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Mark Zuckerberg no quiere presidir EEUU, quiere ser su nuevo señor feudal
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Mark Zuckerberg no quiere presidir EEUU, quiere ser su nuevo señor feudal

El autor sostiene que los planes del CEO de Facebook son convertir su país, y allá donde expanda su poder, en una especie de sistema medieval sustentado bajo el aparato de las relaciones públicas

Foto: Una sociedad conectada en red. (iStock)
Una sociedad conectada en red. (iStock)

La era de las marcas políticas alcanzó su punto culminante en Estados Unidos con Barack Obama, y su grado máximo de perversión con Donald Trump. Ahora no es otro que Mark Zuckerberg quien quiere aprovechar esta especie de momento bisagra, donde las emociones y pasiones políticas se han antepuesto a cualquier otra consideración, para imponer su modelo. Ello explica su reciente viaje por Estados Unidos y la cantidad de esfuerzos por explicar públicamente que su plataforma defiende la democracia tras las polémicas por las noticias falsas que inclinaron la campaña presidencial. Presentado inocentemente en buena parte de los análisis como una carrera hacia la futura presidencia, lo cierto es que los planes del CEO de Facebook son algo más ambiciosos: convertir su país, y allá donde expanda su poder, en una especie de sistema feudal sustentado bajo el más eficaz aparato de las relaciones públicas.

Digamos que, eliminadas las grandes guerras fruto de la conexión económica global, en el presente la batalla por el meme se ha convertido en la continuación de la política por otros medios. Y esa es precisamente la lucha pacífica que quiere ganar Zuckerberg para justificar un modelo de negocio que trata de acabar con toda competencia. Lejos de aspirar a un puesto político, lo único que busca Zuckerberg para organizar la sociedad de acuerdo a sus preferencias empresariales es legitimidad. No es baladí que propagandistas como David Plouffe, ex asesor de Obama, hayan sido contratados para gestionar la política de la Chan Zuckerberg Initiative, la fundación filantrópica de Mark Zuckerberg y su esposa Priscilla Chan.

Sus planes son superar la fidelización de consumidor hacia una marca por la dependencia de toda la sociedad hacia una empresa, la suya

No obstante, para entender sus intenciones conviene recurrir a la historia de las relaciones públicas. No fue otro que Ivy Lee, consejero personal de John D. Rockefeller, quien le propuso mejorar su imagen a través de la creación de una fundación filantrópica, con la que ademas se ahorraba unos cuantos millones al fisco. Comenzó en el siglo XX una campaña para establecer el pensamiento social que anhelaba el capitalismo industrial: la bondad de la acumulación de la riqueza, e incluso la mejora de la raza a través del darwinismo social o la eutanasia social de los pobres. Sin embargo, cuando Rockefeller estableció esta distopía capitalista no tenían ni los medios tecnológicos para llevarlo a cabo, ni tampoco en sus días gozaban de la absoluta legitimidad pública —legitimidad porque nunca fue elegido electoralmente—. Más de un siglo después, la industria de las ideas ('think tanks', agencias de relaciones públicas, lobistas, abogados corporativos…) ha racionalizado los dogmas del mercado hasta tal punto que confiamos, de igual forma que si fuera un fenómeno mágico, en la posibilidad de que un empresario con el único fin de extraer todo el valor posible de una sociedad la organice de acuerdo a su intereses privados. ¿Cuál es este modelo que tiene en mente el CEO de Silicon Valley?

Del filantrocapitalismo al filantrofeudalismo

Facebook ejerce tal influencia sobre nuestro pensamiento y la forma en que sentimos y apreciamos que la realidad se ve minada antes siquiera de que nos demos cuenta. Ahí radica precisamente el poder que tiene sobre sus usuarios, es decir, casi dos mil millones de la población mundial. La conexión entre forma de organizar una sociedad y el conocimiento del que esta dispone es realmente intrincada. En la economía de mercado, el marketing se caracterizaba por fidelizar al consumidor, que ya no era siquiera un ciudadano. Lo que Zuckerberg plantea es la ‘disrupción’ total del marketing para alcanzar el retorno de la inversión (Return of Investment, en términos publicitarios) más eficiente posible. Es decir, los planes de Facebook son superar la fidelización de consumidor hacia una marca por la dependencia de toda la sociedad hacia una empresa, la suya. Y aquí entra en acción el plan de uno de los tipos más peligrosos de nuestro tiempo: la filantropía.

Como señalaba un artículo de 'Techcrunch', “si quieres curar todas las enfermedades y educar a el planeta, vas a necesitar la ayuda del gobierno, incluso si eres tan rico como Mark Zuckerberg”. Tanto es así que la Casa Blanca se asoció recientemente con la Universidad de Stanford y la Iniciativa Chan Zuckerberg para co-organizar un evento que se centró en el uso de la tecnología y la innovación para abordar cuestiones como la pobreza, la desigualdad y la inmovilidad económica. En tanto que el capitalismo ha cambiado de piel, también los han hecho los 'robber barons', como se les llamaba a los filántropos de entonces. Hoy, esos son Bill Gates o Mark Zuckerberg, pero con una salvedad: los medios a su disposición, la inteligencia artificial o la biométrica, para culminar los ideales de Rockefeller ya están disponibles gracias al progreso técnico.

