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La larga crisis de los 40 de Juan Carlos I y el braguetazo de Corinna
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Carlos Prieto

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La larga crisis de los 40 de Juan Carlos I y el braguetazo de Corinna

El emérito vuelve a salpicar a la monarquía tras instalarse en Emiratos Árabes en plena tormenta judicial. ¿Ha borboneado Juan Carlos a Felipe? Historia de una crisis de la mediana edad

Foto: El rey Juan Carlos y Corinna, en una imagen de archivo. (EFE)
El rey Juan Carlos y Corinna, en una imagen de archivo. (EFE)
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Por si no tuviéramos suficiente con la crisis sanitaria, la crisis económica y la crisis institucional… llega ahora la crisis de los 40.

Comportamiento laboral errático, 'affair' con mujer exótica, fuga sin testigos. He aquí una definición de la crisis de los 40. He aquí también una síntesis de los últimos años de Juan Carlos I.

No puede ser casualidad que los dos grandes animadores del agosto más extraño de la democracia sean dos varones en crisis de la mediana edad: Enrique Ponce y Juan Carlos I. Tiene que significar algo. Entre Juan Carlos y Corinna había los mismos años de diferencia que entre Enrique Ponce y Ana Soria: 27. Pero si lo de Ponce es una crisis de los 40 canónica —cuarentón conoce a mujer que podría ser su hija, chifla y comienza a hacer congas en Tik Tok—, lo de Juan Carlos es un poco más complicado, y no lo decimos por su edad, pues uno puede perder los papeles sentimentales siendo un ochentón, faltaría más, los 80 son los nuevos 40.

Foto: El Gran Wyoming en 'El peor programa de la semana'.

Ahora que la Casa Real ha confirmado al fin que Juan Carlos I está en los Emiratos Árabes Unidos, podemos hacer una valoración de la confusa operación salida: el emérito impuso sus condiciones —cerrojazo informativo y libertad de movimientos— sobre su adiós a España. ¿Consecuencias? Lo que se vendió como un exilio se parece más a unas vacaciones y lo que era una solución para taponar la crisis suiza se ha convertido en un astracán mediático. 'Escapar' a un país del golfo Pérsico en plena tormenta judicial... Ni al peor enemigo de la Casa Real se le hubiera ocurrido. ¿Ha borboneado Juan Carlos I a Felipe VI?

¿Por qué se ha salido tanto de madre este asunto? Teoría: quizás el Rey emérito lleva demasiado tiempo en la crisis de los 40, es decir, haciendo lo que le da la gana como para dejar de hacerlo ahora.

Mala mujer

Esta teoría estaría en sintonía con uno de los argumentos del frente borbónico para salvar la reputación del emérito: el único pecado de Juan Carlos I sería haber atravesado una crisis de los 40 especialmente aguda. O cuando uno lo pierde todo correteando tras la mujer equivocada. En efecto, tras un inmaculado reinado, el Borbón habría perdido el norte tras caer en las redes de una cazafortunas, una pérfida extranjera, que no paró hasta apartarle de lo que más quería (servir con abnegación al pueblo español) y vaciarle los bolsillos (el Rey transfirió 65 millones de euros a la cuenta de Corinna cuando pensaba que se irían a vivir juntos, pero tras la ruptura, ella se quedó con el dinero). El gran braguetazo. ¿Qué varón no se identificaría con las penalidades de un monarca que solo quería pasarlo bien y fue engañado por una mala mujer?

Lo dicen los últimos juancarlistas: si Juan Carlos I ha cometido algún error, ha sido su exceso de fogosidad. El dinero en Suiza, ya tal

Lo dicen los últimos juancarlistas: si Juan Carlos I ha cometido algún desliz, fue su exceso de fogosidad, que nubló su juicio, algo que nunca le podrá pasar a Felipe VI, más austero en lo sentimental. El dinero en Suiza, ya tal...

Hay que reconocer que la teoría de la crisis de los 40 de Juan Carlos I es atractiva… pero tiene agujeros.

Resulta que el gran error de Juan Carlos I fue que le gustaban mucho las mujeres. Ahora bien: ¿cuándo fue eso un problema? Se podría argumentar incluso lo contrario: que su rol de picaflor le dio puntos durante gran parte de su reinado. El Rey al que le iba la vida y la gente de aquí (derechas) y de allá (izquierdas), algo bohemio y soñador, un truhan y un señor, al que le gustaban las mujeres y el vino, y si tenía que olvidarlas, bebía y adiós muy buenas.

