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Rumbo Inversor

Atención a los bonos sénior 'non preferred'

Empezaron los bancos franceses y cada vez más entidades han emitido este tipo de deuda. En España comenzó el Santander y la semana pasada le siguieron BBVA y CaixaBank

Un ejecutivo, haciendo cuentas. (iStock)

El nombre de los activos de inversión es muy relevante. Este conocido vídeo explica con mucho humor cómo se pudieron vender tantas hipotecas de mala calidad ('suprime') de Estados Unidos por todo el mundo.

El problema fue que los inversores no sabían qué estaban comprando. El envoltorio y los atractivos nombres de los productos financieros cumplían su función. Se vendían como churros. El desenlace final fue el habitual en el sector financiero: quien recibe el dinero gana, el que vende el producto financiero también, el que gestiona las inversiones también y el que invierte en el activo pierde.

Otro ejemplo de título con nombre que suena bien y cuya seguridad es inferior a lo que parece son las conocidas emisiones preferentes. Tras estos casos es sorprendente que la nueva clase de deuda con capacidad para absorber pérdidas de los bancos europeos se llame deuda sénior 'non preferred'. Esta vez no es que se utilice un nombre demasiado bonito (para nada lo es), sino que es engañoso y se ha elegido así deliberadamente.

Para cumplir con la nueva regulación, los bancos necesitan emitir mucha deuda subordinada con capacidad para absorber pérdidas en las resoluciones bancarias. De esta manera, en el futuro los contribuyentes no tendrán que asumir el coste de rescatar una entidad, serán los inversores en estos bonos los que perderán su dinero. El quebranto de estos bonistas es el que saneará las cuentas de los bancos en esas situaciones.

Es evidente que esta deuda debería pagar un interés muy alto porque el riesgo de perder toda la inversión es significativo. En esta tesitura los bancos, el supervisor bancario y sus asesores se encontraron con dos enormes obstáculos. El primero es que no hay suficiente base inversora con interés de invertir en deuda subordinada de este tipo y el segundo es que el coste para las entidades sería muy elevado.

Entonces ocurrió algo mágico. Alguien tuvo la brillante idea de llamar bono sénior (por definición no subordinado) a un título que realmente es subordinado e intentó vendérselo a los inversores conservadores con tipo de interés bajo. Y resultó. Empezaron los bancos franceses y cada vez más entidades han emitido este tipo de deuda. En España comenzó el Santander y la semana pasada le siguieron BBVA y CaixaBank.

¿Cómo es posible? Gracias a los conflictos de interés. Grandes inversores que gestionan enormes cantidades de dinero de otros (de sus clientes o de clientes de terceros) se mostraron dispuestos a invertir en deuda con capacidad para absorber pérdidas siempre que ésta sea catalogada como deuda sénior. A pesar de conocer el riesgo, tienen dos motivos para hacerlo.

El primero es la necesidad imperiosa de obtener algo más de rentabilidad en un entorno de bajísimos tipos de interés y el segundo aparentar bajo riesgo para meterlos en carteras conservadoras que vender a sus clientes. Hay quienes pueden invertir en deuda sénior pero no en subordinada (por folleto, estatuto, reglamento, etc) y quienes no quieren reconocerle a los dueños del dinero que están invirtiendo en deuda subordinada. Por otro lado, no debemos olvidar que muchas de las grandes gestoras de activos pertenecen a grupos financieros y están directamente controladas por bancos interesados en que estas emisiones prosperen.

Para que quede claro, los bonos sénior que absorben pérdidas ('non preferred') en caso de resolución o concurso de acreedores están subordinados a la operativa comercial de las entidades (depósitos de clientes, pagarés, deudas con proveedores, liquidaciones pendientes con otras entidades, posibles responsabilidades causadas por su actividad, etc) y a la deuda sénior ordinaria. Aunque tengan prelación de cobro frente a acciones, CoCos (bonos contingentemente convertibles) y otra deuda subordinada, se encuentran subordinados a la inmensa mayoría del volumen del pasivo (deudas) de las entidades financieras.

Con la nueva normativa de absorción de pérdidas, en caso de quiebra o resolución, estos bonos tienen pocas posibilidades de valer algo. A pesar de que hay varios estratos de subordinación, lo normal para sanear las entidades es aprovechar todo el colchón posible que absorba pérdidas sin tocar aquellas deudas que estén al nivel de los depósitos y de la actividad ordinaria (lo que se quiere salvar).

En España afortunadamente la ley del mercado de valores ha catalogado la deuda sénior 'non preferred' como activo complejo y no es fácil colocárselo a los particulares directamente. Sin embargo, a través de fondos conservadores, fondos de fondos perfilados (los de mayor patrimonio en los bancos), fondos de pensiones y otros productos el ciudadano de a pie se acaba convirtiendo en propietario último de este nuevo tipo de deuda bancaria.

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