Los planes de Facebook son superar la fidelización de consumidor hacia una marca por la dependencia de toda la sociedad hacia una empresa, la suya

No es una conspiración el ataque contra Bill Gates por ejecutar la eugenesia mediante su financiación de los anticonceptivos. En el caso de Facebook, que en 2015 destinó 3.000 millones a “curar todas las enfermedades del mundo”, sus intenciones no son otras que suplantar al estado del bienestar asociado a las era keynesiana del que realmente todos los ciudadanos dependemos por un sistema feudal que este mismo controla. Del mismo modo, la fundación de Zuckerberg trata de diseñar la educación que transformará el futuro mediante la personalización de esta. Desde la financiación de escuelas privadas en África donde no existe un profesor real, sino un mentor que pronto podrá ser automatizado, hasta el apoyo del magnate a las llamadas AltSchool, escuelas que tratan de desempeñar a través de algoritmos todas las actividades digitales un aula. La retahíla es mucho más amplia e incluye también la iniciativa de Chan Zuckerberg, que invirtió en una compañía india para enseñar ciencias y matemáticas a los estudiantes a través de una aplicación.

Cómo Facebook de privatizará cada momento

La filantropía ofrece un señuelo perfecto para penetrar en la dinámica de la privatización hasta el punto de que, como señalamos, esta desemboca en la dependencia. Por un lado, Zuckerberg evita que su dinero se destine a las arcas públicas mediante impuestos. Por otro, aprovecha la cantidad que supuestamente dona al cambio social para especular con alternativas de sanidad y educación privatizadas mucho más eficientes que cualquier política pública, vaciadas de presupuestos y muchos menos con la capacidad de innovación tecnológica de los monopolios digitales. Además, con todos los datos recopilados de la opinión pública almacenados en la nube, Facebook tiene la capacidad de procesarlos en sus sistemas de inteligencia artificial para establecer un monopolio de los datos, gracias a los cuales puede proveer buena parte de los servicios de un futuro donde los bienes materiales cada vez tienen menos peso en la economía.

En el futuro, el negocio de Facebook no será la publicidad, sino la oferta de servicios personalizados que consumimos a través de internet cada segundo. Es algo así como la extension de las dinámicas del mercado a cada momento de nuestro día a día desde que nacemos hasta que morimos. En un estadio tan avanzado como en el que este sistema se encuentra, las distopías que en otro tiempo hubieran sido concepciones descabelladas, hoy en día son acogidas como si fueran parte del sentido común de nuestra época. Tratando de superar el estadio de la propaganda política tanto de la era industrial como de aquel momento en donde los Chicago Boys nos convirtieron en maquinas de votar al mercado con la libre elección de consumir cada día, la nueva economía de servicios digitales no solo altera la forma en la que nuestro conocimiento se formula, sino también las posibilidades entre distintas elecciones del mercado: tenemos la libertad de consumir cualquier servicio, mientras este sea proveído por Facebook.

En la era digital, donde la estructura social se privatiza hasta su ultimo reducto, la libertad es cada vez más un servicio

Junto con Google, Microsoft y Apple, Facebook posee el bien más preciado que ha creado el se humano: la información sobre sí mismo. Los mismos datos que organizados de forma comunal podrían llevarnos hacia una emancipación real y al progresivo abandono del trabajo físico, están siendo extraídos cual diamantes para ser almacenados por tres o cuatro compañías de Silicon Valley. Esta "nueva clase" a la que se refería el sociólogo Alvin Gouldner tiene el monopolio del saber, y por tanto el poder de usarlo para esclavizar a las criaturas del mundo bajo los cantos de sirena de mejorar sus vidas. Una nueva adaptación de la ‘societas perfecta’ aristotélica que nos hace volver a tiempos similares a la Edad Media, donde los emperadores (hoy, unas cuentas corporaciones privadas) recibían el encargo divino del Papa a través de títulos jurídicos para la adquisición de todas las tierras del reino, aunque esta vez sin necesidad de cruzadas. En la era digital, donde la estructura social se privatiza hasta su ultimo reducto, la libertad es cada vez más un servicio que debe adquirirse en el mercado para poder ser consumida. ¡Y lo están haciendo con nuestro permiso, con cada uno de nuestros “me gustas”!

La era de las marcas políticas alcanzó su punto culminante en Estados Unidos con Barack Obama, y su grado máximo de perversión con Donald Trump. Ahora no es otro que Mark Zuckerberg quien quiere aprovechar esta especie de momento bisagra, donde las emociones y pasiones políticas se han antepuesto a cualquier otra consideración, para imponer su modelo. Ello explica su reciente viaje por Estados Unidos y la cantidad de esfuerzos por explicar públicamente que su plataforma defiende la democracia tras las polémicas por las noticias falsas que inclinaron la campaña presidencial. Presentado inocentemente en buena parte de los análisis como una carrera hacia la futura presidencia, lo cierto es que los planes del CEO de Facebook son algo más ambiciosos: convertir su país, y allá donde expanda su poder, en una especie de sistema feudal sustentado bajo el más eficaz aparato de las relaciones públicas.

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