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Los Chichos dicen adiós tras cuatro décadas de 'apartheid' cultural
El legendario grupo de rumba zanja una carrera marcada por la marginalidad pop y el boicot a las cintas de gasolinera. Traca final en el Viña Rock
Españoles: Los Chichos se retiran. Y lo hacen por todo lo alto: con una gira de despedida que aterriza este fin de semana en la madre de todos los festivales celtibéricos (por longevidad y aforo): el Viña Rock. O cuando la turbamulta rockera, punkarra y hiphopera se quita el sombrero para despedir a unosmitos de la rumba cañí.
Bienvenido sea el aplauso de la chavalada; no obstante,el homenaje a Los Chichos(y a la rumba quinqui) llega tarde para compensar agravios culturales pasados. Peor aún: no es que llegue tarde es que, más allá de ciertos ambientes, pocos se han enterado del adiós de una de las mayores glorias del pop nacional de los últimos cuarenta años. Y esto quizá tengamás de descripción objetiva que de hipérbole.
¿Cuánto le debe el pop español a Los Chichos? Hablan los expertos:
“¡Les debe muchísimo! No solo porquesin ellos no existirían ni Camela ni Estopa o porquelosraperosSoloLosSololoshayansampleado,sino porquesu cancionero de amor y marginalidad conectócon las clases más humildes delos años setenta y ochenta con una intensidad a prueba de modas y décadas. Su música es un insuperable ejemplo de cómo combinar sofisticación y popularidad, arreglos elaboradosy argot de calle.Todoslosque admiran al Bobby Womack de Across 110th street deberían admirar aLosChichosde Yo, el Vaquilla, cuenta el crítico musical Nando Cruz a este periódico.
En efecto, elpop español les debe “muchísimo”, palabra que también utilizael crítico Luis Troquel. “Probablemente ningún otro grupo español ha generado tanta escuela, estética y musicalmente. Escuchar hoy aLosChichoses como ver el mejor cine neorrealista. Parece imposible que cuando se habla delosgrandes autores de canciones españolas de la segunda mitad del siglo XX, no se mencione, con honores, a Jero”, cuenta Troquel, que no olvida al mítico compositor de Los Chichos, que dejó el grupo en 1990, inició una carrera en solitario y murió en 1995 tras caerse del balcón de su casa de Entrevías (se habló de depresión y suicidio).
Su cancionero de amor y marginalidad conectó con las clases más humildes de los años setenta y ochenta
Hay muchos motivos que explicarían la falta de reconocimiento cultural de Los Chichos, pero en este artículo vamos a centrarnos en uno: las cintas de gasolinera -reino de Los Chichos, Los Chunguitos y otros maestros de la rumba- nunca se contabilizaron en las listas de ventas. Bienvenidos a toda una conspiración pop, involuntaria e inconsciente, pero tan dañina como un ataque ex profeso contra nuestro soul/folk gitano.
Motivos al margen, el hecho es que el boicot a las casetes cercenó el reconocimiento cultural de los rumberos: pocos artistas vendieron más en la España de los setenta y ochenta que Los Chichos y Los Chunguitos, pero pocas veces les vimos recibiendo discos de oro y platino demano de la industria musical. Súmenle a eso la tendencia de los grandes medios de comunicación a menospreciar el género, como si el indie, la Movida y lo (presuntamente) moderno en general fuera más digno de salir en las páginas de un periódico que la rumba quinqui. En dos palabras: marginación pop.
He aquí una explicación al desprecio a las cintas de gasolinera:
“No existe una razón objetiva que lo explique, más allá del interés que pudieran tener las multinacionales en ningunear aquel circuito realmente alternativo y dominado principalmente por sellos independientes”, cuenta Nando Cruz.
¿Qué hubiera cambiado si se hubiera tratado igual a la casete de una gasolinera de Ciudad Real que al disco de un gran almacén de Madrid?
“Que Los Chichos serían aún más grandes que Mecano. Bueno, en realidad siempre lo han sido”, cuenta Troquel.
La corriente de pop español más genuina y descarnada que haya existido nunca nació con Los Chichos
“Que no se hubiesen sentado las bases de ese apartheid cultural al que se refiere el periodista Luis Troquel y al que fue sometida la rumba y, posteriormente, la tecnorumba. Y es unapartheid que sigue vigente. Hace unas semanasLosChichosactuaron en lasala Apolo y solo un diario cubrió el concierto. La sala estaba llena y era la gira de despedida tras 40 años de carrera y más de 20 millones de discos vendidos. Aun así, la prensa barcelonesa casi en pleno consideró que era el concierto menor deun grupo menor”, razona Nando Cruz.
Troquel zanja la función explicando así el legado del grupo madrileño:
“La corriente de pop español más genuina y descarnada que haya existido nunca nació con Los Chichos. Una música innovadora que no podría haber sido creada en ningún otro lugar del mundo y unas letras que tocaban sin remilgos temas tabú. El punk a su lado sería un juego de niños”.
Españoles: Los Chichos se retiran. Y lo hacen por todo lo alto: con una gira de despedida que aterriza este fin de semana en la madre de todos los festivales celtibéricos (por longevidad y aforo): el Viña Rock. O cuando la turbamulta rockera, punkarra y hiphopera se quita el sombrero para despedir a unosmitos de la rumba cañí.
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