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Almodóvar manda callar a Almodóvar
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Carlos Prieto

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Almodóvar manda callar a Almodóvar

Su película número veinte, 'Julieta', mete un chute de tranquilizantes a lo almodovariano

Foto: Pedro Almodóvar
Pedro Almodóvar

A Pedro Almodóvar se le ha insultado mucho en España. No es fácil, por tanto, quedarse con una diatriba que resuma toda la bilis en una sola frase. Pero si hay que elegir, me quedo con una de la revista 'La Nación' por su condición de joya del humorismo involuntario: “Almodóvar es el difusor de unos estereotipos con los que nos identifican por el mundo: España es un país de travestidos, homosexuales y yonquis”.

Pues bien: tengo pésimas noticias para los 'haters' de Almodóvar. En su nueva película -'Julieta', que se estrena el 8 de abril- no hay un solo travestido, ni un homosexual, ni un mísero yonqui que llevarse a la boca. Es más: 'Julieta' esta repleta de heterosexuales y de familias convencionales de toda la vida. Sí, amigos, una auténtica tragedia. ¿Adónde vamos a ir a parar?

Tráiler de la película

Valga esta introducción de cuchufleta como metáfora de lo siguiente: 'Julieta', película número veinte de Almodóvar, es la menos almodovariana de sus películas. O mejor dicho: la menos barroca y excesiva (la película es tan suya como todas las demás, salvo que está contada de otra forma).

En 'Julieta' no hay ni un chiste, ni una salida de tono ni un giro de guion imposible. Tampoco hay rastro de una de las principales características formales del almodovarianismo: la loca mezcla de géneros.

Almodóvar ha bajado el volumen del almodovarianismo hasta hacerlo imperceptible

He aquí un dramón tan sobrio que sus lágrimas están más secas que el desierto de Gobi. En ese sentido, la última escena es modélica (tranquilos: no hay spoiler). Toda la película parece preparada para que, llegado ese momento, el espectador se desmorone en un llanto incontrolable. Pero Almodóvar decide zanjar la función con un hachazo seco para evitar el histrionismo melodramático. Emoción sin demagogia. Un drástico ejercicio de contención de un director admirado por su falta de contención.

'Julieta' se llamó al principio 'Silencio'. Y no es casualidad: Almodóvar ha bajado el volumen del almodovarianismo hasta hacerlo imperceptible. Un chute de tranquilizantes para aplacar su tendencia a echarse al monte.

Ojo que 'Julieta' puede ser la película que reconcilie a fans y detractores del cine de Almodóvar. Su carrera (salas, festivales y premios) puede ser larga. Vayan haciéndose a la idea.

Teaser del filme

A Pedro Almodóvar se le ha insultado mucho en España. No es fácil, por tanto, quedarse con una diatriba que resuma toda la bilis en una sola frase. Pero si hay que elegir, me quedo con una de la revista 'La Nación' por su condición de joya del humorismo involuntario: “Almodóvar es el difusor de unos estereotipos con los que nos identifican por el mundo: España es un país de travestidos, homosexuales y yonquis”.

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