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Más allá de Illa: la verdadera obsesión de los independentistas
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Ramón González Férriz

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Más allá de Illa: la verdadera obsesión de los independentistas

El poder y la supervivencia política de un puñado de personas es lo que más preocupa a las cúpulas de los partidos Pero la identidad es lo que quita el sueño a las bases a largo plazo

Foto: Salvador Illa en la despedida de Rosa Regàs, 20-07-2024. (EFE)
Salvador Illa en la despedida de Rosa Regàs, 20-07-2024. (EFE)
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Los líderes de ERC partidarios de investir presidente a Salvador Illa han tratado de convencer a los reacios militantes del partido con un argumento especulativo. "La independencia es más fácil si tienes la llave de la caja", dijo el sábado la portavoz Raquel Sans en referencia a un posible pacto fiscal. "Esto es algo que la militancia puede valorar en positivo".

La militancia de ERC son apenas 9.000 personas. Quizá unas cuantas de ellas estén de acuerdo con Sans y acepten que, aunque sea un trago difícil, investir a Illa a cambio de más control sobre las finanzas es un paso más hacia la independencia. Sin embargo, los militantes de ERC, y los independentistas en general, son muy conscientes de que lo que ahora está en cuestión en la política catalana no es la independencia.

Se juegan, básicamente, otras dos cosas. La primera sigue siendo la misma que en 2012 motivó la puesta en marcha del procés: ¿qué partido será el hegemónico en el espacio nacionalista, Junts o ERC?

La segunda cuestión va más allá y tiene que ver con la identidad de Cataluña dentro de España. ¿Cómo puede el nacionalismo preservar una quimérica identidad catalana cuando se ha dado cuenta de que las herramientas tradicionales en las que confiaba —la educación, los medios de comunicación en catalán públicos o fuertemente subvencionados, la cultura en manos de la élite nacionalista— han dejado de funcionar?

Foto:  El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)

Por razones evidentes, hoy el tema son los dilemas de ERC y las provocaciones de Carles Puigdemont para impedir que se invista a Illa. El poder, y la supervivencia política de un puñado de personas, es lo que más preocupa a las cúpulas de los partidos. Pero la identidad es lo que quita el sueño a las bases a largo plazo. No son cuestiones independientes. Pero no son la misma.

El declive del catalán

De acuerdo con distintos estudios, el uso de la lengua catalana entre los jóvenes se ha despeñado: según con una encuesta reciente, solo uno de cada cuatro jóvenes entre 15 y 34 años la utiliza habitualmente; eso supone que, desde 2007 hasta 2023, el uso en ese grupo ha caído 18 puntos porcentuales. Seis de cada diez espectadores de TV3 tienen más de 65 años . El año pasado, aunque la cadena pública de la Generalitat fue la líder de audiencia, solo contó con un 13,9% de cuota. Es decir, más o menos el mismo porcentaje que tiene Antena 3 entre los espectadores de toda España. Es una cifra relevante, pero no es por sí misma capaz de apuntalar una identidad nacional o, siquiera, una gran mayoría política.

Hoy, una parte importante de la conversación pública entre los independentistas versa sobre cómo hacer que los jóvenes escuchen música en catalán, cómo conseguir que desconecten de la selección española, cómo convencerles de que la identidad catalana —o lo que ellos entienden como tal— es la buena. ¿Por qué los camareros no hablan catalán?, se preguntan. ¿Por que los catalanoparlantes tienen tan pocos hijos? ¿Cómo persuadir a los turistas de que cuando van a Barcelona no están en una hermosa región del nordeste de España, sino en una nación diferente?

A los nacionalistas les preocupa mucho que, en las elecciones del pasado junio, el independentismo resultara una fuerza minoritaria en el Parlament, como siempre lo ha sido entre la población catalana. Pero les preocupa todavía más la sensación de que han perdido el control del debate público, las adscripciones identitarias de la gente y las percepciones de los extranjeros. Investir o no a un presidente del PSC es una parte del problema, pero solo una parte.

Un debate de fondo

Desde el resto de España, es difícil percatarse de esta fuerte corriente subterránea. La política va muy rápida. En apenas unas semanas, los líderes de ERC han pasado del sentimentalismo victimista al pragmatismo negociador. Desde las elecciones, las noticias han versado sobre los delirios de Puigdemont por seguir siendo protagonista, el pánico de Junqueras a convertirse en un mesías prejubilado, la repentina pérdida de tirón Ómnium y la ANC, y los intentos de una generación de líderes más jóvenes, representada por Toni Comín o Marta Rovira, por seguir pintando algo. Pero aunque todo esto sea relevante para la política del día a día y las descarnadas peleas entre la élite nacionalista, esa ya no es la preocupación principal de unas bases que sienten que han sido engañadas o están siendo ignoradas. No solo no hay independencia, piensan, sino que mientras nos distraemos con personalismos quizá esté desapareciendo nuestra identidad y acabemos siendo todos españoles.

El poder, y la supervivencia política de un puñado de personas es lo que más preocupa a las cúpulas de los partidos independentistas

Es posible que Illa sea presidente. Sería una buena noticia. Pero eso no significa, como ha transmitido Pedro Sánchez, que Cataluña haya quedado pacificada. En la oposición, o como incómodo socio parlamentario de los socialistas, el independentismo se volverá más agresivo. Crecerá su gen xenófobo. Sus líderes habrán perdido el poder. Pero, con la llave de la caja o sin ella, la batalla de las menguantes bases por preservar una identidad ilusoria se volverá aún más desesperada. Y eso puede, o bien destruir a Junts y ERC, o bien hacer que se radicalicen aún más.

Los líderes de ERC partidarios de investir presidente a Salvador Illa han tratado de convencer a los reacios militantes del partido con un argumento especulativo. "La independencia es más fácil si tienes la llave de la caja", dijo el sábado la portavoz Raquel Sans en referencia a un posible pacto fiscal. "Esto es algo que la militancia puede valorar en positivo".

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