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Goodreads y el horror de que te digan lo malo que es tu libro
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Alberto Olmos

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Goodreads y el horror de que te digan lo malo que es tu libro

La red social de reseñas y listas privadas de lectura parece importar ya más a los nuevos autores que los suplementos clásicos

Foto: Logo de Goodreads
Logo de Goodreads

En el año 2006 se creó Goodreads, en principio, una inocente web de recuento de lecturas para el público general que, con el paso de los años, ha acabado convirtiéndose en algo más complejo y peligroso. Diríamos que se encuentra ya entre el suplemento literario y un parqué donde los escritores ven subir y bajar sus acciones; también es una red social que reproduce tanto el cabildeo tradicional de la literatura como la fraternidad entre lectores; y es una herramienta promocional, un generador de disgustos gratuitos y, cómo no, un lugar fantástico para perder el tiempo. Yo ya no leo nada sin mirar antes qué dice Goodreads; o sea, el pueblo.

Por ejemplo, les iba a reseñar este lunes 'Páradais' (Random House), de Fernanda Melchor, una novela de escritura extraordinaria que, por lo que sea (eso iba a tratar de comprender en mi reseña) no ha acabado de convencerme. En la actualidad, una crítica literaria que no diga de un libro que es una obra maestra es una crítica destructiva, imperdonable y propia de desalmados. Ya sólo por decir que no te gusta el título de una novela eres un ser despreciable. Y si pones un pero a un libro escrito por una mujer, ni les cuento. Los autores han perdido ese placer de triunfar sobre sus odiadores, quieren triunfar blandamente, ganar diez a cero, sacar el 100% de los votos en las elecciones. La tiranía de la vanidad.

Es una herramienta promocional, un generador de disgustos gratuitos y, cómo no, un lugar fantástico para perder el tiempo

El caso es que 'Páradais', por introducirles desde la concreción en el universo Goodreads, tiene 484 ratings en esta web de lectores. Son muchos para un libro que apareció publicado en febrero. La nota media es 3,97 sobre 5. Fernanda Melchor dispone de 1.199 seguidores, que también son un montón. 122 personas se han molestado en explicarnos qué les ha parecido el libro. Y 1.563 lo han marcado para leerlo en algún momento. Son cifras excelentes para un libro en español.

Cuando empezó Goodreads, había poco trajín con la literatura en nuestra lengua. Yo tuve una primera cuenta que abandoné. Todo giraba en torno a la literatura anglosajona. Sin embargo, hace algunos años me percaté de que necesitaba finalmente anotar lo que leía, clasificarlo y no olvidarlo, aunque sólo fuera para dar respuesta a preguntas recurrentes del oficio, como cuáles serían los mejores libros del siglo XXI, tus libros favoritos de mujeres o tus libros de relatos predilectos.

El cambio

Mi vuelta encontró Goodreads muy cambiado, ahora había abundante actividad en español y los autores jóvenes tenían una forma muy avispada de utilizarlo. Siempre había sido fascinante poder ponerle 5 estrellas de 5 a Kafka, Shakespeare o Musil y otras 5 a Ignacio Martínez de Pisón o Rafael Reig; ¡y no digamos ponerle 4 a Kafka y 5 a Reig! Goodreads nos mezclaba a todos los que alguna vez hemos publicado libros y permitía equiparaciones algo escandalosas. Sin embargo, lo nuevo era la frecuencia con la que un autor contemporáneo le ponía 5 estrellas a la novela de un autor contemporáneo... que era él mismo, a la vista de todos y sin mayor disimulo. Y a la novela de su novio escritor, de su amigo o del autor que él mismo editaba en su sello. Dense cuenta de que en FilmAffinity, el equivalente peliculero de Goodreads, no ves a Álex de la Iglesia, con su nombre y apellidos, ponerle un 10 a 'El día de la bestia'.

Goodreads parece un suplemento literario de toda la vida; es decir, un lugar donde todos somos los mejores escritores de España

Como el suicidio, esta práctica desesperada puede extenderse, y así encontramos a los propios autores solicitando en sus perfiles de Twitter o Facebook que la gente le ponga 5 estrellitas en Goodreads (y en Amazon, de paso). A ello hay que sumar ese estatuto particular del escritor en Goodreads si se abre una cuenta con su propio nombre (Goodreads Author), desde la que ejerce al mismo tiempo de lector que puntúa y de autor que se autopromociona, y donde los followers ya no lo son del autor mítico e intocable (un Marías) que ni sabe que existe Goodreads, sino de un perfil activo, simpático y en permanente campaña de captación de clientes. La consecuencia de todo esto es el aumento de novelas actuales que son tan buenas como el 'Quijote', mejores que 'En busca del tiempo perdido' y más leídas que El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio. Ferlosio, de hecho, tiene 34 seguidores en Goodreads. Es un don nadie. Valle-Inclán tiene 122.

