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Juegos Olímpicos: una aproximación al mito y el rito
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Ramón Trecet

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Juegos Olímpicos: una aproximación al mito y el rito

El autor comienza con este prefacio una serie de artículos que abordará el gran acontecimiento del deporte mundial desde diversos puntos de vista diferentes

Foto: Hitler, en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 (Imago)
Hitler, en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 (Imago)

Inicio aquí una aproximación a lo que los Juegos Olímpicos, "las Olimpiadas", significan en el ámbito cultural, social y de desarrollo del deporte que tendrá diez divisiones y este prefacio.

Olimpiada, periodo de cuatro años ENTRE JUEGOS OLIMPICOS.

Juegos Olímpicos, la quincena de celebración del acontecimiento deportivo, marcado por el encendido de la llama olímpica (comienzo) y el posterior apagado quince días después(final)

Comenzaremos en 1980, momentos previos a la celebración de los Juegos de Moscú y momentos en los que Juan Antonio Samaranch, del que todavía no hay una biografía en profundidad a día de hoy, accede a la Presidencia del Comité Olímpico Internacional.

Previamente, de ahí este prefacio, los Juegos Olímpicos fueron objeto de inextinguible atracción para regímenes totalitarios de todo tipo, desde el nazismo hitleriano hasta el totalitarismo descarnado soviético y ese gusto, comodidad de relación con los regímenes absolutistas, PERMANECE.

La comodidad de sentarse ante una o dos personas con TODO el poder, para indicar lo que hay que cambiar, acelerar, para que una de esas personas frunza el ceño y dos ayudantes tomen nota apresurada para INMEDIATAMENTE corregir lo preciso... Nada que ver con las infinitas reuniones con infinitos comités en el planteamiento democrático.... Esa es la manera de pensar del actual Comité Olímpico Internacional.

La capacidad de comprensión de la relación RITO=MITO, ha quedado siempre plasmada en las ceremonias de evocación heróica: Fuego. medallas/condecoraciones, banderas, himnos. Todo muy cercano al autor de las mejores fanfarrias de la historia, Wagner. En 1936, los nazis, expertos en esos tratamientos del ritual del mito, contribuyeron al mito olímpico con la idea del recorrido de la antorcha en relevos de carrera a pie; se ha mantenido como uno de los símbolos de identidad. La idea es clara:

SIN RITO NO HAY MITO Y SIN MITO NO HAY RITO. Una autoalimentación continua, sin pausa.

Acabada la Segunda Guerra Mundial, Stalin comprendió la capacidad de propaganda de un sistema político que el deporte tenía y manu militari, ordenó que todos los deportes olímpicos tuviesen cauce de enseñanza y práctica para desembarcar literalmente en los Juegos Olímpicos. No lo pudo hacer en Londres 1948 por falta literal de tiempo y recursos tras una Guerra Mundial en la que la Unión Soviética perdió a decenas de millones de seres humanos; en 1952, Helsinki, la URSS arrasó literalmente en deportes elegidos cuidadosamente por el granero de medallas que otorgaban. La Humanidad estaba en plena Guerra Fría y el deporte se convirtió una vez más en propaganda de todos los regímenes políticos. Como siempre, fueron los regímenes totalitarios los que más partido le sacaron a la situación, culminando con la implantación de sistemas de doping de estado en paises como la República Democrática Alemana, cuyo nombre era un escarnio a los derechos humanos y a las libertades básicas. Los paises menos democráticos usando el término DEMOCRACIA en sus denominaciones. Repito, un escarnio.

En 1972, consciente del poder amplificador de los Juegos, el terrorismo atentó precisamente en el pais origen de la exterminación de millones de judíos; contra judíos en Alemania, con los catastróficos resultados que todos conocemos. A partir de entonces, la Villa Olímpica en sucesivos Juegos ha sido objeto de medidas de seguridad radicales, que han convertido un centro de acercamiento en una jaula de oro. Y a partirr de entonces, las medidas de seguridad son uno de los apartados más costosos de los Juegos Olímpicos

Lentamente, los altos ideales surgidos de la nueva clase burguesa fruto de la industrialización del siglo XIX, más las aspiraciones de la aristocracia para ofrecer maneras de entrenar guerreros, cayeron en las realidades de cien años después, pero todavía conducidos por aristócratas amateurs amantes de la buena mesa con rimbombantes nombres, como Lord Killanin, o conservadores de rancia estirpe, como Avery Brundage, Presidente COI de 1952 a 1972, la época de la consolidación de la idea de que los Juegos eran un excepcional escaparate político, situación en que continuamos, con variable que explicaré en los próximos capítulos.

Próximamente -

Capítulo 1: "El Dia En Que Monique Berlioux Esperó A Samaranch Apoyada En El Quicio de La Puerta del COI".

Inicio aquí una aproximación a lo que los Juegos Olímpicos, "las Olimpiadas", significan en el ámbito cultural, social y de desarrollo del deporte que tendrá diez divisiones y este prefacio.

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