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Oscar 2019: ¿Es 'Roma' el aburrimiento en estado puro?
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Alberto Olmos

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Oscar 2019: ¿Es 'Roma' el aburrimiento en estado puro?

El previsible éxito de 'Roma' en los Oscar cerrará definitivamente la posibilidad de que alguien reconozca que es una película aburridísima y pequeño-burguesa

Foto: Fotograma de 'Roma'
Fotograma de 'Roma'

Es seguro que Netflix lleva un control exhaustivo del visionado de las películas y series de su plataforma, incluyendo qué vídeos dejan de verse y en qué minuto y qué nos dice ese minuto sobre la poca paciencia del espectador. Sería maravilloso saber cuánta gente vio 'Roma', cuántas personas fueron capaces de vérsela además de un tirón, en qué minutos pararon unos y otros, cuántos no retomaron jamás la película y cuántos adelantaron las numerosas escenas que incluye de Cleo -su forzada protagonista- lavando algo.

Yo dejé de verla en el minuto 17, hace semanas, en una escena que recuerdo perfectamente. La familia feliz mexicana de clase media que vive en lo que sería, más o menos, el barrio de Argüelles en Madrid (colonia Roma) está viendo la tele y la criada Cleo se sienta con ellos en el sofá y ríe en comunión y, entonces, uno de los niños le pasa la mano por encima del hombro. Cleo, la criada, es una más de la familia. Ahí dejé de ver 'Roma'.

Estos 17 minutos fueron un suplicio combinado de aburrimiento y blanqueo moral de clase, y no sabía uno si le irritaba más vivir 17 minutos como si fueran 17 siglos o soportar esa ideología de fondo según la cual uno es progresista si, teniendo criados, les deja ver la televisión. Esto de que las criadas son parte de la familia, a pesar de que luego ni hereden ni prosperen, ni vean pagados sus estudios, ni tengan habitación propia en la casa, ni hagan otra cosa que callar y obedecer, es una frase que he escuchado mucho por la zona del Bernabéu, a amigos que tenían piso allí con dos puertas, una de ellas para el servicio. Resultaba que María o Gloria o Felisa, que llevaba treinta años cocinando y limpiando para el señorito, y abriendo y cerrando su propia puerta pía, era, sí, como de la familia. La frase atesora una bajeza moral casi indisputable.

Manual para mujeres de la limpieza

De criados sabía algo Jean Genet, y algo aprendemos también viendo 'El sirviente' (1963), de Joseph Losey, y algo más aún con el documental 'El asesino de Pedralbes' (1979), de Gonzalo Herralde. A partir de todo ello, y de la filmografía completa del sentido común, podemos acotar el universo más verosímil de estos empleados.

A saber: un criado o una criada como Dios manda lo primero que quiere es abrirle la garganta a sus señores con un cuchillo. Inmediatamente después se pondría a beber de las botellas del vino bueno. También quiere, eliminados o ausentes los amos, vestir sus ropas, dormir en sus lechos, conducir sus automóviles y, sobre todo, manchar mucho la casa que tanto ha limpiado. Los propios camareros cuando salen de trabajar lo primero que quieren es que alguien les ponga una copa.

De lo que es indiscutiblemente una obra maestra 'Roma' es del sentimiento de culpa

Además, como leímos en 'Manual para mujeres de la limpieza' (Alfaguara), de Lucia Berlin, los criados quieren robarte. De hecho, los criados tienen todo el derecho del mundo a intentar sisar y detraer una pizca de patrimonio a sus amos. Un criado que no quiere robarte ni es un criado ni es nada.