Por ahí es por donde Goodreads parece un suplemento literario de toda la vida; es decir, un lugar donde todos somos los mejores escritores de España.

Pero entonces llega el horror, que diría Conrad. El autor joven surca el Congo alegremente, contempla sus elogios montañosos y sus ditirambos lacustres, pero le falta algo, le pueden las dudas ante una unanimidad tan cotidiana y, en el fondo, altamente artificial (no en vano él mismo ha calificado su propio libro con la máxima puntuación 24 horas después de que sea publicado), y por fin encuentra la verdad, su coronel Kurtz. Un usuario llamado El Hada Lectora le ha puesto una estrella y ha dicho que su libro es una puta mierda (con esas palabras, además). El horror, el horror.

Un usuario llamado El Hada Lectora le ha puesto una estrella y ha dicho que su libro es una puta mierda

Todo se desmorona, caer y levantarse, pedir ayuda, clamar al cielo, cerrar el Mac pillándose el corazón con el filo, morir entre grandes dolores. El mundo había bendecido tu libro, pero El Hada Lectora te oprime, ofende, olvida. Una tipa que seguramente se llama María y vive en Plasencia con sus dos hijos y un marido delineante. ¡Estás hundiendo el futuro de la literatura española, María, con tu libertad de opinión de los cojones!

Así vemos que un autor que ha vendido decenas de miles de libros, salido en todas partes, recibido reseñas exclusivamente beneficiosas de los críticos más importantes (y que además se ha puesto 5 estrellas a sí mismo, no lo olvidemos), vemos que ese autor, digo, no puede comprender a la mujer del delineante de Plasencia, no puede asumir que su libro no le guste a alguien y encima lo diga en voz alta, en Internet. Goodreads ha pasado a ser, de hecho, el Tripadvisor de los escritores, un lugar donde cualquier ciudadano te hunde el negocio del ego sólo con decir que los tenedores sobre el mantel estaban un poco torcidos antes de empezar la comida. Nunca se vio algo así, tan deteriorada democracia: un lector al que no le gusta un libro.

En Goodreads se ve mucho, y a veces las opiniones de estos lectores rasos son deliciosas, verídicas, entrañables. “Yo no podría hacerlo mejor que usted”, escribe uno, desafecto con la novela reciente de un autor de prestigio, “y, mire, aquí ando con la exigencia de un niño caprichoso al que todo se le debe”.

Con todo, Goodreads genera sus propias escabechinas. Mi favorita es cuando después de oír a un autor o editor anunciar alegremente que sus libros están traducidos a ocho, diez, veinte idiomas, voy a esta página y compruebo que nada saben en Brasil o Polonia de ellos. Goodreads registra con impresionante diligencia todas las ediciones de un libro. En los años noventa, todo el mundo estaba traducido a Francia, simplemente porque tenías que ir a una librería en Francia si querías ver el libro que un autor decía que le habían sacado allí.

Goodreads, a tus solas, es mejor, valioso de veras. De pronto, ves ahí, en una cifra abultada, todos los libros que has leído en tu vida, la melancolía de tantas horas absurdas leyendo. Yo me he pasado tardes enteras puntuando las novelas que leí con veinte y treinta años, sólo por saber que las leí. Y eso es prácticamente todo lo que queda de ellas, un número, 1345, 2109 o 3000, un contador de niño que ahorraba céntimos; el epitafio de un lector de verdad.

En el año 2006 se creó Goodreads, en principio, una inocente web de recuento de lecturas para el público general que, con el paso de los años, ha acabado convirtiéndose en algo más complejo y peligroso. Diríamos que se encuentra ya entre el suplemento literario y un parqué donde los escritores ven subir y bajar sus acciones; también es una red social que reproduce tanto el cabildeo tradicional de la literatura como la fraternidad entre lectores; y es una herramienta promocional, un generador de disgustos gratuitos y, cómo no, un lugar fantástico para perder el tiempo. Yo ya no leo nada sin mirar antes qué dice Goodreads; o sea, el pueblo.

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