Foto: El rey Juan Carlos se traslada a vivir fuera de España. (EFE)

Tener amantes encajaba en el rol de Juan Carlos I como máquina campechana de las relaciones públicas y el desahogado estilo de vida español. Ahora que se redoblan los esfuerzos para vender a Felipe VI como un tecnócrata austero, ajeno a las tentaciones de la vida en las que cayó su padre, quizá sea bueno darle la vuelta al argumento, porque es probable que en cuanto acabemos de apedrear al emérito, empecemos a echarle de menos y a preguntarnos: ¿es Felipe VI un burócrata carente del carisma paterno? Esto puede sonar a provocación con la que está cayendo sobre Juan Carlos I, pero quizá no lo sea tanto, pues una monarquía histórica no es lo mismo que una gestoría en Liechtenstein. El que consume monarquía consume también un estilo de vida superior a la plebe, y lo que hacía Juan Carlos I era la triunfal manera de ser rey en España, aunque ahora haya dejado de tener gracia. ¿Qué sentido tiene que Felipe VI sea un funcionario circunspecto cuando en la Administración del Estado sobran los funcionarios circunspectos?

Lo dijo Juan Carlos I en un documental noventero al ser preguntado sobre el futuro reinado de Felipe: "Creo que lo más importante es lo que pueda ver en su padre... Mi ejemplo". Lo dijo y a todo el mundo le pareció estupendo. El juancarlismo era ayer insuperable y hoy es el agujero negro de la monarquía española. Ni contigo ni sin ti. Una crisis de relato como un camión.

Foto: El rey Juan Carlos con el jeque Mohamed bin Rashid al Maktoum (derecha).

En los años dorados del juancarlismo, al Rey nunca le perjudicó la imagen de latino castigador, pues la fachada de la familia real bien avenida seguía intacta, y los medios mantenían sus conquistas sentimentales a ese nivel de chismorreo costumbrista condescendiente (¡qué pilluelo es el Borbón!) en el que la habladuría popular nunca muta en escándalo, más allá de su críptica ruptura con Bárbara Rey, que no salpicó al monarca por el 'affaire' en sí, sino por la turbia deriva económica del mismo (mantenida, insistimos, en el más estricto 'underground' informativo noventero).

Borboneando al Borbón

Es aquí donde los destinos de Bárbara Rey y Corinna zu Sayn-Wittgenstein se juntan, pues siendo casos diferentes, tienen algo importante en común: son dos mujeres de carácter que no se dejaron borbonear por Juan Carlos I y le aguantaron un pulso al Estado... Vale, también hay otra manera (nada desencaminada) de verlo: que Bárbara y Corinna chantajearon al Estado. Chantaje hubo en ambos casos, de acuerdo, pero también incapacidad del Estado profundo de llegar a un acuerdo con ellas/arreglar los estropicios del Rey antes de que la cosa pasara a mayores (Bárbara Rey, de hecho, no volvió a hacer ruido en cuanto consiguió lo que buscaba). Pero con chantaje o sin él, hay que estar muy empoderada para meterte en una guerra contra un enemigo temible (el Estado) y ganarle la partida.

El problema de Juan Carlos I no se llama Corinna sino fortuna de origen desconocido

Pero la diferencia entre Bárbara y Corinna —y que daña la teoría de la crisis de los 40 del Borbón— es que Bárbara solo era la amante del Rey, y Corinna la amante y compañera de negocios. Corinna tenía el salero sentimental de Bárbara Rey y la jeta para el 'bisnes' de Manolo de Prado y Colón de Carvajal. Pues casi todo va aquí de dinero: el problema de Juan Carlos I no se llama Corinna zu Sayn-Wittgenst sino fortuna de origen desconocido en Suiza.

Una de las comisiones bajo sospecha —la venta del Banco Zaragozano al Barclays que acabó con 50 millones de euros en la cuenta de un presunto testaferro de Juan Carlos I— es anterior (2003) a la relación con Corinna, ergo, ¿cómo va a ser todo culpa de Corinna y no del amor real al dinero bajo cuerda?

Foto: Ilustración: El Herrero. Opinión
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José Antonio Zarzalejos

Juan Carlos I, por tanto, no hizo nada con Corinna que no hubiera hecho antes, comisionismo de alto nivel, solo que con ella fue sin filtro, quizá porque estaba acostumbrado a hacer lo que le daba la gana sin que nadie le llevara la contraria. Quizá porque atravesaba la crisis de la mediana edad y le traía todo al pairo, salvo que el Borbón ya llevaba 30 años en la crisis de los 40 cuando conoció a Corinna...

El problema es el dinero y el elevado tren de vida. Dinero del que se aprovecharon sus hijos, dinero que sigue quieto en Suiza por muchas vueltas que dé Juan Carlos I por el mundo. ¿Crisis de los 40? La (cuenta suiza) que tengo aquí colgada.

Por si no tuviéramos suficiente con la crisis sanitaria, la crisis económica y la crisis institucional… llega ahora la crisis de los 40.

Rey Don Juan Carlos