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Abascal, ibas para Aragorn... y te quedaste en orco. ¿Y si España fuese la Tierra Media?
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Juan Soto Ivars

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Abascal, ibas para Aragorn... y te quedaste en orco. ¿Y si España fuese la Tierra Media?

De todas las amenazas que pueden desencadenarse sobre un chulo de instituto la peor, la más negra y humillante, es que venga a ponerte en tu sitio un tío más guapo y más listo que tú

Foto: Imagen: EC.
Imagen: EC.

Una percepción demasiado elogiosa de uno mismo es el paso previo para un ridículo garantizado. Prueba de ello es la zurra que Viggo Mortensen les ha metido a los de Vox, que quisieron jugar a ser Aragorn en un 'meme' electoral y se han quedado a las Puertas de Mordor. En el 'meme', más feo que un Nazgul, la figura heroica de Vox-Aragorn se enfrentaba a un ejército de orcos cubierto por los logotipos de lo que ellos llaman “destrucción de España y de la civilización cristiana”: del feminismo al independentismo, pasando por un gracioso fantasma maricón que la comunidad LGTB adoptó rescató al instante.

Hubiera tenido que rezar Abascal a la Moreneta de Mordor para que todo el asunto del 'meme' se quedara en esta oportuna apropiación cultural de los gais, pero se ha cernido sobre él una calamidad mucho mayor. De todas las amenazas que pueden desencadenarse sobre un chulo de instituto, la peor, la más negra y humillante, es que venga a ponerte en tu sitio un tío más guapo y más listo que tú. Y aunque Sofía Rincón insista en el 'sex appeal' abascalino, yo creo que con Viggo Mortensen al lado, como que no hay color.

Mortensen tiene, además, mucho de cómico a la vieja usanza, es decir, de humanista. En su carta abierta al líder de Vox, le ha espetado que no sueñe con ser Aragorn y le ha presentado una serie de argumentos irrebatibles: por ejemplo, que el héroe de Tolkien es un estratega políglota cuyo afán es formar un ejército multirracial para frenar a las fuerzas de la oscuridad, palabra que en el idioma ideológico de Mortensen podría ser sinónimo de 'fascismo'. Vamos, lo que viene siendo ir a por el Anillo Único y salir con el culo como el ojo de Sauron.

Juraría que a Vox le ha hecho más daño la carta de Viggo Mortensen que el cordón sanitario y los escraches perrofláuticos

No hay sociología capaz de medir esto, pero juraría que a Vox le ha hecho más daño la carta de Viggo Mortensen que el cordón sanitario y los escraches perrofláuticos. La sobredosis de épica les hizo parecer temibles antes de las elecciones, y de ahí que la peor estrategia posible de la izquierda sea entrar al trapo de esa épica y jugar al 'no pasarán' y la guerra antifascista: las batallitas solo gustan a los convencidos, desde fuera se ven tan patéticas como un cuarentón bailando trap o jugando a 'Pokemon Go'.

Pero la carta de Viggo Mortensen no aclara algo de extrema importancia para una sociedad como la nuestra, que tanto padece el veneno de la posmodernidad y tanto confunde, a todas horas, el plano de lo simbólico con el plano de lo material. Si Abascal no es Aragorn, ¿quién demonios es? Y sobre todo: ¿quiénes son el resto de políticos? Aquí van unas cuantas faltadas absolutamente arbitrarias y gratuitas. Capillitas, abstenerse.

La Tierra Mediocre

Ya lo siento por Abascal, pero sus aquelarres —no me refiero a los aquelarres nazis del número siete de Vox por Alcalá, delatado por Maestre— recuerdan más a las fiestas patronales de Mordor que a las de Rohan o Númenor. No me imagino a los elfos ni a los hobbits cantando "soy el novio de la muerte” mientras se dan golpes en el pecho. La costumbre parece más propia de los orcos, esos bichos corpulentos dispuestos a morir a paletadas no se sabe muy bien por qué idea abstracta de conquista o reconquista.

No me imagino a los elfos ni a los hobbits cantando “soy el novio de la muerte” mientras se dan golpes en el pecho

La idea de Abascal como un fornido general orco se hace más sugestiva, más poderosa, si además de analizar sus festivales examinamos a ese sirviente pegajoso que le ha salido, Sánchez Dragó, cuya apariencia gelatinosa, su tendencia a repetirse y su obsesión por hablar a todas horas y en todas partes de 'su tesoro' (no un anillo, sino él mismo) lo convierten en un candidato perfecto para el ladino Gollum.

Denethor II era el petulante senescal regente de Gondor, país que fue próspero y poderoso pero cayó en desgracia asolado por la corrupción, la envidia e incluso la peste. Durante los hechos relatados en 'Las dos torres', Denethor termina prendiéndose fuego a lo bonzo: creo que tenemos elementos suficientes para considerar que Denethor es Pablo Casado y Gondor el PP. La tentación de colocar a su hijo Boromir como Rivera, tan débil a la influencia narcótica del anillo, es grande. Pero para Rivera hay un candidato mejor.

Durante la saga de 'El señor de los anillos', hay varios personajes traicioneros o poco coherentes, pero hay uno que es el paradigma de lo que significa cambiar de bando según sople el viento: Saruman el Blanco, archienemigo de Gandalf el Gris, a quien encierra en una prisión hasta que lo rescata un águila gigante. Con lo que Saruman sería Albert Rivera y Gandalf, su prisionero, el liberalismo.

Un pueblo tan industrioso y valiente como el de los enanos tiene muy mala salida entre la clase política, tan poco proclive al trabajo. Lo mejor será dejar a estos obreros barbudos en el centro del cuadrilátero y dejar que Podemos, las confluencias y la pléyade de frentes populares de Judea se saquen los ojos entre sí para adjudicárselos. Es lo que llevan haciendo 100 años, así que no les importará continuar.

Respecto al presidente Sánchez, sospecho que es Frodo Bolsón. Sánchez tiene la talla intelectual de un hobbit, pero además comparte su trayectoria. El que parecía el personaje más débil y anodino de toda la Tierra Media se las ingenia, primero, para salvarse del ataque de los Cuatro Jinetes de la Gestora, consigue escapar del nido mortal de Ella La Araña (que sería Susana Díaz), atraviesa el mapa entero y, de alguna forma inexplicable, consigue colarse en Mordor y arrojar el anillo al fuego. Lo que nunca tuvo Sánchez fue un amigo leal como Sam.

Quedan, claro, los mejores personajes de la saga. Quedan los elfos, leales y cultivados, pero no conozco ninguno en el Parlamento. Y respecto a Aragorn el resplandeciente, casi que se lo dejamos a Mortensen. Será lo mejor.

Una percepción demasiado elogiosa de uno mismo es el paso previo para un ridículo garantizado. Prueba de ello es la zurra que Viggo Mortensen les ha metido a los de Vox, que quisieron jugar a ser Aragorn en un 'meme' electoral y se han quedado a las Puertas de Mordor. En el 'meme', más feo que un Nazgul, la figura heroica de Vox-Aragorn se enfrentaba a un ejército de orcos cubierto por los logotipos de lo que ellos llaman “destrucción de España y de la civilización cristiana”: del feminismo al independentismo, pasando por un gracioso fantasma maricón que la comunidad LGTB adoptó rescató al instante.

Vox Santiago Abascal
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