Animales de compañía
Por
La disparatada arma secreta de Trump para volver loca a la prensa... es un calcetín
Un ensayo de investigación sobre el trumpismo desvela el gusto del presidente de EEUU por tomar el pelo a los medios
El psicodrama Trump contra los medios de comunicación (y viceversa) ha entrado en órbita en los últimos días, con el portavoz de la Casa Blanca abroncando a los reporteros y con el presidente de EEUU asegurando que “los periodistas están entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”. ¿La reacción de la prensa hasta ahora? Desconcierto. Es la primera vez (que se recuerde) que un candidato gana las elecciones con la aplastante mayoría de los medios en contra. También es la primera vez (que se recuerde) que atizar a la prensa a lo loco se convierte en la principal herramienta política de un nuevo presidente. Para bien y para mal, la prensa 'mainstream' ha perdido el monopolio de la verdad en la era de internet y las redes sociales. Esta acumulación de novedades periodísticas explicaría en parte la ceremonia de la confusión en la que estamos inmersos.
No obstante, hay muchos antecedentes para entender el errático comportamiento de Donald Trump con los medios. El empresario lleva toda la vida usando trucos disparatados para volver loca a la prensa, como cuenta el periodista David Cay Johnston en una nueva biografía/ensayo de investigación: ‘Cómo se hizo Donald Trump’ (Capitán Swing, 2017). Es más: si las relaciones entre Trump y los medios le parecen raras, quizás es porque no conoce cómo eran hace unos años: puro delirio.
¿Le dice a usted algo el nombre de John Baron? Es un antiguo alto cargo del emporio empresarial de Trump al que le gustaba mucho hablar con la prensa. En junio de 1980, ‘The New York Times’ publicó un artículo sobre los perniciosos efectos de la construcción de la Trump Tower sobre el patrimonio histórico neoyorquino. Pese a los “infructuosos intentos de ponerse en contacto con Trump”, el periodista sí logró hablar con “John Baron, vicepresidente de Trump Organization”, que defendió a su patrón con gran locuacidad. Pues bien: John Baron era el calcetín (parlante) de la mano derecha de Donald Trump; o sea, que Baron era en realidad Trump poniendo voces raras… Y no es broma.
“Durante años, Trump telefoneó a periodistas utilizando el nombre de John Baron (o Barron). Sembraba historias como que tal o cual mujer estaba impresionada con él, o hablaba de algún acuerdo empresarial en ciernes. Funcionó con el periodista del ‘Times’, porque en 1980 todavía no estábamos familiarizados con la cadencia característica, los patrones discursivos y el tono de Trump”, explica David Cay Johnston en el libro.
El mecanismo era el siguiente: Baron llamaba a la prensa para filtrar información sobre Trump, y Trump aparecía luego para confirmar o desmentir al calcetín de su mano derecha según le conviniera. El documental ‘Trump. What´s the Deal?’ desveló en 1990 la falsa identidad de Baron, pero eso no arredró a Trump. “Se cambió al nombre de John Miller. Este engaño también quedó al descubierto, pero eso no le impidió resucitar a John Miller durante la campaña presidencial de 2016”. Donald Trump y sus muñecos. Donald Trump, el José Luis Moreno de la posverdad.
Amante bandido
Si John Baron era el Rockefeller de Donald Trump, John Miller era el Monchito, dado su gusto por filtrar informaciones procaces sobre su, ejem, jefe. En 1991, Miller contó a la prensa que Trump estaba viviendo un fogoso romance con Carla Bruni (sí, la Carla Bruni que tienen todos ustedes en mente). Pero la relación sentimental solo estaba teniendo lugar en la calenturienta imaginación de Donald Trump...
Donald Trump solía ser el José Luis Moreno de la posverdad, pero el trumpismo ya no es lo que era
Haciéndose pasar por el nuevo relaciones públicas de Trump, Miller le contó a una reportera de la revista ‘People’ que Donald “estaba demasiado ocupado para devolver las llamadas en persona, dado que le llaman sin parar mujeres hermosas e importantes" como "la cantante Madonna, la actriz Kim Bassinger y Carla Bruni". "Para ser un publicista recién contratado por Trump, Miller parecía estar excepcionalmente bien informado sobre su jefe. Realizó comentarios extensos, detallados y matizados sobre el estado emocional en que se encontraba Trump, sobre sus relaciones con diversas mujeres y sobre sus ganas de volver a casarse”, escribe David Cay Johnston.
Miller contó a la periodista que Carla Bruni era "una mujer de Italia muy hermosa" que "había dejado a Mick Jagger por Donald”. En cualquier caso, Trump “tenía cuatro novias” porque “en términos competitivos” era un tipo muy “duro”, según Miller. Repetimos: todo esto lo contaba el actual presidente de EEUU poniendo voz de falsete…
Trump pasó muchos años haciendo creer que había mantenido un romance con Bruni. “Trump es un lunático. Es absolutamente falso y estoy absolutamente abochornada por todo esto”, declaró Bruni en 2016.
Cuando Donald Trump se convirtió en el candidato republicano a la Casa Blanca, el asunto de sus álter ego resucitó. Preguntado por ello en un programa de televisión, Trump respondió: “Hay muchas personas, muchísimas, que tratan de imitar mi voz, se puede usted imaginar. Esto suena a uno de esos fraudes, uno de los tantos fraudes que hay”. Una vez más, la aviesa prensa manipulando para hundir la reputación del pobre Donald.
Moraleja: ¿le parece a usted una chaladura la relación de Trump con la prensa dado su actual cargo? Pues es posible que Donald lo vea de otra manera, algo así como: "No he vuelto a hacer hablar al calcetín de mi mano derecha desde que soy presidente de los EEUU. He aquí un sobrio ejercicio de responsabilidad institucional. ¿Me estaré convirtiendo en un tecnócrata?". Sí, amigos, el trumpismo ya no es lo que era...
El psicodrama Trump contra los medios de comunicación (y viceversa) ha entrado en órbita en los últimos días, con el portavoz de la Casa Blanca abroncando a los reporteros y con el presidente de EEUU asegurando que “los periodistas están entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”. ¿La reacción de la prensa hasta ahora? Desconcierto. Es la primera vez (que se recuerde) que un candidato gana las elecciones con la aplastante mayoría de los medios en contra. También es la primera vez (que se recuerde) que atizar a la prensa a lo loco se convierte en la principal herramienta política de un nuevo presidente. Para bien y para mal, la prensa 'mainstream' ha perdido el monopolio de la verdad en la era de internet y las redes sociales. Esta acumulación de novedades periodísticas explicaría en parte la ceremonia de la confusión en la que estamos inmersos.