Mala Fama
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¿Cómo bajó James Stewart de ese tejado?
Manuel Arias Maldonado analiza en 'Ficción fatal' la película que la mayoría deprofesionales del cine considera la mejor de la historia: 'Vértigo', de Alfred Hitchcock
Sigue habiendo algo en el mundo más apasionante que cualquier otra cosa: hablar de cine. Es curioso por tanto que la crítica cinematográfica no diría uno que se lee mucho, y eso puede guardar relación con su barniz publicitario, su abuso del argot o su petulancia excluyente. La crítica de cine no nos habla de cine, sino de críticos de cine que no quieren dejar hablar a los demás, salvo que sean hijos de otros críticos de cine.
Hablar de cine es como hablar del tiempo, pero mucho más variado. Yo creo que el cine vino a cubrir un hueco milenario, y es que la gente estaba harta de hablar de nublados y temperaturas, y de pronto vio maravilloso poder hablar de Greta Garbo.
Luego nos liamos y hasta hablamos del director de fotografía, del plano y de la anécdota. Nos interesa todo de las películas que nos gustan. No hay nada (lo digo en serio) que reúna tantas cosas sobre las que poder hablar como una buena película. Al final estás hablando de ti mismo, y no lo sabías.
Seguramente Manuel Arias Maldonado ha visto Vértigo (1958) decenas de veces, pero también la ha leído en muchas ocasiones, en los ensayos sobre ella y su director; y la debe de haber comentado durante horas. Toda esta habladuría inútil (comentar una película es, si lo piensas bien, una estupidez deliciosa) la ha puesto toda junta en
Yo aún estoy esperando vuestro libro de 100.000 palabras sobre Jeanne Dielman (Chantal Akerman, 1975), amigos.
Vértigo
He leído por ahí un consejo de varios profesionales para aprender a hacer películas: ver los clásicos sin sonido. Entonces es cuando la gramática estrictamente visual emerge y se subraya. El plano, la luz, el movimiento. Vértigo se puede ver sin sonido porque el director hace cosas, toma decisiones, propone belleza todo el rato. Si le quitas el sonido a Jeanne Dielman (actualmente considerada la mejor película de la historia), ya viene la Organización Mundial Contra la Tortura a apagarte la tele.
Arias Maldonado lo flipa bastante con Vértigo, flipe que no comparto. Aun así, su libro es pasión pura, pasión fatal, sí, la de todos los que queremos estirar el celuloide hasta olvidarnos de la política. Y eso es mucho estirar.
Como saben, Vértigo trata de un detective al que contrata un amigo para que siga a su mujer por la ciudad, pues cree que ha perdido la cabeza. La mujer, muy lógicamente, se tira desde un campanario. Pero luego reaparece. El detective ve en la mujer viva a la mujer muerta, y se marea, hasta que descubre que efectivamente son la misma mujer, pues la muerta era otra, la esposa del amigo. Le engañó. Creó una ficción y contrató a una falsa esposa para poder deshacerse de su compañera.
Esto es completamente inverosímil porque, puestos a matar a alguien, normalmente lo matas primero y fabulas después. Aquí es al revés.
El propio Arias Maldonado reconoce en varios puntos de su libro (o en varias citas de otros comentaristas acreditados) que la trama de Vértigo es un disparate. Una cosa que podría darnos la Inteligencia Artificial es todo el cine de todos los tiempos dirigido por Alfred Hitchcock, especialmente las películas de Pajares y Esteso. Hitchcock te haría una obra maestra de la peor película de Pajares y Esteso. El guion da igual, los diálogos vamos viendo, cualquier actor tiene un ángulo bueno; con la soberanía visual de una cámara bien puesta, La Lola nos lleva al huerto (Mariano Ozores, 1984) volvería basura La tentación vive arriba (Billy Wilder, 1957).
Hitchcock te haría una obra maestra de la peor película de Pajares y Esteso. El guion da igual
Dense cuenta de que Vértigo empieza con James Stewart corriendo por un tejado, junto a un policía. Stewart, nuestro detective, queda colgado de un alero, y el agente se precipita al vacío al tratar de auparle. Stewart está a punto de caer también. No da tiempo a que llegue nadie para echarle una mano. ¿Cómo bajó James Stewart de ese tejado?
Es sólo uno de los agujeros del guion. Tampoco está muy claro cómo puede subir uno el cadáver de su esposa por unas escaleras interminables o cómo puede una mujer ser al mismo tiempo ultra-femenina y de clase alta, y de barrio y sin gusto.
Arias Maldonado dedica las primeras páginas a localizar cuándo un filme se convierte en mito. Es curioso que Vértigo necesitó reposición, en los años 80, para lograr esta categoría. Durante varias décadas, fue una película del montón. Aquí siempre hay que anotar (vale lo mismo para las novelas) que el olvido no es puntual y de un solo uso, y que las obras pueden volver a él, aunque nosotros no estemos ya para verlo. O sea, a lo mejor tenían razón los que odiaban Vértigo o Moby Dick (Herman Melville, 1851), y dentro de doscientos años otra vez las condenamos.
Sólo una cosa me ha incordiado de 'Ficción fatal', y es la cantidad de páginas que dedica a determinar si Hitchcock era misógino
Sólo una cosa me ha incordiado de Ficción fatal, y es la cantidad de páginas que dedica a determinar si Hitchcock era misógino, si su cine es machista o si sus heroínas son mujeres maltratadas. Son páginas delirantes, llenas de tonterías de otros y de otras. La historia de un hombre que quiere recuperar en una mujer vulgar la belleza irisada que acaba de perder en un campanario es exactamente la historia de un hombre que quiere recuperar en una mujer vulgar... etcétera. Pensar que una trama es una proposición general es la tontería que les digo. Hay que entender que Hitchcock hacía cine comercial, o al menos quería que la gente viera y disfrutara de sus películas. Obviamente una película sobre un matrimonio que habla durante dos horas de la vida mientras toma el té no es realmente el tipo de cine que él quiere hacer. Tiene que presentarse el mal, el dolor, el engaño, la aventura. Tiene que haber algo interesante. Las mujeres malas en el cine son precisamente el personaje que cualquier actriz quiere encarnar. El villano siempre da gusto. La señora Danvers en Rebecca (1940) no dice nada malo ni bueno sobre las mujeres, sino sólo sobre el cine.
Hitchcock creaba el mejor cine comercial posible, y bastante tenía el pobre hombre con conseguir acabar la película que él quería hacer como para preocuparse además por la película que querrían ver unos flipados en 2024. No creo que dedicara ni un segundo a favorecer “los patrones contemporáneos de romance heterosexual”.
El mejor cine es el que no puede ser exhaustivamente comprendido.
Sigue habiendo algo en el mundo más apasionante que cualquier otra cosa: hablar de cine. Es curioso por tanto que la crítica cinematográfica no diría uno que se lee mucho, y eso puede guardar relación con su barniz publicitario, su abuso del argot o su petulancia excluyente. La crítica de cine no nos habla de cine, sino de críticos de cine que no quieren dejar hablar a los demás, salvo que sean hijos de otros críticos de cine.
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