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Tribuna
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Lo que nunca vio el padre de Humphrey Bogart
Nunca vio 'Casablanca', ni triunfar a su hijo en la gran pantalla. Cuando el cirujano Belmont Deforest Bogart murió, su hijo se ganaba la vida jugando al ajedrez en un bar
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Humphrey Bogart solo dijo a su padre “te quiero” una vez. Lo hizo en 1934, en su lecho de muerte. Según el testimonio del actor, su padre sonrió y falleció a los pocos minutos. Belmont DeForest Bogart, reputado médico en la alta sociedad neoyorquina, adicto a la morfina durante buena parte de su vida, murió sin haber visto nunca ‘Casablanca’.
Nunca vio a su hijo triunfar en la gran pantalla. Convertirse en el mito norteamericano, en el actor al que todo hombre occidental quería parecerse en aquellos tempos del siglo XX. En el hombre felizmente casado con Lauren Bacall, a bordo siempre del ‘Santana’, evocando los viajes que hacía precisamente con su padre en la infancia, paseando por el lago Canandaigua.
Nada de esto vio el padre de Humphrey Bogart. Tampoco le vio tener éxito sobre el escenario. En aquel período de los años treinta, Bogie se dedicaba sobre todo al teatro… cuando lo llamaban. Las críticas no solían ser muy piadosas con él. La crisis de 1929 azotaba el país y Bogart se ganaba la vida retando al ajedrez en un bar de Manhattan. Era un fracasado, alguien que había decepcionado a sus padres al ser expulsado de la escuela de élite por sus malos resultados académicos.
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El destino quiso que la gran oportunidad de Bogart, aquella que cambió su vida para siempre, llegase tras la muerte de su padre. Fue la obra de teatro ‘El bosque petrificado’, escrito por su amigo Robert E. Sherwood. Interpretó al duro gánster Duke Mantee y compartió reparto con el británico Leslie Howard, que sería asesinado años después cerca de las costas de A Coruña cuando su avión fue alcanzado por los nazis.
Aquella obra encumbró a Bogart, que recibió críticas espléndidas. Su buen trabajo y el empeño de Howard convencieron a la Warner para que interpretase el mismo papel en la película (tras fuertes resistencias previas por parte de la productora). Humphrey Bogart tenía 35 años cuando se estrenó ‘El bosque petrificado’. A partir de ahí empezó a crecer en Hollywood hasta su consolidación definitiva: ‘El halcón maltés’, de John Huston, en 1941. Después llegaría ‘Casablanca’, ‘Tener y no tener’, el Oscar por ‘La reina de África’ y dos hijos con Lauren Bacall, Stephen y Leslie (en honor a Leslie Howard).
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Nada de esto vio su padre, que falleció a los 67 años. Humphrey Bogart dejaría este mundo con 57 años, y se perdería también muchas cosas. La vida es una sucesión de historias inconclusas. De capítulos que tienen que escribir otros y cuyo final nunca sabremos.
¿Y qué te queda hasta alcanzar el ocaso? Pues ver París, pasear por Central Park, ver el anochecer en Santorini, las estrellas en el pueblo, compartir un whisky con un buen amigo, comer cocido con tus padres, saborear un beso con sabor a pintalabios, volver a leer esa novela, volver a ver esa película, mancharse la ropa de callos, una cerveza fría en verano, comer pizza tumbado en el sofá, ver a Tony Soprano contemplar los patos en su piscina, a Emilio ir detrás de Belén en Desengaño 21, al Madrid ganar otra Champions, desayunar churros, ver Pasapalabra con los abuelos y mirar el mar.
Humphrey Bogart solo dijo a su padre “te quiero” una vez. Lo hizo en 1934, en su lecho de muerte. Según el testimonio del actor, su padre sonrió y falleció a los pocos minutos. Belmont DeForest Bogart, reputado médico en la alta sociedad neoyorquina, adicto a la morfina durante buena parte de su vida, murió sin haber visto nunca ‘Casablanca’.