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'Anacleto' Vs 'Anacleto': el galán español cede el testigo
La nueva comedia de Javier Ruiz Caldera pone frente a frente a dos generaciones del cine español: Imanol Arias y Quim Gutiérrez
Empecemos por Imanol Arias. ¿Es cierto que interpreta el papel de Clint Eastwood en Sin perdón?
Su versión dentro del universo Bruguera, sí. La idea de partida para este Anacleto está muy cercana, por extraño que parezca, a todo un blockbuster Marvel como Ant-Man, que también se plantea esto del heroísmo como un asunto generacional. Si allí Michael Douglas ejerce como mentor y figura paternal para Paul Rudd, aquí Imanol es, directamente, el padre de Adolfo, personaje interpretado por Quim Gutiérrez. Lo cual plantea una serie de cuestiones interesantes sobre el relevo dentro del cine español.
¿Por ejemplo?
Anacleto es un espía de la vieja escuela, de cuando se disparaba primero y se preguntaba después, de cuando las cosas se hacían de otra manera. Y el actor que le da vida es, de algún modo, representante de eso mismo: unas películas que comenzaban a romper años de tradición anquilosada y que, de la mano de gente como Imanol Uribe o Vicente Aranda, creaban en el espectador otra idea de nuestra cinematografía. Sin Imanol Arias no existiría, por ejemplo, La muerte de Mikel, un trabajo que ponía el dedo en la llaga de un buen puñado de temas controvertidos. Sin ella, y sin el Pedro Almodóvar de Laberinto de pasiones, es posible que no se pudieran haber dado de los muchos saltos hacia el riesgo y la explicitud que nuestro cine experimentó en la segunda mitad de los ochenta. Y ahí está Arias, en el ojo del huracán.
Ni siquiera es la primera vez que se arroja a sí mismo a una escena de acción, ¿no?
Claro: no olvidemos que estamos hablando de El Lute y, sobre todo, del inspector Flores de Brigada central, que fue su gran serie de televisión... antes de que llegase su OTRA gran serie de televisión.
Oh, ya tardaba en salir...
Cuéntame cómo pasó lleva catorce años en emisión, lo cual supone un tercio de la carrera del actor. Es cierto que no ha dejado de hacer cine desde 2001, pero nunca con la disponibilidad que podía tener en los tiempos anteriores a Antonio Alcántara. Sobre todo, hay que tener en cuenta que un buen porcentaje de los espectadores de Anacleto no van a conocer a Arias de nada más: es probable que nacieran con el personaje, o un poco antes, y hayan ido creciendo con él. Para ellos, el actor es el gran paterfamilias, el viejo león, el símbolo del antiguo régimen.
Y es una idea muy graciosa, al tiempo que subversiva, plantear ese antiguo régimen como algo mucho más radical que lo que encontramos en el presente. En un principio, el hijo de Anacleto se asusta al pensar en la cantidad de gente que ha podido matar su padre. Y eso es, más o menos, lo que la generación de Quim Gutiérrez debe pensar de la de Imanol Arias, que lo tuvo de todo menos fácil a la hora de fraguar la idea de un cine español moderno y rompedor. Un cine español que ha permitido una película de industria como Anacleto.
¿Y qué tal está Gutiérrez? ¿Tiene alguna oportunidad a la sombra del agente de pelo plateado?
Es muy posible que el agente se haya visto más reflejado en él de lo que le gustaría admitir: al fin y al cabo, Imanol Arias también empezó bajo las alas de maestros como Fernando Fernan-Gómez o Francisco Rabal, luego todo este asunto del paso de la antorcha se le debe antojar muy familiar. Quim Gutiérrez es el rostro de otra transformación dentro de nuestra cinematografía: la que arranca en la televisión y eclosiona a mediados de la década pasada con una película tan relevante como Azuloscurocasinegro. El principio de muchas cosas, principalmente de un cine de autor joven que se mira en el espejo norteamericano... pero con las raíces firmemente situadas en la tradición de los maestros locales.
Las diferencias entre Imanol y Quim son superficiales, pues de lo que se trata aquí es de continuar manteniendo vivas las esencias
Pero ‘Anacleto’ es comedia, ¿verdad? ¿O estos dos se la han llevado al terreno de la intensidad?
Eso es lo bueno: que Javier Ruiz Caldera ha puesto esa intensidad al servicio de las risas. Y lo ha hecho, además, en un año que ha estado caracterizado por las revisiones más o menos ligeras del viejo thriller de espías: los ejercicios de estilo bondianos de Kingsman: Servicio secreto y Operación U.N.C.L.E., la farsa inteligentísima de Espías, la torsión lúdica que Misión: Imposible. Nación secreta aplica a los códigos principales de su franquicia... Spectre llegará este otoño para volver a poner las cosas en su sitio, aunque siempre cabe la posibilidad de que Sam Mendes también haya hecho un 007 liviano.
Sí, claro...
Nah, porque ese es el rol de James Bond ahora mismo: ejercer de contrapeso distinguido (y muy respetuoso con su propia mitología) para nuestra tendencia natural a tomarnos el espionaje en el cine como escapismo iconoclasta. Anacleto lo consigue invocando el espíritu de Vázquez, creador del personaje, pero también al convertir la relación entre su pareja protagonista en un pulso que va más allá de la pantalla. Arias y Gutiérrez son dos generaciones de galán español que demuestran lo mucho que las cosas tienen que cambiar para que puedan seguir igual: esta superproducción no se podría haber rodado antes, pero al mismo tiempo contiene el ADN atemporal (o la españolidad envasada al vacío) de la factoría Bruguera. Las diferencias entre Imanol y Quim son superficiales, pues de lo que se trata aquí es de continuar manteniendo vivas las esencias. La línea sucesoria, vamos.
Empecemos por Imanol Arias. ¿Es cierto que interpreta el papel de Clint Eastwood en Sin perdón?