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Con Jason Becker la ELA destrozó unas manos, pero no las cuerdas de su guitarra
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Víctor García

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Víctor García

Con Jason Becker la ELA destrozó unas manos, pero no las cuerdas de su guitarra

Estaba llamado a ser un guitar heroe y poner su nombre, al menos, junto ilustres como Steve Vai, Joe Satriani, Van Halen o Yngwie Malmsteen. A los 19 años, la ELA le disparó y arruinó parte de su sueño

Foto: El guitarrista norteamericano Jason Becker.
El guitarrista norteamericano Jason Becker.

Caminando con unos miembros del grupo entre concierto y concierto de la gira, Jason desapareció de repente. Miraron para atrás y estaba en el suelo, se había caído. Y se levantó. Anteriormente ya debió apoyarse en unos amplificadores al entrar en el estudio de grabación. “Será el pinzamiento de un nervio”. Pocos meses después, por teléfono y tras una serie de exámenes médicos, comunicó a sus padres que tenía “la enfermedad de Lou Gehrig, se llama ELA” (cuyo Día Mundial se celebra este domingo). El episodio ocurrió en 1989, cuando la prometedora carrera de Jason Eli Becker (Richmond, California, 1969) comenzaba a cumplir un sueño. Tenía sólo 19 y mil acordes por tocar e inventar.

La genialidad de Becker nació de la curiosidad, cuando a los 5 años le regalaron una guitarra por Navidades. Curiosidad por explorar un mundo en el que tenía como principal referencia a su padre y los discos de Bob Dylan, a cuyo artista le imitaba en sus comienzos. De ahí saltó a Eric Clapton y Jeff Beck hasta llegar a Van Halen e Yngwie Malmsteen. Entre medias hubo más guitarristas y mucho Bach –el original, no el vocalista de Skid Row- y música clásica. Jason rompía moldes y estereotipos para recibir las influencias que marcarían su barroco y particular estilo. Parecía como si el rock se le quedara pequeño y necesitara buscar en el origen de un pentagrama para entender y expresarse cómodamente a lo largo de un mástil. Un investigador musical.

A su privilegiada ‘open mind’ le acompañó una velocidad diabólica en sus manos y, por supuesto, el oído gracias al que -antes de ser adolescente- había ido sacando las melodías de Dylan y compañía que sonaban en el tocadiscos de su padre. A los 14 años, él y los suyos eran conscientes de que su vida iba a ser la música y la guitarra. Dio sus primeros shows por su California para que, gracias al boca a boca, un productor le juntara con otro joven virtuoso que había editado un par de discos llamado Marty Friedman (posteriormente guitarrista de Megadeth). Tenía 16 años y cuando ese dúo comenzó a tener color bajo el nombre de Cacophony debió pedir al instituto si podían adelantarle los exámenes porque iba grabar su primer álbum. Y seis meses antes de tiempo finiquitó Secundaria para lanzar en 1987 el ‘Speed Metal Symphony’. Un año después le llegó el turno a ‘Go Off!’ más otro que editó en solitario: ‘Perpetual burn’. Y con ellos despegó.

Van Halen, Steve Vai y Jason Becker

En 1988, Whitesnake estaba buscando un guitarrista y a Becker, medio en broma medio en serio, le sugirieron que pidiera ese hueco. Lo descartó pronto porque dicha plaza sería para Steve Vai… Entonces, ¿quién ocupa la plaza de Steve Vai en el grupo de David Lee Roth? ¡Bingo! Jason mandó un casette, le llamaron y cuando escucharon su virtuosismo a través del teléfono le pidieron una audición. La aprobó y logró el puesto. Suponía un magnífico reto para un joven de 19 años sabiendo que David Lee Roth había sido el cantante de (el guitarrista) Van Halen y que en su grupo en solitario había contado con las manos de Steve Vai. El siguiente en esta fastuosa lista era Jason Becker.


