoxo, en parte porque la escuela de la que proviene, el neokeynesianismo, está vetada en los ámbitos académicos.

El economista australiano acaba de publicar un artículo en el que se defiende de las numerosas acusaciones que se han vertido sobre él: es un vendido a Putin, porque es entrevistado por 'RT' y en ocasiones escribe para el medio ruso; es un esclavo de Soros y difunde la palabra del conspirador por excelencia, porque su investigación fue financiada por el Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico (INET) creado por el multimillonario. Es visto con buenos ojos por Murdoch, que le pagaba por escribir una columna semanal para 'News Ltd'; y además publica su próximo libro con una editorial Alt-Right. Desde luego, lo tiene todo.

Una conspiración implica que 'ellos' saben lo que están haciendo. Pero he conocido a sus protagonistas y ninguno tiene ni idea

Keen asegura que eso no le convierte en un agente cuádruple del mal, sino en alguien que está “cuatro veces cabreado con un montón de gente que intenta comprender el mundo desde las teorías de las conspiraciones”. Y no porque niegue la existencia de estas, “que existen”, sino por algo más profundo, que pone de manifiesto uno de los males más acuciantes de nuestro sistema. Lo que Keen rechaza “es la suposición implícita de que los conspiradores entienden el sistema que intentan manipular”.

Conspiradores torpes

Hay muchos teóricos de la conspiración que aseguran que la crisis financiera de 2008 fue causada voluntariamente y en beneficio propio por Soros, la Reserva Federal, los fondos de cobertura y los economistas académicos, pero Keen lo refuta. “Esa afirmación implica que 'ellos' sabían lo que estaban haciendo. Pero, perdónenme, he conocido a muchos de estos protagonistas y con algunos he trabajado durante 30 años. Y, excepto George, ninguno tiene ni idea. Incluso aquellos que estaban conspirando activamente, como muchos fondos de cobertura durante la burbuja subprime, lo hacían utilizando teorías completamente engañosas sobre cómo funcionaba realmente el sistema”. En aquellos casos en los que las conspiraciones funcionaron, como el ataque de Soros contra la libra esterlina en 1992, fue porque alguien desafió el conocimiento convencional de aquellos que creían saber perfectamente cómo operaban las cosas. Soros fue a contracorriente y les demostró que estaban perdidos en su mar de certezas.

La historia de los últimos años es la de unas élites ciegas que solo piensan en sus intereses y que han perdido toda capacidad de análisis

Las afirmaciones de Keen son perturbadoras porque señalan claramente el problema. Quienes están al frente de nuestro sistema tienen escasa relación con la realidad. Poseen el poder necesario para hacer que las cosas funcionen, pero sólo mientras los hechos reales no vengan a interferir. La historia de los últimos años, en múltiples aspectos, desde la crisis económica hasta Medio Oriente, pasando por el Brexit o la llegada al poder de Trump, tienen que ver con unas élites ciegas, que sólo piensan en sus propios intereses y que han perdido la capacidad analítica. Buena parte de esa responsabilidad proviene de haber excluido la crítica del sistema, y que economistas como Keen, y como tantos otros, hayan sido enviados a los márgenes, allí donde pueden escribir pero nunca serán oídos. Pero no es un mal de la economía, es una constante. En el mundo de la política, del pensamiento, de la estrategia, y de tantos otros sectores, únicamente se escucha aquello que ratifica lo que las élites piensan. Y ocurre también con la prensa.

La BBC está mucho más preocupada por tener presentadores guapos y gráficos sofisticados que por abordar los graves problemas económicos de nuestro mundo

A la hora de discutir su alianza con los maléficos planes de Vladimir Putin para destruir la democracia occidental, Keen asegura que su presencia en 'Rusia Today', el medio de comunicación que los rusos utilizan para difundir información a todo el mundo, se debe simplemente a que allí puede contar sus teorías y exponer sus razones de una manera mucho más rigurosa que en los medios occidentales.

Preguntas estúpidas

Su experiencia con la BBC, afirma a este respecto, ha sido muy frustrante, porque la cadena británica únicamente estaba interesada en difundir las teorías que defendían, de modo que invitaban a quienes las ratificaban y, cuando contaban con voces discordantes, era en un marco comunicativo que impedía toda exposición racional. Las preguntas que le formulaban eran absurdas o estúpidas, asegura Keen, y es normal, porque la cadena “está mucho más preocupada por llenar el tiempo con gráficos sofisticados y atractivos bustos parlantes (masculinos y femeninos) que por abordar realmente los graves problemas económicos de un mundo sometido a grandes desafíos”.

Si puedo ayudar a fortalecer a Rusia como un eje de poder que sirva como contrapeso a la influencia de EEUU, lo haré

El economista australiano añade un tercer punto a su razonamiento, que supone toda una advertencia para estos tiempos. Y que refleja un estado de cosas que puede instalarse pronto en nuestra sociedad. Parece que la opinión pública no acaba de darse cuenta de que lo que se llama globalización ya no es un fenómeno monolítico, en el que una potencia mundial, EEUU, impone la dirección ayudada por su socio privilegiado, la UE. Más al contrario, estamos en un entorno donde la geopolítica vuelve a ser importante y en el que dos potencias están intentando ganar espacio e influencia. Una es China, cada vez más fuerte, y la otra es Rusia. Se ha acusado a Putin de interferir en Occidente, y es cierto, ya que está jugando las mismas cartas que se emplearon con él. La UE es un territorio del que Putin espera que cambie la actitud hacia su país, y para ello está intentando encontrarse con líderes y colectivos que vean con buenos ojos, ahora que Trump y EEUU ya no nos consideran tan aliados como antes, que los europeos tengamos una relación más cercana con Rusia.

El líder bipolar

En este contexto, lo que dice Keen es que si puede ayudar a fortalecer a Rusia como un eje de poder que sirva como contrapeso a la influencia de EEUU, lo hará. “Es algo positivo. Prefiero tener una batalla bipolar (o tripolar) por el dominio global entre dos (o más) superpoderes, que un mundo unipolar con una sola superpotencia, que además tiene al frente a un líder bipolar”. Lo que viene a decir Keen no debería desecharse, porque señala un cambio en las sociedades europeas: hay sectores que piensan, ya que están perdiendo en el entorno global, y ya que los líderes occidentales están empeorando las cosas en lugar de mejorarlas, que quizá sea mejor encontrarse con nuevos aliados, aunque sea coyunturales.

En definitiva, lo que Keen expresa en su refutación a las conspiraciones no es tan difícil de entender: cuando un sistema funciona mal, es fácil que exista el descontento y que haya quienes lo aprovechen.

Steve Keen es uno de los economistas más interesantes de la actualidad. Lo cual no es difícil, la verdad, porque casi todos ellos dicen lo mismo: comparten un esquema cerrado de pensamiento en el cual introducen pequeñas variaciones que tratan de vender como enormes diferencias. Keen es un heterodoxo, en parte porque la escuela de la que proviene, el neokeynesianismo, está vetada en los ámbitos académicos.

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