Es noticia
¿Por qué los hombres están obsesionados con la Antigua Roma?
  1. Cultura
  2. El erizo y el zorro
Ramón González Férriz

El erizo y el zorro

Por

¿Por qué los hombres están obsesionados con la Antigua Roma?

Ya sea de derechas, de izquierdas o de centro, la Antigua Roma tiene una enseñanza para cada hombre de hoy

Foto: Una imagen de la serie 'Roma'. (HBO)
Una imagen de la serie 'Roma'. (HBO)

Hace poco, una extraña tendencia dominó las redes sociales. Decenas de miles de mensajes animaban a las mujeres a preguntar a sus novios, maridos, padres o amigos con qué frecuencia pensaban en la Antigua Roma. Muchos se lo tomaron a broma: "Tres veces al día", "todo el rato", "ahora estoy un poco liado, pero en general, bastante", dijeron en TikTok o Twitter.

Pero la pregunta también respondía a un hecho real. Muchos hombres estamos un poco obsesionados con el mundo clásico: libros sobre este siguen convirtiéndose en bestsellers, el Coliseo es uno de los monumentos más visitados del mundo y, aunque ya estén en decadencia, las películas de romanos han constituido uno de los grandes subgéneros de la historia del cine. Pero hay algo aún más llamativo que el interés por un periodo del pasado. Un milenio y medio después de la caída oficial de la ciudad, Roma sigue estando presente en debates actuales sobre la política, el derecho, la guerra, la lengua, la religión, la literatura o el deporte. ¿Por qué?

Foto: El acueducto romano de Segovia. (EFE/Pablo Martín)

Porque el Imperio romano fue tan grande —de Londres a Damasco, y de Bruselas a El Cairo—, y duró tanto —1.000 años—, que todo el mundo puede ver en él un reflejo de su forma de vida, sus opiniones políticas y sus gustos estéticos. Hay una Roma para todo.

Tipos de hombre

Imagine que es usted un hombre conservador (del ala derecha del PP, por ejemplo) y de virilidad clásica. Le encanta la tecnología militar, considera fundamental el respeto a la familia, a las tradiciones y a los liderazgos fuertes, y cree que las sociedades requieren la existencia de clases sociales. Le gusta la austeridad personal y el arte sobrio. Puede encontrar todo eso, con una estética insuperable, en el periodo imperial romano, lleno de elegantes versos de Virgilio, el sometimiento de numerosos pueblos bárbaros y unos cuantos golpes de Estado sangrientos.

Pero imaginemos, también, que usted es un hombre frívolo, urbano y hedonista (un progresista que no vota, por ejemplo). Cree que hemos venido al mundo a disfrutar de la sensualidad, el vino, el baile, la ropa y la poesía. Cree que, por muy alto que uno llegue en la vida, todos somos iguales: al final nos morimos, lo cual es trágico, pero también un poco cómico. Porque la muerte nos permite reírnos del poder y de los valores más solemnes de la sociedad. El arte debe ser provocador y erótico. Todo ello se encuentra en las ruinas y los grafitis de Pompeya, en el decadente lujo de la Domus Áurea y en la poesía de Catulo.

placeholder Julián López y Arturo Valls en 'Justo antes de Cristo'. (Movistar +)
Julián López y Arturo Valls en 'Justo antes de Cristo'. (Movistar +)

Una de las grandes modas intelectuales de nuestro tiempo, además, es la recuperación del estoicismo. Hombres de mediana edad, que se presentan como sabios humildes —entre ellos, varios entrenadores de fútbol, fundadores de startups tecnológicas y millonarios— afirman que leen a Marco Aurelio, Séneca y Epicteto para aprender a sobrellevar las duras cargas de la vida. Quizá sea mentira, pero creer que citar a autores que murieron hace dos mil años te hace parecer inteligente es señal del prestigio que sigue teniendo el conocimiento de los clásicos.

Para la política de hoy

Hay una Roma para cada uno y una para cada momento. Uno imagina la próxima sesión de investidura y desea mentalmente que Alberto Núñez Feijóo le espete desde la tribuna a Pedro Sánchez: "¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia, Catilina?", recordando el más célebre discurso político de todos los tiempos, el de Cicerón ante las presiones de una parte de la élite romana para perdonar las deudas a todo el mundo y sacar contrapartidas políticas de ello. Al contemplar la tragedia que está teniendo lugar en el actual Israel, se puede evocar a Flavio Josefo: su libro La guerra de los judíos y sus pormenorizadas descripciones de los conflictos étnicos y culturales en el extremo oriental del Mediterráneo son premonitorios de lo que vemos aún hoy allí.

Foto: 'The Course of Empire - Destruction', por Thomas Cole (1836) Opinión

Pero, por encima de todo ello, la decadencia y la caída de Roma han sido los fenómenos históricos que más han obsesionado a los pensadores políticos: ¿por qué cae un Imperio? ¿Por qué los supuestos bárbaros acaban asolando lo que llamamos civilización? Las explicaciones evocan también las batallas ideológicas actuales. Para una escuela de pensamiento económico, Roma cayó porque los políticos populistas, para cortejar el voto de la plebe, expandieron de tal manera el Estado de bienestar —es decir, el reparto de grano subvencionado o gratuito— que arruinaron las arcas públicas.

placeholder Una imagen promocional de Maciste, rey grecorromano de los peplums.
Una imagen promocional de Maciste, rey grecorromano de los peplums.

Para otros, la disipación de unas élites demasiado relajadas propició la derrota ante unos pueblos quizá menos cultivados pero mucho más adiestrados en la violencia física. Para otros, lo que mató a Roma fue la adopción del cristianismo: esa fusión de cultura clásica y religión monoteísta estaba condenada a fracasar. Hallazgos más recientes señalan que, en realidad, Roma creció y cayó por razones climáticas: durante quinientos años, un clima cálido y favorable favoreció las cosechas y la generación de excedentes que podían financiar la guerra y la expansión, pero luego, a partir del 150, el clima se enfrió y se volvió mucho más inestable, e hizo mucho más pobre e insegura la costa Mediterránea. Seguro que la explicación que uno escoja refleja, también, sus prejuicios ideológicos actuales.

¿Con qué frecuencia pensamos en Roma? La tendencia en las redes fue una buena broma a costa de las obsesiones masculinas (aunque no veo por qué no deberíamos preguntar lo mismo a las mujeres). Los romanos, que tenían mucho sentido del humor, se habrían reído con ella. Pero más allá del chiste, Roma sigue siendo el origen de quiénes somos y, en consecuencia, ofrece una coartada ideológica a medida para casi todo lo que pensamos y hacemos. Seamos de derechas, de izquierdas, ricos, ateos, creyentes, partidarios de la lucha contra el cambio climático o de irnos a la playa a aprovechar el sol, tenemos un episodio de la Roma clásica y un par de versos en latín que nos dan la razón. Por eso pensamos tanto en ella.

Hace poco, una extraña tendencia dominó las redes sociales. Decenas de miles de mensajes animaban a las mujeres a preguntar a sus novios, maridos, padres o amigos con qué frecuencia pensaban en la Antigua Roma. Muchos se lo tomaron a broma: "Tres veces al día", "todo el rato", "ahora estoy un poco liado, pero en general, bastante", dijeron en TikTok o Twitter.

Historia
El redactor recomienda