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El éxito del fútbol femenino español y la poca elegancia de quien se cuelga las medallas
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Kike Marín

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El éxito del fútbol femenino español y la poca elegancia de quien se cuelga las medallas

La clasificación para la final del Mundial, a pesar de lo sucedido en los últimos 10 meses en la RFEF con las 'amotinadas', es mérito de las futbolistas, las que están y las que no

Foto: Las españolas celebran el pase a la final del Mundial. (EFE/Aaron Gillions)
Las españolas celebran el pase a la final del Mundial. (EFE/Aaron Gillions)

La clasificación de España para la final del Mundial es, independientemente de lo que suceda el domingo contra Inglaterra o Australia, un éxito del fútbol femenino español, aunque el presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) corriera a salir en la foto y, sin ningún rubor, se atribuyera unos méritos que no le corresponden. De hecho, no hay que olvidar que, a excepción del tropezón contra Japón, del que, por cierto, el seleccionador se hizo "único responsable", estas futbolistas están donde están a pesar de los problemas internos provocados por quien ahora se cuelga las medallas. Después de lo sucedido en la celebración tras superar a los Países Bajos, con Jorge Vilda mendigando abrazos, Luis Rubiales desaprovechó la ocasión de no quedar retratado en la victoria ante Suecia.

Más allá de que cada futbolista decidiera lo que debía hacer y la cicatriz aún sea visible en algunos comportamientos, una vez en el Mundial todas han antepuesto lo importante que era para el fútbol femenino español confirmar su crecimiento haciendo algo grande en Nueva Zelanda y Australia. La profesionalización, a pesar de las permanentes zancadillas que su presidenta, Beatriz Álvarez Mesa, denunció del mismo que ahora saca pecho diciendo que "ha sido muchos años de trabajo y hemos estado pendientes de todos lo que aman el país y lo quieren en lo más alto", tener al FC Barcelona como campeón de Europa, además de los éxitos logrados en categorías inferiores, con la sub-17 y la sub-20 como vigentes campeonas del mundo, tenían que verse reflejados en la Selección absoluta.

Foto: Vilda se abraza con miembros de su staff. (Reuters/Molly Darlington)

Al igual que la masculina que ganó el Mundial de 2010, España tiene un bloque formado por azulgranas. Ante Suecia, fueron siete en el once inicial, más la una vez más decisiva Salma Paralluelo. Y sin olvidar nunca a las tres que faltan por lo que faltan. Es decir, Mapi León, Patri Guijarro y Claudia Pina. Eso sí, curiosamente la gloria en las semifinales se la llevó la madridista Olga Carmona con su gol en el minuto 89. Un hecho que, cómo no, fue utilizado especialmente por los medios más radicales para intentar trasladar al fútbol femenino el veneno que tanto daño hace el masculino. Como si azulgranas y blancas no hubieran sufrido ya lo suficiente.

Lo escribió este mismo martes Andrea Menéndez en Jot Down Sport: "Llegar a una final tiene doble sabor cuando se viene de un año tan duro. Es una movida esto del fútbol, este sinsentido por el que hace un año creíamos que todo se acababa y hoy celebramos nuestra primera final absoluta". "En el fútbol se pueden hacer las cosas bien y salir mal, y hacerlas mal y salir bien", solía comentar el ahora director deportivo de la Real Sociedad, Roberto Olabe. Y, efectivamente, como reconocen personas que llevan toda la vida en el fútbol femenino, "en España se ha hecho todo lo que no había que hacer para ganar un Mundial, y estamos en la final...".

placeholder Jenni Hermoso y Alexia Putellas, tras vencer a Países Bajos en los cuartos de final del Mundial. (EFE/Pablo García).
Jenni Hermoso y Alexia Putellas, tras vencer a Países Bajos en los cuartos de final del Mundial. (EFE/Pablo García).