Vídeo: Duelo de guitarras en Japón entre Friedman y Becker

El 10 de mayo de 1989, en el día de la madre y cuando estaba finiquitando la gira con Cacophony, a Jason le empezó a fallar la pierna izquierda. Debía ser el “pinzamiento en un nervio”, pensó. No le dio demasiada importancia y tras despedirse de Cacophony arrancó su nueva aventura. Su mayor sueño.

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Ser el sucesor de Van Halen y Vai en la vida de Roth no le causó tener una presión extra porque simplemente no se hacía las comparaciones por las que le cuestionaba la prensa. Simplemente era el camino de Becker, no el hueco de Van Halen o Vai. La fama no se le subió a la cabeza, sino a las manos: entre concierto y concierto con Roth pasaba un buen número de horas practicando nuevos riffs y melodías. Algo que al otro guitarrista de la banda, Steve Hunter, le traía algún remordimiento de conciencia porque él prefería irse de bares… Becker era diferente.

Con la mente en el disco ‘A little ain't enough’, Jason comenzó a sufrir los primeros síntomas de la ELA en sus manos aunque tuvo el tiempo suficiente como para completarlo. Pero no para salir de gira. Nunca perdió su sonrisa ni el humor en este complejo proceso, tampoco sus enfados. Becker debió de colgar la guitarra para sentarse en una silla y, sin mover ninguna articulación de su cuerpo, mirarla desde allí hasta que se topara con el muro del callejón sin salida en el que se había metido sin saber cómo ni por qué.

'Perspective' (1996) iba a ser su último trabajo

Antes de tocar ese inevitable muro, un amigo le diseñó un programa por el cual podía componer en un ordenador a través de un programa y los discretos movimientos que todavía podía hacer con su barbilla. Iba a ser su último trabajo. Y en 1996 sacó ‘Perspective’, el primer disco de la historia compuesto por un enfermo de ELA. Nueve cortes que incluyeron el ‘Meet in the morning’ de Bob Dylan y uno que había creado cuando todavía podía tocar la guitarra. Los otros salieron desde su privilegiada cabeza apoyada ya en el respaldo de su silla.


Vídeo: Jason Becker - End of the begining (Perspective)

La impactante historia de Jason Becker no termina ahí porque después de ‘Perspective’ llegaron los 25 temas de ‘The Raspberry Jams’ (1999), los 31 de ‘The Blackberry Jams’ (2003) los 13 de ‘Collection’ (2008) y los 10 de ‘Boy Meets Guitar - Volume 1 of the Youngster Tapes’ (2012). Su mente, sin saber tampoco por qué, todavía sigue creando y componiendo mientras mira su mástil desde la silla en la que se sentó hace un cuarto de siglo.

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El próximo mes –el 22 de julio- cumplirá 46 veranos. “Tengo unas pocas canciones. Es algo como música moderna clásica con un poco de Pink Floyd, y tengo una versión de ‘Blowin in the Wind’ y un par más de mi tema ‘River of Longing’ con invitados como Trevor Rabin de Yes y Joe Satriani”, afirmó hace menos de un año.

Jason Becker: todavía no ha muerto’, este es el título de un documental que se hizo sobre su vida en 2012 y también el nombre de un festival que anualmente se celebra en su honor. La ELA le arrancó las manos de la guitarra, pero no partió las cuerdas. De un modo distinto, continúa tocando, creando y disfrutando de la música y la vida.

Caminando con unos miembros del grupo entre concierto y concierto de la gira, Jason desapareció de repente. Miraron para atrás y estaba en el suelo, se había caído. Y se levantó. Anteriormente ya debió apoyarse en unos amplificadores al entrar en el estudio de grabación. “Será el pinzamiento de un nervio”. Pocos meses después, por teléfono y tras una serie de exámenes médicos, comunicó a sus padres que tenía “la enfermedad de Lou Gehrig, se llama ELA” (cuyo Día Mundial se celebra este domingo). El episodio ocurrió en 1989, cuando la prometedora carrera de Jason Eli Becker (Richmond, California, 1969) comenzaba a cumplir un sueño. Tenía sólo 19 y mil acordes por tocar e inventar.

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