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Miño, héroe; Ginard, villano: dos porteros ante el drama de los penaltis del ascenso
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Gonzalo Mazarrasa

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Miño, héroe; Ginard, villano: dos porteros ante el drama de los penaltis del ascenso

Los guardametas del Logroñés y del Atlético Baleares vivieron experiencias opuestas en las cruciales tandas de penaltis que debieron afrontar para subir a Segunda División

Foto: Jugadores del Logroñés celebran el ascenso del equipo a segunda división (Efe).
Jugadores del Logroñés celebran el ascenso del equipo a segunda división (Efe).

Con el final de Liga en Primera y el jaleo de Segunda (el partido aplazado debido a los positivos por Covid-19 de varios integrantes de la plantilla del Fuenlabrada), poco caso se está haciendo a la categoría de bronce de nuestro fútbol, que en estos momentos disputa la fase de ascenso entre Málaga y Marbella.

Y es que hemos visto como dos proyectos con aspiraciones, como el propio Marbella y el Ibiza, quedaban en la cuneta en primera ronda. Y, sobre todo, que la U.D. Logroñés y el Cartagena se imponían en las eliminatorias de campeones y certificaban que el año que viene jugarán en Segunda.

Ambas eliminatorias se resolvieron en los penaltis tras sendas prórrogas y su correspondiente trasnoche. Y nos sirvieron para volver a echar un ojo a la figura del portero, esa cuyo destino de convertirse en héroe o caer a los infiernos pende de un hilo.

Miño aúpa al Logroñés

No es el Logroñés clásico, ni siguiera juega en Las Gaunas de toda la vida; pero el fútbol riojano volverá a tener un equipo en el fútbol profesional tras 20 años de vacío. Y el éxito llegó a través de Rubén Miño, portero canterano del Barça, que incluso a las órdenes de Pep Guardiola llegó a disputar el partido de ida de la Supercopa de 2010 ante el Sevilla. Desde entonces Miño ha tenido una trayectoria errante. Firmó por el Mallorca al año siguiente, pero quedó como tercer portero y apenas tuvo una aparición en Primera en un partido en Cornellá que el Mallorca acabó perdiendo (encajando él dos tantos). Ese año, además, el equipo balear perdería la categoría tras 16 años consecutivos en Primera.

Continuó en el equipo en Segunda, donde tuvo mayor participación, alternándose incluso en la titularidad con Aouate. Aquí ya demostró su capacidad de ‘parapenaltis, deteniendo cuatro a lo largo del campeonato, algunos de ellos gloriosos, en los minutos finales (como en La Romareda o en el Alfredo Di Stéfano, donde sus paradas rescataron importantes puntos).

Sus actuaciones, no obstante, tampoco dejaron buen sabor de boca. Salió del equipo e inició nuevo caminos como obrero del fútbol: en Segunda con el Oviedo, en la liga chipriota, de nuevo a Segunda (aunque sin llegar a jugar) en el Albacete, en la liga rumana y por fin, en la temporada más larga de la historia, en el Logroñés. Miño paró dos penaltis al Castellón en el partido decisivo y se convirtió en el héroe del ascenso y del retorno a la élite del fútbol riojano.

placeholder Los jugadores del Cartagena celebran su ascenso a segunda división (Efe).
Los jugadores del Cartagena celebran su ascenso a segunda división (Efe).

La alargada sombra de Ginard

La otra eliminatoria, entre Cartagena y Atlético Baleares, también se resolvió por penaltis. Ambos conjuntos se enfrentaban a su cuarto playoff de ascenso en los últimos años, habiendo fracasado en todos los anteriores. Tras 120 minutos de partido sin goles, sobrevino la tanda de penaltis. Y en estas llegó el entrenador del equipo mallorquín, Manix Mandiola, e hizo esa maniobra que se ha puesto de moda desde que Louis Van Gaal lo hiciese con la selección holandesa en el Mundial de Brasil (y que con la ampliación a cinco cambios acabe popularizándose posiblemente aún más): quitó al portero titular, Manu Herrera, y dio entrada al suplente, Xavi Ginard, en el minuto 118. A Herrera en el banquillo se le veía francamente molesto.

Era la oportunidad de Ginard, otro canterano del Barça y otro obrero del fútbol. Curiosamente su primera convocatoria con el primer equipo coincidió con el debut de Messi en un amistoso en Oporto (año 2003, con Rijkaard. En su paso por la cantera del Barça también jugó con Piqué o Cesc, pero una inoportuna lesión en su etapa juvenil le frenó la carrera. De grandes aspiraciones, cuando dejó la Masía solo encontró hueco en la tercera división balear, dando saltos entre diversos conjuntos. Entre medias hizo algunas pruebas de mayor nivel con el Sabadell o con el Atlético Baleares en 2ªB (con quien jugaría el playoff de ascenso de 2012). Pero siempre se quedaba a las puertas de la gloria. Sin llegar a saborear siquiera la Segunda división.

Dejó el Baleares y probó un par de temporadas en la liga griega, para regresar de nuevo a la Segunda B en las filas del Olot (convirtiéndose en uno de los mejores porteros de la categoría). Este año el Baleares volvió a abrirle la puerta, y aunque también contaba con un portero con experiencia en Primera como Manu Herrera, el domingo en la tanda de penaltis el fútbol le dio la oportunidad de reconciliarse con el éxito. Saltó al campo dispuesto a enfrentarse a los penaltis, con el objetivo de devolver al Baleares a Segunda después de más de 67 años. Pero la historia no acabó bien… El Cartagena convirtió sus cuatro penaltis. Ginard no detuvo ni uno. Y el foco, los titulares y el éxito esquivaron de nuevo al portero mallorquín...

Con el final de Liga en Primera y el jaleo de Segunda (el partido aplazado debido a los positivos por Covid-19 de varios integrantes de la plantilla del Fuenlabrada), poco caso se está haciendo a la categoría de bronce de nuestro fútbol, que en estos momentos disputa la fase de ascenso entre Málaga y Marbella.

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