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Maradona, la droga de Dios
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Alberto Olmos

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Maradona, la droga de Dios

Muere el mejor jugador de todos los tiempos

Foto: Diego Armando Maradona. (Reuters)
Diego Armando Maradona. (Reuters)

Diego Armando Maradona fue fundamentalmente un enemigo del fútbol. De hecho, Maradona no jugaba al fútbol salvo cuando jugaba mal y se la pasaba a alguien. Cuando jugaba bien, no hacía fútbol, sino cierta forma de acaparación deportiva. Si el fútbol es un deporte de equipo, Maradona no necesitaba equipo, pues su manera de entender el fútbol era simplificarlo en malabares, monologarlo y devolverlo a la sencillez inaudita del niño que tira la pelota contra la pared, y siempre le vuelve al pie.

Los mejores momentos de Maradona pueden verse espigados en varios vídeos de YouTube, y en ninguno de ellos Maradona juega al fútbol con nadie, pues sus compañeros están para pasarle el balón y ver qué hace con él. Tampoco parece, en estos vídeos, que Maradona juegue contra nadie. Está él solo en el campo. Maradona necesita todo un campo de fútbol para que entendamos qué cosa tan aburrida es el fútbol cuando juegan once contra once, todos colocaditos y sistémicos, funcionales como bolardos. Es mucho más bonito ver a un solo jugador adentrándose en lo salvaje.

Su gol más revisitado, el que metió a Inglaterra en 1986, es un ejemplo de la soledad del talento, de cómo el talento fabrica soledad, regate a regate, hasta plantarse frente a una portería donde no hay portero y el gol ya estaba metido. Maradona metía los goles que ya había metido de niño.

En rigor, tampoco los árbitros acompañaban el fútbol hamletiano de Maradona. Su segundo gol más famoso lo hizo con la mano, y ni viendo ahora esa mano tocar el balón somos capaces de anularle el gol. Maradona decidió que, por una vez y solo para él, meter goles con la mano era legal en el deporte del balompié. No hay Dios sobre el mundo capaz de negarle a Maradona que los goles se pueden meter con la mano.

Maradona no tenía ni puta idea de fútbol, pero todo lo hacía fútbol: lo inventaba él. Este gol hoy lo puedo meter con la mano.

No hay Dios capaz de negarle a Maradona que los goles se pueden meter con la mano

Años después de estos goles, regates, rabonas, cosas locas que hizo, en Barcelona, Sevilla o Nápoles, se puso de entrenador para demostrarnos que no había aprendido nada sobre fútbol. Su modo de ser entrenador solo pudo ser el pasmo. Ver a sus jugadores con la pelota y no comprender por qué las jugadas no les salían solas, pues resultaba que había que darles instrucciones y gritos, y cambiar a un inútil por otro, y solo se conseguía prolongar la inutilidad. Qué impotencia ser un entrenador llamado Maradona, que tiene que pensar el fútbol cuando ya lo tenía plenamente entendido.

Cocaína

La droga hizo daño a Maradona, sí. Pero la droga del fútbol, concretemos. La otra droga era para paliar el bajón de dejar la primera. La cocaína no es una droga tan mala como no volver a meter un gol. Hay gente que cree que va muy puesta y ni siquiera se ha regateado a siete.

De Maradona queda, pues, YouTube, el fútbol inolvidable de cuatro jugadas de 20 segundos en un partido que duraba 90 minutos y que nadie recordará nunca salvo porque Maradona dignificó unas gotas de su tiempo. Y queda, claro, el debate, si fue Maradona o Messi, o Cruyff o Pelé o DiStefano, el mejor jugador de todos los tiempos. Es un debate fácil de resolver.

Todo el planeta Tierra ha visto jugar a Maradona. Maradona juega al fútbol en la memoria del pueblo, y eso es definitivo

Los viejos del fútbol siempre dijeron, cuando llegó uno y maravilló, que tú no viste jugar al otro que maravilló antes, y así no había manera de dar el acanto. Pues bien, a Maradona lo ha visto jugar todo el mundo, y por eso no hay nada que debatir: es el mejor. Sin verlo en su momento, ni en el campo ni por televisión, incluso sin haber entrado nunca en YouTube buscando sus destrezas; digo más: incluso cambiando de canal la tele si acaso ponían una jugada mítica de Maradona, todo el planeta Tierra ha visto jugar a Maradona. Maradona juega al fútbol en la memoria del pueblo, y eso es definitivo.

Maradona es el fútbol solo con que suene su nombre, solo con que salga una foto suya en cualquier sitio, solo con escribir el número 10 en un cuaderno. Si usted acaba de empezar a leer un libro, al llegar a la página 10 estará viendo a Maradona jugar al fútbol. El 10 no es un número, es Maradona.

Diego Armando Maradona fue fundamentalmente un enemigo del fútbol. De hecho, Maradona no jugaba al fútbol salvo cuando jugaba mal y se la pasaba a alguien. Cuando jugaba bien, no hacía fútbol, sino cierta forma de acaparación deportiva. Si el fútbol es un deporte de equipo, Maradona no necesitaba equipo, pues su manera de entender el fútbol era simplificarlo en malabares, monologarlo y devolverlo a la sencillez inaudita del niño que tira la pelota contra la pared, y siempre le vuelve al pie.

Diego Armando Maradona Drogas
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