Cerca de las estrellas
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¿Qué hay de lo mío?
Llega Pedro y dice que ha venido a jugar. Para que le vean, añado yo. Para salir en el catálogo de futuras consideraciones. Pedrito ha sido sincero
Hablemos de un equipo de fútbol llamado España al que acuden jugadores ansiosos de ganar para elevar su currículo personal, su precio en el mercado, su estatus entre los "fútbol es fútbol", estatus que por lo que nos dice la costumbre, los columnistas y ese acuerdo tácito entre los periodistas deportivos y los jugadores de "no hablar más que de fútbol. Los futbolistas, en acciones que los antropólogos tendrán que estudiar, son misóginos, homófobos, se van de putas, no preguntan de dónde vienen ni la edad que tienen. El caso De Gea y amigos es sólo la punta del iceberg de lo que hacen, en qué se gastan el dinero. Pasa lo mismo con baloncestistas y cualquier elemento de deporte de alta competición con mucho dinero y prestigio de por medio. Prestigio, ahora, es igual a dinero de patrocinadores, casas de material deportivo, Adidas, Nike, Under Armour, etc. Hay que exhibirse, hay que jugar.
España tiene los problemas del éxito. Primero nos metemos con Del Bosque porque "Nolito y Morata no", pero en cuanto el equipo hace clic, ya estamos pensando en la final. El partido contra Croacia de esta noche, como un catálogo Ikea de "tenemos carrileros, centrocampistas, puntas, mediapuntas, mejores que Pogba, que nadie sabe por qué cuesta 120 milones...".
Un momento, sí sabemos por qué Pogba tiene un cartel de 120 millones: porque así lo quieren los agentes y sobre todo los presidentes, encabezados por Florentino Pérez, presidente del Real Madrid.
Volvamos. Catálogo Ikea de jugadores, ahora que está tan de moda el catálogo Ikea... Llega Pedro y dice que ha venido a jugar. Para que le vean, añado yo. Para salir en el catálogo de futuras consideraciones. Pedrito ha sido sincero.
"¿QUÉ HAY DE LO MÍO?". Como cualquiera de nosotros en nuestro trabajo.
¿El partido de esta noche? Vendría bien ganarlo, ¿no? Pero desde la realidad, no desde el término de rugby que más de adapta a esta historia: "Patada a seguir".
Hablemos de un equipo de fútbol llamado España al que acuden jugadores ansiosos de ganar para elevar su currículo personal, su precio en el mercado, su estatus entre los "fútbol es fútbol", estatus que por lo que nos dice la costumbre, los columnistas y ese acuerdo tácito entre los periodistas deportivos y los jugadores de "no hablar más que de fútbol. Los futbolistas, en acciones que los antropólogos tendrán que estudiar, son misóginos, homófobos, se van de putas, no preguntan de dónde vienen ni la edad que tienen. El caso De Gea y amigos es sólo la punta del iceberg de lo que hacen, en qué se gastan el dinero. Pasa lo mismo con baloncestistas y cualquier elemento de deporte de alta competición con mucho dinero y prestigio de por medio. Prestigio, ahora, es igual a dinero de patrocinadores, casas de material deportivo, Adidas, Nike, Under Armour, etc. Hay que exhibirse, hay que jugar.