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Chuck Norris: yo regresé del futuro... para matar a un comunista
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Carlos Prieto

Animales de compañía

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Chuck Norris: yo regresé del futuro... para matar a un comunista

1985 es el año fetiche del cine juvenil gracias a filmes como 'Los Goonies' y 'Regreso al futuro', pero la verdadera tendencia del Hollywood fue otra: Norris, Rambo y el rojo bueno, rojo muerto

Foto: Chuck Norris, en 'Invasión USA'.
Chuck Norris, en 'Invasión USA'.

'Regreso al futuro', 'Los Goonies', 'El club de los cinco'… 1985 como año fetiche y dorado del cine juvenil. Maravilloso y encantador treinta aniversario, de acuerdo, pero siempre hay un lado oscuro...

En efecto, antes de que muramos todos de gusto por un ataque de nostalgia ochentera, quizá sea hora de refrescar las memorias (oxidadas) de treintañeros y cuarentones: si por algo se caracterizó culturalmente el cine de ese año, no fue por el escapismo juvenil, sino por el 'reaganismo' armado y militante. Por el "rojo bueno, rojo muerto" como tendencia mainstream. O el cine como reflejo de su tiempo.

Estadística que ilustra el giro ideológico de Hollywood con el cambio de década: durante la legislatura del demócrata Jimmy Carter (1977/1980), ninguna película de acción contó con malvado comunista. Por contra, el malo del 62,5% de los filmes de acción rodados en el segundo mandato de Ronald Reagan (1984/1987) era comunista, según un estudio/tesis de la Universidad de Ohio.

El malvado del 62,5% de los filmes de acción rodados en Hollywood durante el segundo mandato de Ronald Reagan (1984/1987) era un comunista

'Regreso al futuro' fue la película más taquillera de 1985 en EEUU con 210 millones de dólares, vale, pero 'Rambo II' y 'Rocky 4', segunda y tercera del ranking, sumaron más dinero conjuntamente con una fórmula comercial infalible por aquel entonces: limpiar las calles, los deltas vietnamitas y hasta los rings de boxeo de rojos.

En efecto, mientras Marty McFly intentaba volver del futuro y los chicos de los Goonies vivían la madre de todas las aventuras… había una guerra (fría) ahí fuera, y Hollywood iba a poner su granito de arena para ganarla.

La revista People lo explicó así tras el exitoso estreno de 'Rambo II' en 1985: “Si Rambo hubiera llegado a los cines hace 10 años, tras la caída de Saigón y la angustia del escándalo del Watergate, le hubieran echado a patadas de los cines por ridículo. El humor era entonces virulentamente antibélico, pero eso ha cambiado hoy”. ¡Y tanto!

Coexistencia pacífica, el musical

Hollywood tiende a diluir/camuflar lo ideológico en, por ejemplo, tramas familiares y sentimentales. El tópico industrial dice que lo político es veneno para la taquilla. Por eso resulta alucinante tanto el grosor como la candidez ideológica de los grandes blockbusters 'reaganianos' de la época. Como el discurso final de 'Rocky 4', cuando Rocky Balboa (Sylvester Stallone) tumba al campeón comunista de los pesos pesados (Dolph Lundgren) y se dirige (todavía ensangrentado) al público moscovita:

“He venido aquí está noche y no sabía que ocurriría. He visto a mucha gente que me odiaba, pero supongo que vosotros tampoco me gustabais. Pero durante el combate, he visto muchos cambios, lo que sentíais por mí y lo que yo sentía por vosotros. Aquí había dos hombres matándose el uno al otro, pero dos es mejor que veinte millones... lo que intento decir es que si yo puedo cambiar y vosotros también ¡Todos pueden cambiar!”, brama Rocky, y el pueblo ruso -doble de Gorvachov incluido- le aclama como una estrella de rock del mundo libre.

Un discurso conciliador... con trampa: hay que superar la Guerra Fría, venía a decir Rocky Balboa, con el pequeño detalle de que lo pedía tras, ejem, meterle la paliza de su vida al boxeador marxista. Una argucia retórica que Reagan había utilizado antes en sus discursos: “Al tiempo que reclamaba y aprobaba nuevos incrementos en gasto militar, Reagan llamaba a evitar el uso de armas nucleares. El monólogo final de 'Rocky 4' refleja muy bien esa retórica 'reaganiana'. En la película, los sentimientos antisoviéticos y anticomunistas se comunican a través de un enemigo intimidante y esencialmente malévolo. Pero al final, como hacía Reagan, el énfasis se pone en la coexistencia”, cuenta Samuel E. Rossi en la tesis doctoral 'El impacto de la presidencia de Reagan sobre el Hollywood de los ochenta' (Universidad de Ohio, 2007).

