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Luis Enrique sale vivo de la espesura (y ahora a ver quién lo para)
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Alfredo Pascual

Agresión sin balón

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Luis Enrique sale vivo de la espesura (y ahora a ver quién lo para)

La Selección llega curada de espantos ante el cruce contra Italia

Foto: Los jugadores españoles celebran la victoria en los penaltis. (Reuters)
Los jugadores españoles celebran la victoria en los penaltis. (Reuters)

Todos los equipos campeones tienen un día malo. En 2008 fue contra Italia, en 2010 contra Paraguay, en 2012 contra Portugal y este año llevamos varios. De hecho, el partido de la Selección ayer, más que malo, fue horrendo: sin ritmo, sin profundidad, sin remate, sin contundencia defensiva y con el tono físico en una rayita roja. Con todo, sobrevivió. No es cualquier cosa: en estos torneos explosivos como la Euro, donde te lo juegas todo en una hora y media, salir vivo del espesor no solo sirve para pasar de ronda: es también una vacuna contra el pesimismo.

La apuesta de Luis Enrique es tan maniquea que genera efectos enfrentados. Mientras el Universo parece conjurado para que avance España, primero regalándole un grupo ridículo, después sacando a Perisic del once croata, más tarde poniendo a Suiza donde debería estar Francia y, en última instancia, allanándole la prórroga con una tarjeta roja bochornosa, la Selección, como si la dirigiese Isabel Coixet, muestra un fuerte compromiso con la agonía. No importa lo mucho que nos asfalten el camino, siempre encontramos la forma de dar una vuelta de campana, chocar contra un autobús y llegar con el coche hecho unos zorros.

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Es tentador recurrir a la suerte para explicar el éxito de España, pero lo cierto es que los de Luis Enrique pagan en todos los peajes. Los problemas que la Selección arrastra desde la salida de Robert Moreno, entre los que destacan la bisoñez del grupo y la falta de gol, nunca se han ido. Los delanteros siguen sin marcar, los centrocampistas no desbordan y los centrales, bueno, digamos que no están diseñados para cerrar la portería. Busquets y Pedri están tiesos, el portero tuvo un fallo de ligas municipales en un momento clave y cada vez que Llorente salta al campo hay que explicarle dónde va a jugar. No hay partido de la Selección sin su notable nivel de desbarajuste, pero, como John Mclane, España es frágil y a la vez terriblemente difícil de matar.

placeholder St.petersburg (Russian Federation), 02 07 2021.- Players of Spain react after winning the UEFA EURO 2020 quarter final match between Switzerland and Spain in St.Petersburg, Russia, 02 July 2021. (Rusia, España, Suiza) EFE EPA Alexander Hassenstein   POOL (RESTRICTIONS: For editorial news reporting purposes only. Images must appear as still images and must not emulate match action video footage. Photographs published in online publications shall have an interval of at least 20 seconds between the posting.)
St.petersburg (Russian Federation), 02 07 2021.- Players of Spain react after winning the UEFA EURO 2020 quarter final match between Switzerland and Spain in St.Petersburg, Russia, 02 July 2021. (Rusia, España, Suiza) EFE EPA Alexander Hassenstein POOL (RESTRICTIONS: For editorial news reporting purposes only. Images must appear as still images and must not emulate match action video footage. Photographs published in online publications shall have an interval of at least 20 seconds between the posting.)

No es casualidad que un día salga Azpilicueta para rematar en el área pequeña y en otro Unai parezca un portero de 34 años ante su última ocasión. Lo que muchos llaman "una flor en el culo" es, a menudo, la respuesta de un grupo que trabaja bien y está programado para competir hasta el final. Solo así se explica que, con unos niveles de acierto de cara a puerta bajo mínimos, los seleccionados sigan intentándolo una y otra vez. O que un portero debutante, después de una cagada que ríase usted de la de Zubizarreta en el 98, acabe siendo un héroe nacional. O que salgan vivos de dos prórrogas en partidos que tenían ganados. En definitiva: esta España imberbe encaja el castigo psicológico como nadie y ese mérito hay que buscarlo en el banquillo, no en una floristería.

Como John Mclane, España es frágil y a la vez terriblemente difícil de matar

Aunque ya ha superado las mejores expectativas, la Selección está a un partido de plantarse en la final de la Eurocopa. Ya no caben los análisis tácticos ni seguir llorando por Iago Aspas: ahora todo depende de una jugada, un estado de ánimo, de que el balón rebote en la parte interior del poste. Parece fácil estando tan cerca, pero es algo que solo hemos conseguido 4 veces en 16 ediciones, una sensación que no cataron Raúl, Di Stéfano, Hierro o Guardiola, por mencionar algunas viejas glorias.

El último escollo será Italia, con una racha de 32 partidos sin perder y el juego más efectivo del torneo. ¿Será España capaz de medirse a uno de los grandes? No le quepa la menor duda. España competirá hasta el pitido final, porque Luis Enrique ha ganado su órdago, sus chicos han salido vivos de la espesura y ahora a ver quién los para.

Todos los equipos campeones tienen un día malo. En 2008 fue contra Italia, en 2010 contra Paraguay, en 2012 contra Portugal y este año llevamos varios. De hecho, el partido de la Selección ayer, más que malo, fue horrendo: sin ritmo, sin profundidad, sin remate, sin contundencia defensiva y con el tono físico en una rayita roja. Con todo, sobrevivió. No es cualquier cosa: en estos torneos explosivos como la Euro, donde te lo juegas todo en una hora y media, salir vivo del espesor no solo sirve para pasar de ronda: es también una vacuna contra el pesimismo.

Luis Enrique