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Harry Potter se pasa al porno: el adictivo mundo mágico (y muy gay) de Marlon James
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Alberto Olmos

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Harry Potter se pasa al porno: el adictivo mundo mágico (y muy gay) de Marlon James

El escritor jamaicano inicia en Leopardo negro, lobo rojo una vasta trilogía comparada (por aquellos que no la han leído) con 'Juego de Tronos'

Foto: Marlon James. (Reuters)
Marlon James. (Reuters)

Lo de Marlon James con 'Leopardo negro, lobo rojo' (Seix Barral) reúne no pocas de las tonterías habituales en el mundo editorial. Primero tenemos a un autor que, de broma (como él mismo ha confesado), dijo que su incipiente trilogía era un 'Juego de Tronos' modo África. ¿Qué ha hecho la prensa de todo el mundo? Decir que 'Leopardo negro, lobo rojo', de la que además sólo está publicado el primer volumen, es el 'Juego de Tronos' del África legendaria. ¿Por qué han dicho esto? Uno: porque suena bien; dos: porque así no tienen que leerse el libro (800 páginas). Usted haría muy mal acercándose a este primer tercio de la saga con la expectativa de encontrarse a la Daynierys compensatoria y sus dragones de la corrección política. De hecho, es como si le dijeran que hay un pub muy curioso en Madrid decorado con artilugios medievales, y se llevara allí a los niños, para darse cuenta al entrar de que se trata en realidad de un local de sadomaso. No es exactamente lo mismo.

placeholder 'Leopardo negro, lobo rojo'
'Leopardo negro, lobo rojo'

Mientras este humilde lector transitaba estas ochocientas páginas de porno y fantasía, Marlon James aguardaba en su casa la concesión del premio Nacional en Estados Unidos. La nómina de candidatos merece algún análisis. Teníamos a Marlon James como autor de raza negra, origen jamaicano y miembro LGTB; teníamos a una autora de origen marroquí, a otra autora de origen coreano, a otra autora judía pro-rusa y a una señora sin ninguna opción de ganar: sus únicas credenciales para obtener un premio literario eran haber escrito un libro. Yo creo que Benetton no ha llegado tan lejos con los cástings de sus anuncios como el National Book Award de Estados Unidos en su extenuante deseo de no herir sensibilidad alguna. Ganó Susan Choi.

Imprentas en Móstoles

La lectura de esta novela tiene que ver, sin duda, con la sensualidad. No necesariamente la de Leopardo, el James Dean metamorfo y promiscuo que coprotagoniza la saga, sino con la del propio libro. Con la lujuria de sus materiales y el erotismo de su diseño. Es una joya de la edición.

Porque yo simplemente toqué 'Leopardo negro, lobo rojo', y los dedos se me deleitaron por el soft touch de su camisa. Luego lo abrí y vi mapitas, más soft touch, guardas y un gramaje como de orgía de la celulosa. Obviamente el libro está editado en tapa dura. Uno sólo sueña ya con ver, antes de morir, un libro suyo en tapa dura, amigos.

La lujuria de sus materiale, el erotismo de su diseño... Este libro es una joya de la edición

Poco caso hacemos en general al trabajo de las imprentas, ese oficio lleno de obreros anónimos y cortes en las manos. Por ello, vaya mi homenaje a esos talleres sitos en Móstoles, Capellades, Torredonjimeno o Salamanca al describir en detalle (he consultado) la orfebrería palpable de 'Leopardo negro, lobo rojo': 816 páginas a 1/1 en offset ahuesado PQ de 70 gramos; guardas en Geltex LS negro; tapas de cartón nº 20 + forro en Geltex LS blanco impreso a cuatro tintas + barniz; sobrecubierta en estucado brillo de 170 gramos a 4/0 plastificado mate soft touch; y encuadernación tapa dura fresada, lomo redondo y cabezadas negras.

Me apetecía mucho que vieran que también hay poesía en los libros que no abrimos.

