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A lo mejor no existe la solidaridad entre mujeres
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Alberto Olmos

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A lo mejor no existe la solidaridad entre mujeres

Sheena Patel radiografía en 'Soy fan' los amores ligeros, obsesivos y desleales que promueve la tecnología

Foto: Foto: Getty/Alexander Koerner.
Foto: Getty/Alexander Koerner.

Uno ha acabado por preguntarse si las editoriales españolas saben realmente lo que publican. Después de llegar hasta la página cincuenta de Soy fan, la amarga y no poco peligrosa primera novela de la inglesa Sheena Patel, leí lo que Alpha Decay —sello que nos trae este debut— desgranaba en la contraportada del libro. Para ellos, se trata de una novela sobre una mujer "hija de inmigrantes" enfrentada a "una mujer blanca privilegiada" por el amor de un hombre casado en el marco de "la opresión del patriarcado". Cómo no, la palabra "relación" viene inmisericordemente acompañada por el adjetivo "tóxica". Esta cuarta de cubierta o sinopsis oficial valdría casi para cualquier novela contemporánea firmada por una mujer. Es probable que en Alpha Decay no se hayan leído el libro y vayan poniendo la misma sinopsis a todos los que les llegan.

El hecho de que la autora (ya su nombre y la foto en la solapa lo indican) no tenga sangre inglesa lleva a la editorial a considerar que esto es muy importante en un libro en primera persona sobre una mujer que no tiene sangre inglesa. En rigor, uno no encuentra en Soy fan mayores pistas raciales sobre la protagonista hasta la página 115, y desde luego su raza no se subraya o exhibe o problematiza en ningún momento.

placeholder Portada de 'Soy fan', de Sheena Patel.
Portada de 'Soy fan', de Sheena Patel.

Al incidir además en que la "mujer blanca" es una "privilegiada", esta sinopsis crea un conflicto central fruto de la pura imaginación propagandística de sus comercializadores. Todo se fuerza ("patriarcado": martillazo; "sociedad multicultural": otro martillazo…) para conseguir el producto exacto que no se sabe quién está pidiendo. Da igual lo que una autora escriba, al final siempre ha escrito una novela feminista, anticapitalista y llena de sororidad.

La realidad es que Soy fan es la historia de una maltratadora consumista y probablemente psicópata que ve en las demás mujeres a su principal enemigo. No suena igual, ¿eh?

Decenas de páginas de infidelidad

En la presentación editorial de la novela se evita mencionar un pequeño detalle: la narradora tiene novio y le es infiel. Esta infidelidad llena decenas de páginas, mientras que el origen étnico de la protagonista no debe de ocupar más de dos frases. Es una infidelidad aplastante, despectiva, muy paladeada. Leemos: "Mis amistades me piden que le hable bien a mi novio, se compadecen de él (…). Me burlo públicamente de su incapacidad para follarme, para dominarme como yo quiero. Esto lo hace menos hombre a mis ojos y por eso cuando estamos con gente el desprecio me rezuma por los poros".

El hombre que de verdad le gusta a nuestra obsesiva narradora coincide en ser el hombre que le gusta a todas las mujeres. Está casado y es infiel a diario y, según épocas, puede tener tres o cuatro amantes. Es el macho alfa, uno entre un millón. Quizá a esto lo llama "la opresión del patriarcado" la editorial: a que no todas las mujeres pueden estar simultáneamente con un hombre entre un millón. ¡Es muy opresivo el espacio-tiempo!

El hombre que de verdad le gusta a nuestra obsesiva narradora coincide en ser el hombre que le gusta a todas las mujeres

La frustración de que haya una amante mejor que ella en la vida del macho alfa ("mujer blanca privilegiada") hace que nuestra heroína vuelva a casa "exigiendo saber dónde está mi cena" a su novio, al que inmediatamente empieza "a buscarle las cosquillas o a humillarlo". Leemos: "Me pregunto cómo es posible que tantas mujeres inteligentes que nos proclamamos a favor de las historias de las mujeres y defendemos las vidas de las mujeres y la independencia de las mujeres seamos tan despiadadas y posesivas por un hombre".

Se llama biología, si me permiten una opinión. El anticapitalismo del libro queda patente en esta entrada: "Quiero poder y contactos y dinero y estatus y acceso a influencia". La novela entera está llena de lujo tentativo, exclusividad y pijerío mayúsculo.

Soy fan, de primeras, parece una novela oportuna sobre lo que la tecnología y las modas ideológicas han hecho con las relaciones amorosas y con la imagen que las mujeres tienen de sí mismas. No en vano, Instagram aparece en el libro más que la calle misma, pues es en Instagram donde nuestra maltratadora de novios espía hasta el delirio a su rival. Observa cómo posa, qué ropa lleva, cómo decora la casa. Luego acude a Google para saber cuánto cuesta esa mesa, esa pulsera, esos zapatos. Se lamenta de no poder comprarse las cosas que puede comprarse otra mujer.

placeholder El escritor estadounidense Bret Easton Ellis durante la presentación en junio en Madrid de su última novela 'Los destrozos'. (EFE/Jennifer Gómez)
El escritor estadounidense Bret Easton Ellis durante la presentación en junio en Madrid de su última novela 'Los destrozos'. (EFE/Jennifer Gómez)

La novela acumula amarguras y dolor y frustración página a página, resonando de fondo un cierto tono entre Elfriede Jelinek y Bret Easton Ellis (ya saben, el autor cuya editorial en España cree que sus obras son woke). Esta voz devastadora y cínica es muy valiosa en nuestros días, dado que casi todos los narradores y narradoras de hoy trabajan exclusivamente para caerte bien (dense cuenta de que hasta se ha inventado ya la figura de un lector editorial que limpia las novelas de pasajes que puedan ofender a alguien).

Sin embargo, el libro se estanca o se pierde hacia la mitad, le falta desarrollo, transición, una vuelta de tuerca al planteamiento. Pero pasajes que puedan ofender a alguien, hay muchos, por suerte: "Esto me lleva a convencerme con una certeza vertiginosa de que cuando hay un hombre de por medio, y rico, para colmo —sobre todo con un pollón como el suyo—, la sororidad no existe".

Uno ha acabado por preguntarse si las editoriales españolas saben realmente lo que publican. Después de llegar hasta la página cincuenta de Soy fan, la amarga y no poco peligrosa primera novela de la inglesa Sheena Patel, leí lo que Alpha Decay —sello que nos trae este debut— desgranaba en la contraportada del libro. Para ellos, se trata de una novela sobre una mujer "hija de inmigrantes" enfrentada a "una mujer blanca privilegiada" por el amor de un hombre casado en el marco de "la opresión del patriarcado". Cómo no, la palabra "relación" viene inmisericordemente acompañada por el adjetivo "tóxica". Esta cuarta de cubierta o sinopsis oficial valdría casi para cualquier novela contemporánea firmada por una mujer. Es probable que en Alpha Decay no se hayan leído el libro y vayan poniendo la misma sinopsis a todos los que les llegan.

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