'Roma', sin embargo -que seguí viendo por trozos estos días gracias a una fuerza de voluntad descomunal-, nos plantea justamente lo contrario: a los criados les gusta ser criados, casi dan gracias por ello, quieren a sus amos y quieren muchísimo a los hijos de sus amos. Qué suerte tuve, piensa un criado de la Roma (DF), de poder recoger las cacas del perro de mis dueños. Tuve sólo un poco menos de suerte que el propio perro. En 'Roma' las criadas no hablan nunca mal de sus señores, y por supuesto no piensan nunca en robarles ni un frijol. Son, además, estas criadas, muy simples e ignorantes, pura candidez. ¡Se quedan embarazadas como idiotas! Y ¿de quién? De toda la vida de Dios, las criadas son preñadas por el señorito de la casa (este acoso señorito-criada está documentado desde el 'Pamela' de Samuel Richarson, por lo menos). Pero en 'Roma' es otro pobre el que, no sólo embaraza a la tontísima criada, sino que además la abandona y amenaza, pues los pobres, como todos sabemos, no tienen ética alguna, ni principios ni moral.

Obra maestra

Se nos ha ido bastante la cabeza con 'Roma', amigos. Dense cuenta de que su entrada en la Wikipedia tiene 19 páginas (versión para imprimir), cuando la entrada de la propia ciudad milenaria tiene sólo 16. ¡Queremos saber de Roma hasta qué jabón emplea Cleo para lavar los platos! No en vano, es una obra maestra desde antes de verla, lo cual obliga a verla pensando por qué es una obra maestra.

Esta trampa del juicio es de sobra conocida, y hasta discutir que sea una obra maestra no hace sino reforzar la artimaña. Si a uno le gusta mínimamente la película, es una obra maestra; si a uno le aburre, es que aburrirse es lo propio de las obras maestras, del cine auténtico. Los espectadores estamos condenados a ver esta película bajo el cuestionamiento de si somos capaces de distinguir obras maestras. ¿Será esto?, nos preguntamos. ¿Será este plano del fregadero? ¿Será el blanco y negro? ¿Será este absoluto aburrimiento que me invade lo que define una obra maestra?

Foto: Yalitza Aparicio protagoniza 'Roma'. (Netflix)

De lo que es indiscutiblemente una obra maestra 'Roma' es del sentimiento de culpa. Quien más quien menos, todos hemos despreciado alguna vez a los criados, teniéndolos o no. A partir de ahí, una película cuya alabanza nos depura un poco la maldad tiene todas las papeletas para ser alabada.

La ironía aquí es que 'Roma' está recibiendo muchos premios, siendo como es una película que un niño bien ha hecho sobre las criadas que tuvo. Las criadas nadie sabe dónde acabaron, pero desde luego no en Hollywood, donde sí acabó, como era de esperar, el niño bien. De modo que al hecho de ser un privilegiado se suma la fama y el dinero de hacer arte sobre los que no eran privilegiados. Pero eso no es todo, amigos, pues la ironía gusta de rizarse y darnos lecciones cada vez más hirientes. Resulta que 'Roma', ya antes de los Oscar, esta siendo premiada en las categorías que dan visibilidad únicamente al niño bien, señorito o chaval de buena familia que la ha filmado: nunca se premia a la criada, a la actriz que hace de criada. Ese premio no significaría nada en absoluto para ninguna criada del planeta, y menos para la criada que fue, pero tendría quizá algún valor expiatorio. Sin embargo, es más que previsible que Alfonso Cuarón se lleve él solo dos o tres Oscar a su mansión, que alguna criada limpiará cada semana (¿habrá 'Roma 2. La sirvienta de Sunset Boulevard'?), mientras que Yalitza Aparicio (la criada) no ganará el suyo. A fin de cuentas, ¿qué mérito tiene hacer de criada comparado con hacer una película sobre tu criada?

Es seguro que Netflix lleva un control exhaustivo del visionado de las películas y series de su plataforma, incluyendo qué vídeos dejan de verse y en qué minuto y qué nos dice ese minuto sobre la poca paciencia del espectador. Sería maravilloso saber cuánta gente vio 'Roma', cuántas personas fueron capaces de vérsela además de un tirón, en qué minutos pararon unos y otros, cuántos no retomaron jamás la película y cuántos adelantaron las numerosas escenas que incluye de Cleo -su forzada protagonista- lavando algo.