Mala Fama
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¿Tienes suficiente dinero como para abrirle la cabeza a un policía?
El caso de la Justicia contra Isa Serra no deja de ser una muestra más de los privilegios de unos pocos
Según una estadística, tres de cada cuatro coches que se encuentran aparcados sobre la acera, en zonas reservadas a minusválidos, en vados o en esas dobles filas que estrangulan el tráfico durante periodos de tiempo enervantemente prolongados corresponden a firmas automovilísticas de alta gama, inmejorablemente Mercedes o BMW. El estudio, tan fiable como cualquier otro, me lo acabo de inventar. Han sido veinte años de vivir en Madrid para darme cuenta, primero, y comprobar después e incansablemente que los dueños de los BMW o los Range Rover o los Volvo manifiestan una inclinación natural por el infringimiento de las normas de circulación, amparados en dos apabullantes evidencias. Una es que tú no sabes quién es el dueño del BMW. La otra es que, si tienes un BMW, normalmente una multita de tráfico vale menos que uno de tus zapatos.
La relación del dinero con la inobservancia de las reglas es muy bonita. Uno tiene dinero, sobre todo, para que no le digan lo que no puede hacer. Cuando más dinero tienes, más cosas que no tienen precio puedes hacer, pues puedes hacer todas aquellas que tienen multa. Por ejemplo, circular a ciento ochenta kilómetros por hora, destrozar la habitación de un hotel, colarte en conciertos, insultar a los fieles en una capilla, correr desnudo por la calle, tirarle piedras a la policía, pintarrajear monumentos históricos, por citar solo las más entretenidas. Todo ese ocio, y mucho más, siendo gratis, te lo permite únicamente el dinero.
En el año 2014, se aprobó una actuación urbanística que remodelaría buena parte del barrio de Gamonal en Burgos. Esta actuación culminaría con el desarrollo de un bulevar que achicaría el espacio libre para que los vecinos pudieran aparcar y supondría una inversión enorme (más de ocho millones de euros) que nada tenía que ver con el barrio sino con el modo que el Ayuntamiento había encontrado de destruirlo. Durante varias noches, desde el 10 de enero, cientos de vecinos se lanzaron a la calle para protestar. Quemaron contenedores y atacaron sucursales bancarias y rompieron mobiliario urbano y se enfrentaron a la policía y fueron convenientemente detenidos. Gamonal debía de ser un barrio pobre, porque la gente que salió a romper las normas no lo hacía porque tuviera dinero para pagar multas, abogados o sobornos, sino porque ya le daba todo lo mismo. Esta es la forma de romper la ley que prefiero, y hasta defiendo: la de quien sabe que va a pagar por su infracción y aun así la comete. Es, en definitiva, lo que hace la gente humilde y honrada, gente que nunca cree que el delito le esté permitido, sino que delinquir es la única forma que le ofrece a veces la vida para dignificarse, al precio que sea.
Esta es la forma de romper la ley que prefiero, y hasta defiendo: la de quien sabe que va a pagar por su infracción y aun así la comete
Ese mismo año de 2014 y solo dos semanas después, en el barrio de Lavapiés de Madrid se produjo un desahucio. Varias decenas de personas fueron convocadas para impedir que la policía desalojara a un minusválido de su vivienda. Obviamente no lo consiguieron porque tampoco se va a impedir desahucios cuando se va a impedir desahucios. Completado el procedimiento, los manifestantes y la policía se enzarzaron en una pelea. Parece que hubo pedradas, insultos, lanzamiento de objetos y, en fin, diversión a raudales. Una de las personas que se lo pasó pipa fue Isabel Serra, hoy líder y portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid.
Seis años después de los hechos, un juez ha condenado a Isa (sic) Serra a 19 meses de cárcel y una multa similar a lo que cobra cada mes del erario público. 5.000 euros, creo. La parlamentaria madrileña está indignada con la sentencia, que al parecer se basa en falsedades, pues ella no llamo “zorra” o “cocainómana” a una policía ni le dijo “te follas a todos los municipales” ni mucho menos “si fuera tu hijo te pegaría un tiro”. Estas palabras, deducimos, se las inventó la propia agente, con bastante vuelo imaginativo, debo decir. También ha sucedido, según Serra, que otros policías, creo que hasta 11, se han puesto de acuerdo para respaldar las trolas de su compañera y afirmar que Serra estuvo allí y se comportó de forma muy poco amable con ellos. El caso es que Isabel Serra no entiende por qué cojones la condenan. ¿Ustedes lo saben? ¿Dirían que es por “intentar impedir un desahucio” o por “lesiones, daños y atentado a la autoridad”? En definitiva, ¿somos progres o somos fachas? Siento decirles que todas estas preguntas se inscriben en el irrelevante marco de la retórica. A Isabel Serra la han condenado simplemente porque se lo puede permitir.
