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Cesc Fábregas lima asperezas con la Roja

“Eres fundamental para el futuro”, le dijo a Cesc un alto dirigente de la Federación Española de Fútbol durante una cena la semana pasada en Londres

Cesc está llamado a ser básico en el futuro de la Selección Española (EFE)

“Eres fundamental para el futuro. Iniesta, Ramos y tú sois la base sobre la que evolucionará la Selección”. Son palabras dirigidas a Cesc y pronunciadas por un alto dirigente de la Federación Española durante el transcurso de una cena la semana pasada en Londres. Hasta la capital británica se desplazó una delegación de Las Rozas para convivir durante unas horas con algunos de los internacionales españoles que viven en el Reino Unido. Los posos negativos que dejó el pasado campeonato del mundo tratan de ser restablecidos para lo que se aproxima en los próximos meses. La continuidad de Vicente del Bosque obliga a recuperar ciertas relaciones, cerrar heridas y reubicar esfuerzos. Una de las básicas, la de Fábregas. O así lo entiende la cúpula de mando federativa.

Brasil’14 apuró a una generación que se había ganado por derecho (y por resultados) defender el título alcanzado cuatro años antes en Sudáfrica. Era el momento definitivo para honrar a la mejor compañía de futbolistas de nuestro balompié. Y así lo consideró el seleccionador que apostó por repetir,casi de memoria, una lista de citados de la que se cayeron con cierta injusticia Jesús Navas y Arbeloa. El objetivo era dar continuidad a un colectivo que había encadenado tres títulos consecutivos en una hazaña histórica. Con razón, Vicente estimó que era una lista continuista. Otra cosa resultó la convivencia. Los arañazos en forma de malos resultados salpicaron al grupo y al entrenador. Los críticos momentos vividos con Xavi, Piqué o Fábregas son la herencia de comenzar perdiendo, de continuar perdiendo y de culminar con la necesaria y obligada situación de retorno.

El día a día en Brasil no resultó tan idílico. De esta manera lo dibujó el seleccionador en una conferencia ofrecida en Santander. Pero Del Bosque, que merecía y debía continuar, era consciente de que el momento imponía ofrecer la pausa de la calma. Exponer públicamente los problemas acaecidos no conducía a nada. Ni reforzaba a nadie. Mejor, el clásico 'pelillos a la mar' para sumar y seguir. Los sinsabores que penetraron en un grupo irreducible ya ha dejado las secuelas de Xavi y Alonso, a falta de más confirmaciones. El del primero es el único error que admite el técnico. No informarle previamente de su suplencia ante Chile todavía recorre la conciencia del salmantino. Contarle al mismo tiempo que al resto que lo dejaba fuera del once inicial como primer sacrificado (el otro fue Piqué) resultó un gesto determinante para gran parte del vestuario. Ni Xavi merecía ser ninguneado ni Vicente lo pretendía, aunque la resultante acabara siendo otra.

Del Bosque mantuvo con Cesc durante un entrenamiento un cambio de impresiones tan habitual y cotidiano en el día a día laboral como excelsamente se contó. El hombre tranquilo aún se sorprende con las mayúsculas puestas a algo no de hábito, pero sí probable. Pero todo lo escrito y radiado ha traído consecuencias tan determinantes que ha forzado a los ejecutivos a desplazarse a Londres para limar las opiniones contrapuestas que rodearon el asunto. Fábregas concluyó el campeonato chingado con el máximo responsable y ese análisis alcanzó el ático federativo. La administrativa de la Selección, María José Claramunt, ideó el recorrido para compasar el compás del buen hacer. Los comentarios y las críticas que escuchó durante el torneo forzaron a la dirigente a reflexionar y a provocar la reunión para calmar algunos ánimos soliviantados. Con la información en la mano, el entrenador, con buen criterio, optó por no hacer una maleta de cuarenta y ocho horas y decidió delegar en sus ayudantes y en quien representa la burocracia del grupo. Además, la mano izquierda de Villar, la derecha vive en Tenerife, no se perdió el encuentro.

El desarrollo de la Roja pasa por encontrar el mejor relevo generacional posible. La continuidad de Casillas es un hecho, rubricada con la titularidad determinada por Ancelotti, con lo que mantendrá el brazalete en la Roja, que no la capitanía de facto. Iker sigue siendo el más veterano pero ni tiene arraigo en el colectivo ni se ha ganado la confianza del grupo. Cae bien, pero la gente considera que ni se moja ni pelea lo suficiente por los bienes comunes. Vamos, que va a lo suyo. Es histórica la frase que le lanzaron frontalmente hace años: “Chico, estás para algo más que para levantar las Copas”, le dijeron en una reunión en la que se negociaban las primas de los futbolistas.

Por eso, y con el conocimiento de la dirigencia, el núcleo duro que presenta la Federación es el formado por Sergio Ramos, Andrés Iniesta y Cesc Fábregas. Son tres expertos, con centenares de partidos en la mochila y con el ánimo para triturar a quien no reme en el mismo caudal. Es la cúpula de mando que pretende el poder con personalidades bien distintas. Si Sergio es el carácter y Andrés la reflexión, Cesc ha sido elegido por lo que representa en el campo. Su estancia en el Chelsea le ha devuelto la confianza suficiente para entender que es uno de los importantes, allí donde habite. Y así se lo han hecho saber. La conclusión es clara: Fábregas, tras la ida y vuelta fallida en el Barça, vuelve a sentirse necesario. La Roja espera todo de él. Se aguarda que prepare el paso adelante, sin fisuras que provoquen aquello de que es muy bueno pero no termina de ser indiscutible. La FEF le brinda que lo sea.

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