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Dejadnos reír en paz: manifiesto en defensa del mal chiste
Un breve mensaje ahora para los cómicos: seguid el ejemplo de Suárez: él se ha negado a borrar el chiste y se ha negado también a humillarse pidiendo perdón
La ventisca de censura contemporánea me recuerda al día de la marmota. Empiezo a hartarme, como el personaje de Bill Murray, de soltar cada mañana la misma previsión meteorológica. Hoy graniza sobre David Suárez, un cómico fabuloso y cruel: un tipo de 27 años despedido de Vodafone Yu por un chiste en Twitter que a mí, llamadme loco, me hizo reír a carcajadas. El problema del humor negro es que hay dos tipos de personas, las que tienen brazos y las que no. La gente sin brazos encuentra verdaderas dificultades para aplaudir un chiste. Raúl Gay es una maravillosa excepción.
[El cómico que ofendió a los Down: "Me han echado de dos trabajos, pero no pido perdón"]
Suárez contaba que le habían hecho una mamada insuperable, la mejor de su vida. La ejecución perfecta se debía a las babas porque se la había chupado una chica con síndrome de Down. ¡Santo Dios! Unos dijeron que estaba humillando a las mujeres, otros que estaba humillando más concretamente a las que tienen síndrome de Down, y nadie parecía darse cuenta de lo único evidente: la chica del chiste no existe.
El otro día me hicieron la mejor mamada de mi vida. El secreto fue que la chica usó muchas babas. Alguna ventaja tenía que tener el síndrome de down.
— David Suárez (@DavidSuarez_V) 18 de abril de 2019
Suárez creó de la nada una chica con dos frases y un montón de locos salieron a defender su honra al estilo don Quijote. Vi parrafadas sobre la dolorosa humillación de una chica que no existe, defensores a capa y espada de su dignidad inexistente, diagnósticos sobre la salud mental de un tipo que confiesa que ha hecho algo que no ha hecho, etc. Gente descomunal, llamativa, dispuesta a correr a la comisaría más cercana para presentar una denuncia contra Freddy Krugger por sus asesinatos machistas.
Vuelvo a cargar las tintas contra esa curiosa gente dispuesta a compadecerse del sufrimiento imaginario de personajes irreales, esa gente insensible a la desgracia de un cómico despedido de su trabajo. Llama la atención que en la cruzada contra Suárez se hayan unido colectivos de izquierda posmoderna como Comunicadoras 8M y panfletos derechistas de extrema estupidez como OkDiario. Curiosas alianzas, como recuerda Camille Paglia refiriéndose a la cruzada contra el porno de los años ochenta, donde feministas como Catharine MacKinnon y fanáticos religiosos anunciaban el Apocalipsis tras la misma pancarta.
Un breve mensaje ahora para los cómicos: seguid el ejemplo de Suárez. Él se ha negado a borrar el chiste y se ha negado también a humillarse pidiendo perdón a una gente que no merece esta delicadeza. Si todos hicierais como él, el poder de los ofendidos empezaría a esfumarse. Su comunicado es un ejemplo de entereza: explica que el chiste es ficción y basta. Como quien habla con niños. Yo también tengo la impresión de estar explicando algo muy sencillo a un montón de niños.
Un breve mensaje ahora para los cómicos: seguid el ejemplo de Suárez. Él se ha negado a borrar el chiste y se ha negado también a humillarse
Por ejemplo: los chistes ni tienen gracia ni dejan de tenerla. La “gracia” es una percepción del público. Para mí tiene gracia que te caigas de la silla y para ti no la tiene en absoluto. Cuántas veces, en mitad de la sala de cine, has visto cómo el público reía por algo que te dejaba indiferente. Cuántas veces te has reído en soledad, provocando miradas de indignación o de extrañeza en los que te rodean. ¿A qué se debe esto? ¿A chistes buenos o malos? No. Mi mujer no se ríe con los Luthiers ni los Monty Python, pero sí con Faemino y Cansado y David Broncano. ¿Qué más pruebas necesitas de que la gracia está en el que mira? Hay quien todavía encuentra gracioso el chiste del perro Mistetas. ¡Hay gente pa tó!
En fin. Un mensaje ahora para Vodafone, para Movistar, para Atresmedia, Globomedia, El Terrat, etcétera. Hace un año, Disney despidió a James Gunn, director de “Guardianes de la galaxia”, por unos chistes de 2008 y 2009 hallados en su Twitter. Extremistas con demasiado tiempo libre habían hecho un barrido por sus publicaciones y encontraron voluntariamente motivos para mostrarse muy ofendidos. En medio de la tormenta de vómitos, Disney, rastrera y cobarde, despidió injustamente al director. Pero con el paso de los meses apareció una noticia redentora: Disney había vuelto a contratarlo. ¡Aleluya!
La única opción viable si queremos defender la libertad de expresión es permitir que los ofendidos se desahoguen
Pensé entonces que empezábamos a caminar en la buena dirección. Creí que las empresas estaban empezando a comprender algo que tendremos que recordarles continuamente: que la ofensa de internet es vacua y pasajera, que el ruido de internet es una tormenta de verano, que la única opción viable si queremos defender la libertad de expresión es permitir que los ofendidos se desahoguen y se cuelguen medallas de Excelsa Humanidad sin pestañear, sin tomar decisiones drásticas, sin ceder a su chantaje emocional.
Vodafone ha cometido un grave error despidiendo a Suárez, pero Suárez se ha coronado negándose a bajarse los pantalones y lloriquear. Él tiene su público y lo conserva, es Vodafone quien lo pierde. Me tiene a mí y te tiene a ti, que lees esto con simpatía. Pero Vodafone puede hacer como Disney y recular. Quizás deberíamos montar una plataforma para exigírselo. Seríamos poderosos y cambiaríamos el rumbo de las cosas, porque aunque no se note entre chillidos, los que tenemos brazos somos más. Dejemos de callar por miedo a los puñetazos de un escuadrón de mancos.
La ventisca de censura contemporánea me recuerda al día de la marmota. Empiezo a hartarme, como el personaje de Bill Murray, de soltar cada mañana la misma previsión meteorológica. Hoy graniza sobre David Suárez, un cómico fabuloso y cruel: un tipo de 27 años despedido de Vodafone Yu por un chiste en Twitter que a mí, llamadme loco, me hizo reír a carcajadas. El problema del humor negro es que hay dos tipos de personas, las que tienen brazos y las que no. La gente sin brazos encuentra verdaderas dificultades para aplaudir un chiste. Raúl Gay es una maravillosa excepción.