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Iker Jiménez y los ciclistas: cómo el presentador fue devorado por sus criaturas
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Daniel Arjona

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Daniel Arjona

Iker Jiménez y los ciclistas: cómo el presentador fue devorado por sus criaturas

La increíble caída del presentador, ahora 'un traidor' entre los suyos por afirmar que la pandemia del covid-19 (esta vez sí) es real

Foto: El presentador Íker Jiménez. (Mediaset)
El presentador Íker Jiménez. (Mediaset)

Un chiste popular tras la primera guerra mundial, muy útil para desenmascarar a fanáticos y protonazis, decía así. Un antisemita asegura que los judíos provocaron la guerra. Su interlocutor replica: "Sí, los judíos y los ciclistas". "¿Por qué los ciclistas?", pregunta extrañado el antisemita. "¿Por qué los judíos?", responde el otro. Me acordé del chiste mientras asistía anonadado a la caída del traidor Iker Jiménez, devorado por sus propias criaturas en un reciente hilo de Twitter en el que, desesperado, aseguraba contra la legión de estupefactos seguidores a los que lleva tanto tiempo cebando con su mandanga mistérica, que esta vez es verdad, que el covid-19 es real.

En un momento del hilo, rozando ya la tragedia y a punto de derramarse en lágrimas, el icónico presentador de 'Cuarto Milenio' clamaba, con el fin de demostrar su independencia y su valentía en el tratamiento de los temas 'intocables' -esos que lleva 'tocando' décadas en 'prime time' sin que nadie le moleste- que "No soy judío, no soy masón, no pertenezco a ninguna sociedad secreta u oculta". Ya ven, no soy judío, no soy masón... ¡no soy ciclista! Pobre Iker, exhibiendo en su desesperación todo el ardor desplegado en aquella célebre falsificación de 'Los protocolos de los Sabios de Sion' que puso de moda la muy eficaz tontería de una supuesta conspiración semita a la sombra para dominar el mundo.

Porque vamos a ver. Has despachado las teorías más disparatadas, las magufadas más salvajes, las conspiranoias más extravagantes durante toda tu carrera. Has aventado psicofonías, encuentros en el tercer desfase, abducciones y abyecciones, mensajes del más acá, pirámides levantadas por nuestros equivalentes alienígenas no sindicados, viajes en el tiempo y expedientes x de segunda mano, pero por lo de la "plandemia" no pasas. Eso no. Que tú eres un tío serio. Un magufo honrado. Un sicofante centrista. Tú no denuncias al tuntún los engaños con los que los poderosos nos ocultan la verdad. Tú no informas hasta que no te documentas prolijamente para averiguar si la sonda alienígena fue introducida por vía oral o rectal. ¡No, hija, no!

Y claro, tus seguidores se mosquean. Siempre hay algo peor que un líder peligrosamente carismático: aquellos que se alimentan de su carisma, yonquis del enigma que sufren dolorosos síndromes de abstinencia cuando les falta su dosis. Y te tachan de traidor. ¡Pero cómo que la pandemia es real, Iker, qué te ocurre! Es evidente que se trata de un diabólico plan de las élites -judíos, masones, bilderbergs, ciclistas- para obligarnos a hacer lo que no hubiéramos hecho sin ella, para secuestrarnos de por vida en nuestras casas, anular nuestras interacciones sociales con esos 'bozales' que llaman mascarillas, para implantar definitivamente, como dice una ilustre majareta "un nuevo Orden Mundial deshumanizado y bárbaro".

"Estimados amigos que creen en la #Plandemia", comenzaba Iker Jiménez su apesadumbrado hilo cuidándose mucho de mostrarse cariñoso con estos "plandémicos" de los que disiente, pero que no dejan de ser sus adorados chicos. "Como ven he intentado dialogar y argumentar con muchos de ustedes. Compruebo a mi pesar que no hay posible diálogo. Lo siento mucho. Siempre he sido defensor de una mente abierta y crítica con todo". Y tanto, Iker y tanto. Y de tanto abrirle las cabezas a los tuyos se les ha salido el cerebro por la abertura.

Concluía el timonel de la Nave del Misterio: "Algo he debido hacer mal para que me consideren pagado, traidor, esparcidor del miedo. Seguramente lo he hecho mal. Y me apena porque son una parte de mis seguidores los que me acusan... de todo esto. Yo sé que no es verdad. Pero no puedo convencer a nadie. No me conocen. No saben como soy. Alguien que ha tenido muchos problemas por precisamente pensar y difundir ideas que no son políticamente correctas. Pero, amigos, desde el minuto 1 tuve las evidencias... Y ayer las corroboré. He perdido amigos y seres queridos. Esto no es una broma. Yo solo puedo informar de lo que sé. Y seguiré haciéndolo. A pesar de las amenazas, los insultos o las campañas. Va en mi conciencia. Les deseo a todos Salud. Respeto sus ideas aunque... no las comparta".

"Ayer" dice, ayer nada menos 'corroboró' que la pandemia del coronavirus es real. Tan real, compañero, como el odio de unos seguidores airados. Y Soros no paga traidores.

Un chiste popular tras la primera guerra mundial, muy útil para desenmascarar a fanáticos y protonazis, decía así. Un antisemita asegura que los judíos provocaron la guerra. Su interlocutor replica: "Sí, los judíos y los ciclistas". "¿Por qué los ciclistas?", pregunta extrañado el antisemita. "¿Por qué los judíos?", responde el otro. Me acordé del chiste mientras asistía anonadado a la caída del traidor Iker Jiménez, devorado por sus propias criaturas en un reciente hilo de Twitter en el que, desesperado, aseguraba contra la legión de estupefactos seguidores a los que lleva tanto tiempo cebando con su mandanga mistérica, que esta vez es verdad, que el covid-19 es real.

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