Don Ronald Rambo

“Muchos de estos filmes tomaron sus claves temáticas de los discursos de Reagan, los ajustaron al formato cinematográfico. Mientras oíamos a Reagan demonizar a los rusos en sus discursos, veíamos a Rambo combatir contra ellos. Las similitudes entre la retórica de Reagan y las acciones de Rambo hicieron posible que las masas los equipararan”, escribe Rossi en su tesis.

De las diferencias entre el primer 'Rambo' -'Acorralado', 1982, basado en una apoteósica novela de David Morrell- y los dos siguientes (1985 y 1988) ya hablamos aquí: o la fabulosa transformación de un ex veterano del Vietnam inadaptado y melenudo que muestra unos brutales niveles de resentimiento hacia las fuerzas del orden de su país… en una máquina de matar rojos y vietnamitas al servicio mercenario del Tío Sam. Algo había hecho crack en la cabeza de John Rambo, pero también en la de Hollywood...

La transformación ideológica del cine estadounidense respondió, entre otras cosas, al cambio de percepción presidencial sobre lo ocurrido en Vietnam. Lo dijo Reagan en un histórico discurso en el cementerio militar de Arlington en 1984: "Los veteranos de EEUU no fueron nunca derrotados en Vietnam” (lo dijo, sí, con un par). ¿Qué le había pasado entonces a EEUU en la selva? Idea de fondo del 'speech' presidencial: Que los soldados se vieron agarrotados por los ineficaces burócratas de Washington. Algo que no volvería a pasar ahora que había un hombre con los pantalones bien puestos en la Casa Blanca...

Pues bien: Hollywood tomó nota y tocó a rebato: Sylvester Stallone ('Rambo II') y Chuck Norris ('Desparecido en combate' I y II, 1984/1985) se trasladaron personalmente a la selva a ganar en la ficción lo que se había perdido en la realidad. O volver a Vietnam para meter 'fuegote' retrospectivo a los Charlies.

Así que de una derrota sin paleativos en Vietnam se pasó, según Reagan, a un empate... que Hollywood acabó convirtiendo en victoria en el último minuto. Una mutación cultural que se hizo carne: de los derrotados, deprimidos y traumatizados veteranos de Vietnam del cine de los setenta ('El cazador', 'Coming Home') a los testosterónicos e hipermusculados guerreros de los ochenta (Norris & Stallone). Oh, yeah.

John Rambo explicaba con claridad de qué iba todo aquello al principio de 'Rambo II'. El coronel Trautman le visita en prisión para ofrecerle libertad a cambio de volver a Vietnam a buscar soldados estadounidenses desaparecidos, y Rambo le pregunta: "¿Lograremos ganar esta vez?". ¡Por supuesto, copón! EEUU se sacudía sus fantasmas y recuperaba el optimismo histórico gracias a su presidente más cinematográfico: Ronald Reagan.

Más allá de su desatado furor anticomunista, 'Rambo II' y 'Desparecido en combate' tenían más de una sutileza ideológica. Ejemplo: la fachada antiestablishment de sus protagonistas -con un John Rambo enfrentado a un militar estadounidense corrupto- reflejaba la aversión de Reagan a los poderes públicos."El retrato de los burócratas en 'Rambo II' estaba en sintonía con la idea 'reaganiana' del 'gobierno como problema'", escribe Rossi. He aquí una idea central del cine de la época dorada neoliberal: la rebelión individualista y emprendedora contra el Estado.

Cariño, ¡hay un comunista en la puerta!

Los rojos, vendía la propaganda política y cinematográfica, estaban a las puertas de EEUU. Percepción especialmente absurda vista a día de hoy: de lo que estaba la URSS a las puertas era, si acaso, de la desintegración: a mediados de los ochenta, el Ejército Rojo no estaba ni para invadir Parla, lo cual no fue óbice para que Hollywood pariera dos de las fantasías antisoviéticas más disparatadas y maravillosas de todos los tiempos, 'Amanecer rojo' (1984) e 'Invasión USA' (1985).

La primera narraba una invasión soviética de EEUU (apoyada por soldadesca cubana y nicaragüense; recuerden: son los años en los que EEUU/Reagan financiaba la guerra sucia contra el sandinismo).