Las lágrimas de las auténticas artífices

A diferencia de las poco elegantes y oportunistas declaraciones de Rubiales, las lágrimas de todas aquellas mujeres que llevan años luchando por el fútbol femenino español reflejan lo logrado por estas 23 jugadoras, pero también por las que estuvieron antes que ellas y las que se han sacrificado para que las cosas mejoraran. Ellas igualmente festejan el éxito de España. "Celebramos la final, sí, porque no podía ser de otra manera", comenta la mencionada Menéndez. "Cuando se dice que parte de la prensa y aficionados quieren ver a esta selección fracasar, se miente. Es lo que queríamos, por lo que hemos luchado y empujado desde que en 2015 se puso la primera piedra para hacernos respetar. Que nadie nos cuestione cuando se cuenta lo que nos impedía estar aquí hoy", añade.

Cualquier análisis externo a la RFEF, además de imágenes como el desaire de Alexia cuando fue sustituida, contradicen las declaraciones de su presidente. "Lo que hemos aguantado ha sido mucho", se permitió decir un Rubiales eufórico, cuando quienes están o han estado a su lado saben perfectamente lo que le importa el fútbol femenino. "Que se ponga en tela de juicio a Jorge Vilda... Ha seguido trabajando con su gente y no ha hecho caso a los que querían destruir", comentó sobre su intocable seleccionador, para concluir con un "nosotros nos hemos quedado con las que han querido estar siempre y hemos olvidado a las personas con resentimiento". Sobran comentarios.

Ahora bien, resulta curioso y es digno de destacar que Rubiales diga lo que dice cuando, hace apenas dos días, un medio como ABC denunciaba que había sido vetado por la RFEF por algo tan sencillo como querer dar protagonismo a las futbolistas con entrevistas personales. "Después de lo de estos días y la noticia de ayer, me ha llegado la orden de que no hagáis más entrevistas individuales. Ya lo siento", contaba este medio que le dijo la jefa de prensa de la Selección a su redactora enviada al Mundial. Un veto que fue contestado, no solo haciéndolo público, sino calificándolo de "matonismo estéril". "Como no me gusta lo que escribes o no preguntas lo que quiero, ya no te hablo más. Un castigo infantil, grotesco, mezquino y, aunque tampoco demasiado original, impropio", escribió José Miguélez.

Foto: Alexia Putellas (i), en el partido contra Zambia. (Reuters/David Rowland)

Pocas voces más autorizadas que la de Andrea Menéndez, que representan el auténtico fútbol femenino español, el que hace dos días se jugaba en campos de tierra, cuando no barro, y ahora va a disputar la final de un Mundial, de ahí lo conveniente de acabar citándola. "Cuando se hable de esta final, y de este Mundial que vamos a ganar, porque lo vamos a ganar, que nadie se olvide de la verdad: llegaron ahí ellas. Las que se quedaron para achicar agua, las que volvieron para remar y las que tuvieron que saltar para salvarse. Era un bote sin capitán, siempre lo ha sido y mientras siga, lo será. Cuando bese su medalla, que nadie olvide que esto se gana a pesar de él, por él nunca".

Efectivamente, este el éxito del fútbol femenino español, no de quien de manera poco elegante quiere colgarse las medallas y que no fue capaz de colgárselas a las campeonas de la Supercopa disputada en Mérida porque ni siquiera estuvo presente. ¿Recuerdan la vergonzosa imagen de las futbolistas del FC Barcelona cogiendo ellas mismas sus medallas? Pues eso...

La clasificación de España para la final del Mundial es, independientemente de lo que suceda el domingo contra Inglaterra o Australia, un éxito del fútbol femenino español, aunque el presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) corriera a salir en la foto y, sin ningún rubor, se atribuyera unos méritos que no le corresponden. De hecho, no hay que olvidar que, a excepción del tropezón contra Japón, del que, por cierto, el seleccionador se hizo "único responsable", estas futbolistas están donde están a pesar de los problemas internos provocados por quien ahora se cuelga las medallas. Después de lo sucedido en la celebración tras superar a los Países Bajos, con Jorge Vilda mendigando abrazos, Luis Rubiales desaprovechó la ocasión de no quedar retratado en la victoria ante Suecia.

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