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Cómo convertirse en fan número uno de Mario Levrero
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Alberto Olmos

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Cómo convertirse en fan número uno de Mario Levrero

Se publican en España tres libros del autor uruguayo fallecido en 2004. Señalado como autor de culto por 'La novela luminosa', su leyenda continúa en Latinoamérica pero se estanca en nuestro país

Foto: Mario Levrero
Mario Levrero

Fui a Montevideo para convertime en el fan número 1 de Mario Levrero. En realidad, fui a otra cosa, pero, ya que estaba, me dejé llevar.

Montevideo es una de las ciudades más horribles del mundo. Allí nacieron Juan Carlos Onetti, que describió naturalmente ciudades horribles, Felisberto Hernández, que escribió con idéntica naturalidad acerca de horribles habitaciones, y Mario Levrero, que puede decirse que hizo toda su literatura sin hacer nunca la cama, símbolo máximo del horror en el mundo civilizado.

Había que verme en Montevideo intentando ser el fan número 1 de Mario Levrero.

Primero fui a una librería. En la mesa principal, ya había obras incontables de Levrero y Felisberto y Onetti. Compré 'Espacios libres', de Levrero, inédito en España, y, nada más salir con el libro a la calle, me vi poseído por la oportunidad, por la deriva mitómana, voraz de biografía, gruppie total; tenía tan a tiro convertirme en fanático insuperable de un autor que mis cuatro días en la ciudad consistieron en saber más sobre Levrero.

Morirse desenterró su literatura.

Se llamaba Jorge Mario Varlota Levrero, y eligió su segundo nombre y su segundo apellido para firmar su obra, que obviamente siempre estuvo en un segundo plano, como condenada por esa gran postergación inaugural. Marginado en vida, pero viviendo para escribir en ese margen, su leyenda germinó después de su muerte, cuando el éxito ya no podía pagarle una mucama que le hiciera las tareas. Hablamos del año 2004 (había nacido en 1940) y, casi como Bolaño, morirse desenterró su literatura.

A España lo trajo Constantino Bértolo con el sello Caballo de Troya ('Dejen todo en mis manos' y 'El discurso vacío'); su obra capital, 'La novela luminosa', apareció en Random House, y la 'Trilogía involuntaria' en DeBolsillo. Durante un par de años, todo el mundo leía a Levrero, es decir, los escritores; es decir, casi nadie.

Durante un par de años, todo el mundo leía a Levrero, es decir, los escritores; es decir, casi nadie

Pero se leía, se citaba, se elogiaba. César Aira, Ignacio Echevarría, Sara Mesa, Jorge Carrión, Mercedes Cebrián. “La gente ve Levreros por todas partes”, me dijo una vez Constantino Bértolo, asustado. No era para tanto. Estuve en la presentación en Madrid de' La novela luminosa' y su viuda pensaba que estaba conquistando el mercado español cuando en realidad éramos treinta y ocho personas en la sala.

Sin embargo, mientras que la obra de Bolaño ha seguido publicándose hasta la náusea, la obra -si cabe aún más extensa y, desde luego, mejor- de Levrero dejó de verse por las librerías españolas, como si su destino fuera esa reivindicación cíclica que aqueja desde hace décadas a las novelas de Juan José Saer, autor que, por lo que sea, no nos acaban de colar nunca.

Yo me hice fan (fan número 1) de Levrero cuando la moda murió, cuando pude ponerme a la cabeza de una reparación. Empecé comiendo una milanesa en su honor en un restaurante (horrible) de Montevideo y acabé fotografiando el portal de su apartamento en la calle Bartolomé Mitre. En serio: había que verme fotografiando el número de un portal en Montevideo sólo porque Levrero lo cruzó durante los últimos años de su vida.

Itinerario de lectura

Un itinerario de lectura para entrar con buen pie en Levrero bien podría ser este: hacer clic y leer en cinco minutos el extraordinario cuento 'La calle de los mendigos', para reconocer la clave de cotidianidad que sustenta su literatura; leer después otro cuento, 'Feria de pueblo', a fin de entrever la sordidez a veces insoportable del mundo que recorre y retrata; la novelita 'Dejen todo en mis manos' nos pondrá sobre aviso de toda esa ala de su bibliografía dedicada al pastiche existencial de la novela negra; y 'La novela luminosa' culminará un tour no exhaustivo pero sí muy relevante en el que esta larga novela representa la cristalización de una búsqueda de sentido.

Después, podemos sumarnos a la reincidencia editorial de su literatura en España. Random House acaba de publicar cinco novelas cortas de Levrero, distribuidas en tres libros: 'La banda del Ciempiés', 'Fauna/Desplazamientos' y 'Diario de un canalla/Burdeos, 1972'. 'La banda...' y 'Fauna' nos devuelven al Levrero juguetón que parodia a Dashiell Hammett mientras le preparan una milanesa. 'Desplazamientos' es, sin duda, uno de los textos más sórdidos y aterradores del autor uruguayo, una especie de relectura de 'Los inquilinos', de Bernard Malamud, hecha por Carlos Vermuth. Y tanto 'Diario de un canalla' como 'Burdeos 1972' se ubican sin discusión entre los textos más inimitables y deliciosamente intrascendentes de su autor, a la altura de esa épica de la nada que conocerán los lectores de 'La novela luminosa'.

¿Por qué es bueno Borges?, se preguntaba Ricardo Piglia en un programa de televisión. ¿Por qué es bueno Levrero? Porque achica la materia narrativa hasta reducirla al átomo mismo de su ser en el mundo, que es el ser en el mundo de todos nosotros: la vida que vemos mirando por la ventana una tarde de domingo, esa nada en trascendencia, ese sueño de algo más entre las cucharas y los vasos sin lavar, la epopeya de lo cotidiano.

Fui a Montevideo para convertime en el fan número 1 de Mario Levrero. En realidad, fui a otra cosa, pero, ya que estaba, me dejé llevar.

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