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Se busca escritora hablando bien de sus hijos
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Alberto Olmos

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Se busca escritora hablando bien de sus hijos

Alejandro Zambra se excede con la luz en 'Literatura infantil' y Laura Alcoba con la oscuridad en 'A través del bosque'

Foto: Madre de Joaquín Sorolla. (Museo Sorolla)
Madre de Joaquín Sorolla. (Museo Sorolla)

Una teoría muy de cuarenta grados ahí fuera es que la medida del amor de unos padres por sus hijos la da cierta obsesión por el registro. Por ejemplo, por hacerles fotos. Miren si ha cambiado la crianza y el amor al hijo que antes tenía uno de su infancia cuatro fotos, y tres eran debidas a ritos católicos, la fotogenia de Dios. El bautizo, la comunión y una boda. Antes a los niños se los tenía para verlos poco, mientras que ahora queremos seguir viéndolos a todas horas, y hasta detenidos en sus más encantadores momentos (los dos años, los cuatro años). Este deseo de atrapar el crecimiento con fotos y vídeos y anotaciones en diarios afecta también a los escritores. Yo pienso que la inclinación por escribir un libro sobre tus hijos es lo natural si los quieres.

Esto puede interpretarse como que los escritores varones han tardado milenios en querer a sus hijos. Sería una interpretación acertada. A los genios, los niños se los cuidaban sus esposas (con criadas o sin ellas) como si los hijos biológicos fueran la "familia pequeña" del Autor, comparada con la Gran Familia que era su puñetera Obra. Ya les conté un día que Sánchez Dragó me dijo sin pestañear que renunciaría a todo, "incluso a mis hijos", antes que a los libros que había escrito. Pues los demás, igual.

Los escritores de hoy escriben sobre lo bonito que es tener hijos y las escritoras sobre lo horrible que es tenerlos

Cuando uno se enteraba de que García Márquez tenía un buen puñado de hijos, se sorprendía, porque creo que ni les dedicó un libro. Maravillarse con el hielo y las revoluciones, y no con los propios hijos, es algo que no llega uno a entender bien, ciertamente. El realismo mágico lo ha inventado delante de mis ojos mi hijo pequeño en dos tardes, y sin darse tantas ínfulas.

El caso es que, como vemos en la película Una vida no tan simple (Félix Viscarret), ahora lo normal es que los hombres/padres cuiden de sus hijos, carguen con ellos y les dediquen todo el tiempo posible. Y como los escritores varones son hombres normales, al final tienen que escribir un libro sobre el hijo porque es el tema que conocen más; el tema que les urge.

Apuntemos breve e inocentemente que, así a ojo, los escritores varones de hoy escriben sobre lo bonito que es tener hijos y las escritoras de hoy escriben sobre lo horrible, realmente horrible, que es tenerlos.

Ahí está Manu (Pepitas de calabaza), de Manuel Jabois, Hijo (Candaya), de Raúl Quinto o, con perdón, mi propio Irene y el aire (Seix Barral). Todos escritos a favor. No sé si hay algún libro de una escritora que diga algo bonito sobre la maternidad.

Foto: Detalle de portada de 'Irene y el aire'. (Seix Barral)

Y muy a favor de los niños se muestra también Literatura infantil (Anagrama), la nueva pirueta de ese extraño escritor de éxito que es el chileno Alejandro Zambra. A mí me gusta mucho en general, pero algunos de sus libros no los entiendo (Poeta chileno, verbigracia, que además es su novela más difundida).

Zambra, de la escuela escueta del ingenio, aborda cada libro (¡menos Poeta chileno!) con intención de novedad. ¿Cómo hacer algo distinto, aunque sea sólo un poquito?

En esta compilación de diario y cuento, la gracia empieza por el título. Literatura infantil para un libro sobre el hijo. Y sigue en la dedicatoria: "Para la mamá de Silvestre y para el hijo de Jazmina". Ya ven. El primer texto, un diario sobre ver crecer al niño, está estructurado en trocitos numerados como de forma aleatoria. No: el número corresponde al día de vida del pequeño. El último capitulillo es, claro, el 365. Buen momento para parar.

Lo normal es que los padres cuiden de sus hijos y les dediquen todo el tiempo. Si tienen que escribir lo harán sobre lo que conocen

Zambra es todo así, cuando va fino: pura delicadeza en las decisiones narrativas.

Tanto en este comienzo (titulado como el volumen), como en todo lo que sigue, Zambra se presenta como un padre moderno, pero realmente no llega a irritarte nunca. "La biología nos asegura un lugar en sus vidas, pero igual ansiamos que nos elijan como padres. Que alguna vez digan esta frase tan maravillosamente rara: mi padre fue mi verdadero padre".

Con todo, al libro le falta algún dolor, alguna oscuridad, un irse la vida complicando. Una vida no tan fácil, en efecto. Literatura infantil es un libro tan feliz, reposado, de buen conformar, que acaba uno pidiéndole algún susto, alguna contrariedad. Pero la vida de Zambra no nos da ninguna contrariedad.

Como ven, es difícil encontrar a una escritora que escriba sobre lo feliz que es un personaje femenino dando la merienda a sus hijos

En el polo opuesto, y por casualidad, me he encontrado la novela de Laura Alcoba, A través del bosque (Alfaguara). Empieza con una madre que ahoga a sus hijos en una bañera. Pero sólo a dos de los tres que tiene. La hija mayor estaba en la escuela. Es un comienzo de mucho entusiasmo, sí.

Pero pronto la cosa se embarulla, con migraciones políticas y pasados de represalia, y una investigadora (la propia autora) tratando de entender el rapto filicida de la mujer. Y ahí me di de baja.

Como ven, es difícil encontrar a una escritora que escriba sobre lo feliz que es un personaje femenino dando la merienda a sus hijos.

Una teoría muy de cuarenta grados ahí fuera es que la medida del amor de unos padres por sus hijos la da cierta obsesión por el registro. Por ejemplo, por hacerles fotos. Miren si ha cambiado la crianza y el amor al hijo que antes tenía uno de su infancia cuatro fotos, y tres eran debidas a ritos católicos, la fotogenia de Dios. El bautizo, la comunión y una boda. Antes a los niños se los tenía para verlos poco, mientras que ahora queremos seguir viéndolos a todas horas, y hasta detenidos en sus más encantadores momentos (los dos años, los cuatro años). Este deseo de atrapar el crecimiento con fotos y vídeos y anotaciones en diarios afecta también a los escritores. Yo pienso que la inclinación por escribir un libro sobre tus hijos es lo natural si los quieres.

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