'Amanecer rojo' tiene un trasfondo anticomunista tan evidente que suele considerarse un capricho militante de su director (John Millius, guionista de 'Harry el sucio y 'Apocalypse Now'). No obstante, en Hollywood las cosas no funcionan exactamente así: la pela es la pela y la militancia política mola siempre y cuando sea mainstream. Según Rossi, el marcado componente ideológico del filme quizá no fuera otra cosa que “un intento por ampliar su audiencia y optimizar su éxito financiero”. “Estos filmes surgen al calor de la demonización 'reaganiana' de la Unión Soviética y algunos países latinoamericanos. Reagan disfrutaba entonces de gran popularidad, y la principal preocupación de la industria del cine es hacer dinero; es decir, conseguir que la película apele al mayor número de espectadores”, razona Rossi.

Estos filmes surgen al calor de la demonización 'reaganiana' de la URSS. Reagan era muy popular y Hollywood quería hacer dinero

O 'Amanecer rojo' como tendencia pionera. El filme, de hecho, se coló entre los veinte más vistos de 1984 en EEUU. El mercado ya estaba listo para los pelotazos siderales de 'Rambo II' y 'Rocky IV' pocos meses después, en 1985, año cumbre del impacto cultural 'reaganiano'.

Una de las aportaciones políticas singulares de 'Amanecer rojo' es que la resistencia al rojerío no la encabeza el ejército estadounidense, sino unas milicias populares y rurales lideradas por, ojo al dato, Patrick Swayze y Charlie Sheen.

'Amanecer rojo' era, por tanto, un ejemplo de libro de pensamiento neoliberal 'reaganiano': los emprendedores tomaban el relevo de un Estado burocrático y fallido.

Ideología latente, por cierto, en los clásicos televisivos familiares de esa época: 'El Equipo A', 'El coche fantástico' y 'McGyver', de cuyo estreno se cumplen ahora treinta años. Recuerden: Si usted tiene algún problema, olvídese de que los funcionarios estatales se lo resuelvan, mejor llama a una oscura Fundación privada para que le envíen a un simpático mercenario 'arreglalotodo'.

En otras palabras: Donde no llegaba Papá Estado, iba a llegar Chuck Norris armado hasta los dientes...

'Invasión USA' es un martillazo derechista de bajo presupuesto. El filme cuenta las tribulaciones de un ex agente de la CIA -Matt Hunter (Chuck Norris)- dedicado ahora a tareas más sosegadas como, ejem, cazar caimanes con sus propias manos en los cayos de Florida (lo típico del jubilado medio de Miami, vaya).

El retiro espiritual de Norris será interrumpido por un grupo de terroristas rojos (cubanos, nicaragüenses y filosoviéticos en general) decidido a invadir EEUU en plena parálisis institucional navideña.

“Esta noche haremos historia. América lleva 200 años sin ser invadida por un ejército enemigo. Míralos… Frágiles… Una civilización decadente. Ni siquiera conocen la naturaleza de su propia libertad, ni que la vamos a utilizar contra ellos. Ellos son su peor enemigo, pero no lo saben”, explica el líder terrorista en el filme.

Pero claro, los marxistas sediciosos chocarán contra un muro: un Chuck Norris que no conoce ni el asueto ni la relajación; más ascético que nunca, casi en trance y con una sola idea taladrándole el cerebro: acabar de una maldita vez con el comunismo internacional (sin mover una sola ceja). “Acepto la misión”, explica Norris a los chupatintas que recurren a él cuando las cosas se ponen feas. “Pero recuérdelo -añade- trabajo solo”. He aquí un hombre de verdad: dispuesto a hacer el trabajo sucio sin recurrir a la sopa boba del Estado.

Dirigida por un clásico de la serie B correosa y viril (Joseph 'Desaparecido en combate' Zito), 'Invasión USA' es un hito del punk cinematográfico reaccionario. Una película de pecho en pelo, metafórica y literalmente: se cuentan a pares las escenas en las que Norris aparece con los siete primeros botones de la camisa desabrochados (vale, en Florida hace calor en diciembre, pero oigan, no tanto).

Consejo final: Vean 'Invasión USA' hasta el final. Y luego, si tal, pónganse 'Los Goonies' para que se les pase el desasosiego...

'Regreso al futuro', 'Los Goonies', 'El club de los cinco'… 1985 como año fetiche y dorado del cine juvenil. Maravilloso y encantador treinta aniversario, de acuerdo, pero siempre hay un lado oscuro...

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