Es noticia
Me he leído por ustedes una gran novela que nadie leyó en su día y les voy a contar
  1. Cultura
  2. Mala Fama
Alberto Olmos

Mala Fama

Por

Me he leído por ustedes una gran novela que nadie leyó en su día y les voy a contar

El libro de José Avello, 'Jugadores de billar', publicado hace más de 20 años, sigue esperando a sus lectores

Foto: Foto: Pixabay.
Foto: Pixabay.

Fíjense lo excitantes que serán las novedades de 2022 anunciadas acríticamente por todos los periódicos que muchos prefieren leer el 'Ulises', de Joyce, publicado hace cien años, y otros 'Anéantir', de Michel Houellbecq, aparecido solo en francés y no disponible en español hasta dentro de unos meses. Yo mismo he pasado el comienzo de año leyendo las más de 600 páginas de 'Jugadores de billar', de José Avello (Trea), publicada en el año 2001. Cualquier día descubrimos que “escuchar con los ojos a los muertos” (Quevedo) sale más a cuenta que soportar con santa paciencia a los vivos.

La obra muerta, en fin. 'Jugadores de billar' puede servir de homenaje a todos esos grandes libros publicados alguna vez y que, no ganando el Premio Nacional ni llegando siquiera a segundas ediciones enjundiosas (no digamos a nada parecido a la popularidad), pasan a engrosar el panteón literario de la pura posibilidad. ¿Y si…? ¿Y si 'Jugadores de billar' hubiera ganado el Premio Nacional de Narrativa; y si hubieran rodado una película con ella; y si un editor alemán la hubiera publicado en Bonn y hubiera vendido un millón de ejemplares y entonces y solo entonces en España el gran público se hubiera animado a leerla? ¿Y si simplemente el gran público, en el año 2001, se hubiera animado a leerla?

placeholder 'Jugadores de billar', de José Avello. (Trea)
'Jugadores de billar', de José Avello. (Trea)

El error monumental de 'Jugadores de billar', lo que la convierte en otra ánima literaria que arrastra las cadenas de su calidad por las habitaciones vacías de la Cultura, no es responsabilidad de su autor. No, José Avello hizo lo que tenía que hacer: una obra ambiciosa, mimada, pulida, significante, romanticona y festiva. El error es de Dios. De eso que tiene Dios sentado en las rodillas: la puta suerte.

No hubo suerte, sin más. Haces una gran novela y nadie la lee, nadie la premia, nadie la traduce, nadie la 'peliculea'. Otro hace una novela muy mala y le pasan todas esas cosas. O, lo que es más doloroso, otro hace una novela muy buena y le pasan todas esas cosas. No tienes, por tanto, dónde refugiar tu desespero: también las novelas muy buenas funcionan a veces.

José Avello hizo lo que tenía que hacer. El error es de Dios. De eso que tiene Dios sentado en las rodillas: la puta suerte

En la red de bibliotecas de la Comunidad de Madrid hay disponibles 17 ejemplares de la edición de 2001 de Alfaguara. Se han prestado 113 veces (en la web de las bibliotecas públicas figura este dato con cada libro). O sea, en dos décadas, solo 113 personas han leído el libro. En 2018, se reeditó la novela en la editorial Trea, de la que esta red bibliotecaria tiene comprados ocho ejemplares, que han sido tomados en préstamo en 21 ocasiones. Creo que hay adoquines en Madrid donde la gente tropieza más veces al día que personas que han leído 'Jugadores de billar' en España.

Yo la he leído para ustedes.

'Jugadores de billar'

José Avello (Cangas del Narcea, 1943; Madrid, 2015) dio poco la tabarra: solo publicó dos novelas. Con 'La subversión de Betty García' quedó finalista del Premio Nadal (cuando esto significaba algo) en 1983. Dieciocho años después, publicó 'Jugadores de billar'. Su ópera prima también ha sido reeditada por Trea, aunque le he visto poco interés.

'Jugadores de billar', sin embargo, es una gran novela, no solo por su imponente extensión. Se trata de una obra de personajes y prosa, que coquetea con el 'thriller' y el género gótico, aunque su fondo estético participa siempre de cierto romanticismo entrañable, del vuelo largo de la amistad.

placeholder El escritor José Avello, fallecido en 2015.
El escritor José Avello, fallecido en 2015.