Rastreador

Sobre lo que lleva dentro este ajuar de la impresión, ya advertí: poco 'Juegos de Tronos' y mucho cancaneo salvaje. Tenemos a su protagonista y narrador, llamado Rastreador, que relata a un misterioso personaje su periplo profesional como buscador de personas desaparecidas. Su olfato es prodigioso. La gran aventura del libro consiste en localizar a un niño perdido hace años que algo tiene o algo sabe o algo es (James tiene que jugar con las expectativas del lector, lógicamente), y que buscan tantos como tantos tratan de evitar que se le encuentre.

Junto a Leopardo y un montón de frikis obsesionados con el sexo anal (“No le dije que había restos de dos mierdas distintas en aquella prenda, una del marido y otra resultado del marido dando placer en el culo a otra persona”), Rastreador recorre un mundo cuajado de brujas y prodigios, de gigantes y gonorrea. Se mata mucho y se lanzan muchas hachas. Hay una niña hecha de humo y puertas perfiladas en el aire por el fuego... Harry Potter vestido de cuero, en suma. Hacia la página 439 (brillante secuencia en un Registro Civil), el libro se vuelve verdaderamente adictivo. A eso ayuda el estilo vivacísimo de su autor, conservado en su versión en castellano por el premiable trabajo de Javier Calvo. “Pasaron a nuestro lado y también nos traspasaron. Eran fantasmas de elefantes, o recuerdos de elefantes, o bien en algún lado había un dios soñando con elefantes.”

A Marlon James se le va la mano con las violaciones en las primeras cuatrocientas páginas; luego se tranquiliza

En Goodreads he visto a una chica, Jessica, muy decepcionado con las querencias hacia el porno duro de la novela de James. Dice la joven: “El libro es obsceno. No me echan para atrás las cosas sexuales, pero esto es demasiado extremo para mí: violación, violación en grupo, pedofilia, bestialismo, incesto, cuerpos mutilados, asesinatos gráficos, abuso físico y emocional, orgías sin cuenta, tortura, misoginia... Una vulgaridad innecesaria.” Jessica tiene, permítanme el anglicismo, su punto. Es cierto que sale todo eso y que las mujeres en esta novela a lo máximo que pueden aspirar es a ser brujas (“¿Todas las mujeres son brujas para ti, Ojo de Lobo?”). Es decir, el imaginario de Marlon James es mucho más parecido al de James Ellroy que al de George RR Martin. Pero también creo que a Marlon James se le va la mano con las violaciones en las primeras cuatrocientas páginas como se le fue la mano con el sexo a Juego de Tronos (la serie) en las primeras tres o cuatro temporadas: para epatar y fidelizar. Luego se tranquiliza.

Y hay citas como ésta: “La simpatía me gusta. La antipatía me encanta. El asco lo siento. El desprecio lo puedo agarrar con la palma de la mano y estrujarlo. Y el odio..., con el odio puedo vivir durante días.”

Lo de Marlon James con 'Leopardo negro, lobo rojo' (Seix Barral) reúne no pocas de las tonterías habituales en el mundo editorial. Primero tenemos a un autor que, de broma (como él mismo ha confesado), dijo que su incipiente trilogía era un 'Juego de Tronos' modo África. ¿Qué ha hecho la prensa de todo el mundo? Decir que 'Leopardo negro, lobo rojo', de la que además sólo está publicado el primer volumen, es el 'Juego de Tronos' del África legendaria. ¿Por qué han dicho esto? Uno: porque suena bien; dos: porque así no tienen que leerse el libro (800 páginas). Usted haría muy mal acercándose a este primer tercio de la saga con la expectativa de encontrarse a la Daynierys compensatoria y sus dragones de la corrección política. De hecho, es como si le dijeran que hay un pub muy curioso en Madrid decorado con artilugios medievales, y se llevara allí a los niños, para darse cuenta al entrar de que se trata en realidad de un local de sadomaso. No es exactamente lo mismo.

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