Tribuna
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Una RED educativa para saltar al futuro
Estoy convencida de que todo el sistema de juventud puede y debe ser parte de esta medida de apoyo, sobre todo de la infancia y los menores en una situación más vulnerable
Verano de 1990. Los días eran infinitos. En el campamento 'scout', respirábamos aire fresco, hacíamos actividades deportivas y educativas:. 15 días sin padres que sabían a gloria. Recuerdo la olimpiada del campamento porque realicé una gesta inigualable: gané a todos los niños y niñas de mi categoría en natación en la presa de un río. Nunca había ido a clases de natación ni nadado en un río.Todavía tengo la medalla de madera pintada color oro.
Como a tanta gente, me preocupa cómo está afectando la crisis del coronavirus, no solo desde la perspectiva de salud pública y económica, sino también social. Esta semana, anunciaba la ministra de Educación y Formación Profesional un importante acuerdo con las comunidades autónomas para mantener la duración del curso escolar en junio. Durante la comparecencia, que seguí con interés, me iba surgiendo una propuesta que, por mi experiencia reciente, quiero plantear.
Una de las medidas que ha puesto encima de la mesa es que “una vez finalizado el curso, durante el verano, las administraciones organizarán o apoyarán la realización de actividades de refuerzo voluntarias combinadas con actividades lúdicas, contando con el concurso del voluntariado y el contacto con los centros educativos y sus docentes”.
Quiero hablar aquí como ex directora general del Instituto de la Juventud (Injuve), porque estoy convencida de que todo el sistema de juventud puede y debe ser parte de esta medida de apoyo, sobre todo de la infancia y los menores en una situación más vulnerable.
Hay un tejido social juvenil que no se puede desaprovechar porque tiene una experiencia muy importante para 'este verano de desescalada'
Los organismos de juventud de las comunidades autónomas, las entidades juveniles, consejos de juventud, las escuelas de tiempo libre, las casas de juventud y oficinas de información juvenil… En España, tenemos un amplio tejido de organizaciones con un enfoque para la juventud muy preparado y acostumbrado a trabajar en educación no formal. Una red acostumbrada a trabajar las competencias transversales (las que son imprescindibles), a trabajar los veranos, a trabajar con un compromiso social fuera de dudas. Hay un tejido social juvenil que no se puede desaprovechar porque tiene una experiencia muy importante para 'este verano de desescalada'. Una RED para no dejar caer a los niños y niñas que están en una situación más vulnerable. Una RED para sostener la alegría de los niños y las niñas después de meses confinados en casa. Una RED para apoyar educativamente y que no queden niños y niñas atrás.
Por eso propongo una RED que, en realidad, es plan: Recuperación Educativa Divertida.
Instituciones como la Unesco destacan la flexibilidad que ofrece la educación no formal y cómo permite desarrollar un aprendizaje a medida para cada persona. Es un modelo flexible, porque está abierta a cualquier origen, edad o interés. Es una educación voluntaria, cuyo objetivo es el aprendizaje puro.
En el sistema de juventud, son especialistas en educación no formal: tienen las metodologías, tienen a los profesionales, tienen la energía y el compromiso social y, sobre todo, son capaces de ser flexibles y trabajar con presupuestos muy ajustados (¡lo llevan haciendo tantos años!).
Además, es un sistema con muchas redes implantadas en lo local porque, por supuesto, los ayuntamientos y los centros escolares tienen mucho que aportar para que un programa de estas características salga bien.
Básicamente, lo que propongo es sumar al Programa VECA, que tiene como objetivo ofrecer a menores en situación de vulnerabilidad campamentos de verano, actividades y ocio inclusivo y garantizar —en ausencia de las becas comedor por las vacaciones— una alimentación sana y equilibrada durante el periodo estival, el Programa RED para trabajar las competencias del currículo que decidan las autoridades educativas y adaptarlo al trabajo de la educación no formal este verano, que, con toda seguridad, se va a tener que reinventar.
Como directora general del Injuve, trabajé codo con codo con responsables de juventud desde distintos ámbitos y perspectivas. Impulsamos el Proyecto Reconoce, para poner en valor la experiencia del voluntariado que trabaja en el ámbito del tiempo libre educativo, para sensibilizar al tejido empresarial y a la sociedad en general sobre las competencias adquiridas por el voluntariado y para mejorar la empleabilidad de los jóvenes. Solo las tres organizaciones juveniles impulsoras del proyecto aglutinan en toda España a cerca de 15.000 personas voluntarias. Las competencias en políticas de juventud, como las educativas, están en manos de las comunidades autónomas y estoy convencida de que el binomio educación y juventud para poner en marcha un programa como el que propongo sería muy beneficioso para todos, sería más eficaz y sería posible.
Añado también que en las universidades hay miles de jóvenes que no han podido finalizar sus prácticas educativas presenciales y hay miles de jóvenes en ciclos formativos de grado medio y grado superior de servicios socio-educativos, etcétera que podrían reforzar su aprendizaje este verano colaborando con el programa. También recuerdo que hay un tejido económico de empresas de educación de tiempo libre que también se está viendo afectado por el confinamiento. Coordinación y flexibilidad.
Verano 2020. No soy ingenua. Sé que hablo desde la incertidumbre del escenario de una pandemia mundial, de un mundo nuevo desconocido, de una estrategia de desescalada inédita, donde la salud pública está por encima de todo. Pero, como dijo Alan Kay, “la mejor forma de predecir el futuro es inventarlo”. Ojalá que la mayoría de los niños y niñas de nuestro país puedan recordar el verano de 2020 con el cariño con que yo recuerdo el de 1990. De eso va esta propuesta. De una red que nos ayude a saltar al futuro.
*Ruth Carrasco Ruiz fue directora general del Injuve (2018-2020) y es profesora.
Verano de 1990. Los días eran infinitos. En el campamento 'scout', respirábamos aire fresco, hacíamos actividades deportivas y educativas:. 15 días sin padres que sabían a gloria. Recuerdo la olimpiada del campamento porque realicé una gesta inigualable: gané a todos los niños y niñas de mi categoría en natación en la presa de un río. Nunca había ido a clases de natación ni nadado en un río.Todavía tengo la medalla de madera pintada color oro.