Primero tenemos a cuatro amigos, que juegan al billar en un bar concreto de Oviedo, el Mercurio. Luego tenemos, va dicho, la prosa: "El café Mercurio era un viejo cafetón de mesas de mármol que pasó milagrosamente los devastadores años sesenta sin plastificarse en cafetería americana (por ejemplo, bajo el atractivo nombre de Mercury). Después logró mantenerse en su gloriosa decrepitud gracias al amable carácter de sus dos socios propietarios, cuñados entre sí, cuya feroz inquina mutua paralizaba cualquier iniciativa de reforma e incluso la simple y clamorosa necesidad de darle una mano de pintura". Esta prosa con mucho adjetivo, atenta a la música, expansiva y muy fluida y humorada preside toda la obra. Tiene, 'Jugadores de billar', esa necesidad e intención de hacerse grata, como las obras de García Márquez, Landero o Mendoza, donde se narra sin dificultades, dando gusto con la palabra al querido lector, entreteniendo siempre.

La novela se sitúa en los años noventa, en un Oviedo muy trabajado en cada página, pues salen muchas de sus calles y oficios, tiendas, gentes, universidades y farmacias. No es improbable que buena parte del olvido que pena 'Jugadores de billar' se deba que no ubicó su historia en Madrid o, mejor aún, en Manhattan.

No es improbable que buena parte del olvido que pena 'Jugadores de billar' se deba que no ubicó su historia en Madrid o, mejor aún, en Manhattan

Avello trata, como quería García Márquez, con sumo cariño a todos sus personajes, y no en vano el narrador es uno de ellos, graciosamente oculto durante más de la mitad del libro. Este narrar a gente que quieres tiene su momento bonito cuando se escribe: "La verdad es que da gusto contar estas cosas de un amigo".

Empapada de sentimentalidad, la novela aborda la peripecia intersocial de una ciudad de provincias, con familias pudientes que rivalizan entre ellas, pobres desgraciados que se mezclan con la alta sociedad y amores imposibles desde niños. Hace pie la trama en nuestra Guerra Civil para aclarar el origen tan turbio de muchas grandes fortunas, y también se dan pinceladas muy sabrosas sobre la década de los noventa, donde la corrección política empezaba a fraguarse y la cocaína matizaba cualquier negocio. "Ellos siempre habían odiado Madrid", leemos ya avanzado el libro.

Con un personaje jorobado, y loco de amor por una jovencita, en lo que no es sino la versión con mucha sidra de Quasimodo y aun del fantasma de la ópera, Avello gusta de dibujar espacios, narrar paisajes y hacernos ver el fondo de los pasillos. Este momento gótico tiene su extremo en algunas perversiones sexuales que se dan cita en la obra, donde el sexo no está casi nunca ausente, y muchas veces con una gracia y alegría magistrales.

Avello escribe tan bien que, en ocasiones, se deja ir, suena todo a piloto automático de palabrería, siendo incluso esos pasajes altamente disfrutables. Así, de las 633 páginas que tiene la novela en su primera edición, un buen editor le hubiera quitado 15. Solo 15.

'Jugadores de billar' trata, en suma, del "corazón de la tristeza", de estar uno acabado y estar todos los amigos acabados

Porque Avello lo narra todo y el lector no puede decir cuando 'Jugadores de billar' se acerca al final qué leyó exactamente, pues hay tramos de novela romántica, otros de novela histórica, pasajes cercanos, como decimos, al género negro o al género gótico, y muchos diálogos realistas absolutamente impecables. Así, apropiándonos de una feliz expresión del propio libro, 'Jugadores de billar' trata, en suma, del “corazón de la tristeza”, de estar uno acabado y estar todos los amigos acabados y ver si de eso se puede sacar alguna conclusión.

Y la conclusión es que la vida son carambolas, un juego de suerte y pericia, donde no se sabe dónde acaba una y dónde empieza otra, ni cuándo hay que ponerle tiza al taco.

Fíjense lo excitantes que serán las novedades de 2022 anunciadas acríticamente por todos los periódicos que muchos prefieren leer el 'Ulises', de Joyce, publicado hace cien años, y otros 'Anéantir', de Michel Houellbecq, aparecido solo en francés y no disponible en español hasta dentro de unos meses. Yo mismo he pasado el comienzo de año leyendo las más de 600 páginas de 'Jugadores de billar', de José Avello (Trea), publicada en el año 2001. Cualquier día descubrimos que “escuchar con los ojos a los muertos” (Quevedo) sale más a cuenta que soportar con santa paciencia a los vivos.