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Hace cincuenta años ya desde la única vez que Inglaterra fue campeona
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Ramón Trecet

Cerca de las estrellas

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Hace cincuenta años ya desde la única vez que Inglaterra fue campeona

El país homenajea a aquellos que lograron lo que nunca más han estado cerca de lograr. Las viejas glorias que aún quedan recuerdan con dificultad lo que supuso ganar aquella final

Foto: Bobby Moore celebra la victoria inglesa en la final del Mundial de 1996.
Bobby Moore celebra la victoria inglesa en la final del Mundial de 1996.

"Llevan calzón negro. ¿Por qué? Inglaterra siempre va de blanco absoluto en todo: rugby, atletismo...".

Mi amigo Andy me dio la respuesta del deporte como más absoluto rito: "Porque no son amateurs, los jugadores de fútbol son profesionales. Sólo van de blanco los amateurs puros".

Era una Inglaterra con la perfecta combinación de caña y batuta. Los laterales, Cohen y Wilson, dos carrileros tremendos, sobre todo Wilson. Banks, el mejor portero del mundo. Jack Charlton, un central de cintura de hierro que iba bien por arriba. Bobby Moore, el capitán, un mariscal tipo Perfumo; en el medio, Ball, el bullicioso, con tendencia a irse a su zona derecha, casi de extremo. Bobby Charlton, imperial, empeñado en que su pelo del parietal izquierdo tapase toda su cardenalicia calva. Zancada casi tan elegante como la de Beckenbauer, unos pases de veinte metros colosales, un disparo enorme... A su izquierda, Martin Peters, del West Ham y luego de los Spurs. Fino, regate perfecto... Detrás de estos tres, el hombre de la guadaña, que te pedía perdón tras buscarte el tobillo: Nobby Stiles. Delante, Hurst, el del 'hat trick' de la final, gol fantasma incluido. Tambien de los Hammers. Se cerraba con Hunt, delantero centro al uso, aunque con mayor movilidad.

El entrenador/director técnico, Alf Ramsey, protagonista de una hazaña inmensa, parecida a la del Leicester de este año: Ramsey hizo campeón al Ipswich Town al año de subirlo a Primera. Ramsey era un entrenador con una clara visión moderna de las cosas. Centrales lentos, les meto a Moore para que lea y se adelante. Sin extremos, que juegan en el medio campo, corren los laterales/carrileros; tengo dos agrimensores en Peters y Bobby Charlton, al que mete atrás de falso nueve para dejar espacio a Hunt y Hurst.

"¿Por qué no pones a Greaves?", preguntaba todo el mundo. Ramsey no contestaba. Lo hacía en el campo. Campeones del mundo.

En los años siguientes, cuando ya les pude ver en directo, cada vez que pasaban por Stamford Bridge, que es donde vivía e iba al fútbol, el locutor que daba las alineaciones hacía una breve pausa tras cada nombre campeón del mundo del equipo visitante, y los aficionados aplaudían. Mi amigo Andy veía al Manchester United de Best y Bobby Charlton y me decía: "Claro, nosotros no vamos a tener de esto nunca". Pero se equivocaba, porque inmediatamente llegaron Osgood, Charlie Cooke y Alan Hudson... Además Andy no sabía que vendría Abramovich, ni yo tampoco.

Cincuenta años despues, el 'Times' les dedica un emocionante artículo en el que las fotos nos muestran el inexorable paso del tiempo que emociona aún más, mientras recuerdan cómo fue todo. Y recuerdan a los que ya no están, como el capitán Bobby Moore, una leyenda en toda Inglaterra y sobre todo en Upton Park, campo que también ha dejado de existir, porque los Hammers se van al Estadio Olímpico. Luego Peters se iría al Tottenham y llegaría uno de los primeros jugadores negros a la primera división inglesa: Clyde Best.

Mundial de 1966, el primero televisado en directo, todavía en blanco y negro. Cuatro años más tarde, en México 1970, llegó el color.

España llegó con su flamante título de campeón de Europa y un equipo plagado de extraordinarias individualidades como Luis Suárez, Peiró, Del Sol, pero un sistema de juego antiguo que se topó con la moderna manera de jugar de Argentina, que nos destruyó en el primer partido, con jugadores como Perfumo, Solari, Pinino Más, el Tanque Rojas, Rattin, Sarnari...

El Mundial de la lesión de Pelé, de la expulsión de Rattin en partido contra Inglaterra que arrastró polémica durante años. El Mundial de la eclosión de Eusebio, que llevó a Portugal al tercer lugar del campeonato. El Mundial del gol fantasma de Hurst en la final contra Alemania, que le ha perseguido toda la vida.

Justo cincuenta años después, el 30 de julio, habrá una comida en honor de los que todavía están vivos, precisamente en la sala Bobby Moore de Wembley; Bobby, el capitán que murió de cáncer de colon con sólo 51 años en 1993.

Gordon Banks, en estos momentos luchando contra un cáncer de riñón.

Hurst, 74 años, el que mejor salud tiene.

Nobby Stiles, Wilson, Martin Peters, con Alzheimer.

Bobby Charlton, 78 años, mantiene su actividad, pero más despacio. A su hermano Jacky, 81 años, le cuesta recordar lo que pasó en Wembley hace 50 años. Ni siquiera Wembley es igual.

Jimmy Greaves, el más artista de aquel grupo, ha tenido un ataque al corazón y se está recuperando con dificultad. Alan Ball, un jugador que no paraba quieto un momento, murió a los 61 años intentado apagar un fuego en el jardín de su casa.

Sir Alf Ramsey, tal vez el mejor entrenador de las islas de todos los tiempos, junto con Shankly, Ferguson, Jock Stein, Brian Clough y Matt Busby, murió en 1999. Tenía 79 años.

1966, otro tiempo, otras costumbres, una espartana manera de entender la vida por parte de personas que nacieron antes, durante o inmediatamente despues de la Segunda Guerra Mundial; el racionamiento, la dureza de un país arrasado por dos guerras mundiales y la durísima posguerra.

"Will you still need me, will you still feed me when I'm sixty four?", cantaban los Beatles.

"Llevan calzón negro. ¿Por qué? Inglaterra siempre va de blanco absoluto en todo: rugby, atletismo...".

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