Como yo no me puedo permitir 19 meses de cárcel y 5000 euros de multa, no voy por ahí abriéndole la cabeza a la policía o llamando zorra a nadie. Cuando lo haga, no será porque ya me lo pueda permitir, sino porque otros lo que no me habrán permitido a mí será vivir, y habré perdido consecuentemente la cabeza y me dará todo lo mismo. Gamonal.
El caso es que Isa Serra ha recurrido y aguarda humildemente el dictamen del Tribunal Supremo. Lógicamente espera ser absuelta, dado que ella, como cualquier madrileño de buena familia, piensa que puede hacer lo que le dé la gana. Son muchos años de ver a papá aparcar el coche sobre la acera, amigos. Mientras, ha salido a socorrerla el vicepresidente del Gobierno de España.
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Fue Pablo Iglesias —mi cinismo es el suyo, observen— el que dijo, según puede verse en alguno de los vídeos que circulan por la red, que un desahucio era, en realidad, una acción propagandística. Es decir, nadie va allí a preservar el derecho a la vivienda de una persona, sino a hacerse publicidad, un currículum y un montón de selfis. La persona desahuciada nos importa incluso menos que al abnegado policía que tiene que cumplir con el penoso deber de echarla de su casa. Iglesias, ya como vicepresidente del gobierno de España, afirma que Serra es condenada porque no tiene contactos en las altas esferas, ni privilegio alguno, siendo que él no es un contacto de Serra con silla en el consejo de ministros ni ella ha sido juzgada en virtud de las ventajas que supone el aforamiento. Está lo de Ai Weiwei secuestrado durante ochenta y un días por el gobierno chino y está lo de Isa Serra; no hay más. Ese es el techo tangible del terror.
Hasta Marlaska y 30 juristas de postín, con Baltasar Garzón a la cabeza, han afirmado que Iglesias puede decir lo que le dé la gana
También los ministros de Podemos operan a favor de que la injusta condena sea revocada, y hasta Marlaska hace ya sus cabriolas, amén de como 30 magistrados y juristas de postín, con Baltasar Garzón a la cabeza, que han afirmado que Iglesias puede decir —nuevamente— lo que le dé la gana. Así las cosas, se equivocan los que piensan que hay miedo a que Isa Serra no pueda seguir cobrando del dinero público, pues, si todo saliera mal, acabaría cobrando de Podemos con toda seguridad; es decir, del dinero público. Isa Serra tiene tantas posibilidades de acabar mandando currículums como de lograr impedir algún día un desahucio: ninguna.
Pero no desesperemos. La Justicia más dulce y enamorada aún puede presentarse en el caso, y esparcir su polvo de hadas para que nuestra inocente activista sea reconocida como la Juana de Arco de los desahucios, el ángel custodio del 5%. La corrupción judicial, policial y política, toda junta, que no pudo impedir que Pablo Iglesias llegara a vicepresidente del Gobierno o Carmena a alcaldesa ha desplegado, ahora sí, toda su bajeza procesal para arruinar la carrera de una líder autonómica cuyo único mérito es haber dejado a la formación morada al borde mismo de la desaparición. ¡Los fascistas quieren un Podemos mejor en Madrid! No pararán hasta conseguirlo. Son así.
Según una estadística, tres de cada cuatro coches que se encuentran aparcados sobre la acera, en zonas reservadas a minusválidos, en vados o en esas dobles filas que estrangulan el tráfico durante periodos de tiempo enervantemente prolongados corresponden a firmas automovilísticas de alta gama, inmejorablemente Mercedes o BMW. El estudio, tan fiable como cualquier otro, me lo acabo de inventar. Han sido veinte años de vivir en Madrid para darme cuenta, primero, y comprobar después e incansablemente que los dueños de los BMW o los Range Rover o los Volvo manifiestan una inclinación natural por el infringimiento de las normas de circulación, amparados en dos apabullantes evidencias. Una es que tú no sabes quién es el dueño del BMW. La otra es que, si tienes un BMW, normalmente una multita de tráfico vale menos que uno de tus zapatos.