Es lo que hay
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Simeone, de la cábala del almuerzo a construir desde atrás
Hace unos años, Simeone, que ya pensaba como entrenador -vivía su segunda etapa en el Atleti-, reflexionaba sobre el futuro. Ya pensaba asaltar los banquillos, si
Hace unos años, Simeone, que ya pensaba como entrenador -vivía su segunda etapa en el Atleti-, reflexionaba sobre el futuro. Ya pensaba asaltar los banquillos, si bien se despediría en el club del que es seguidor: Racing de Avellaneda. "En esta profesión sólo vale ganar, pero en el diccionario es en el único lugar donde éxito está antes que trabajo", me apuntó. Posteriormente me reconoció que la frase no era suya. Se la escuchó a quien más tarde fue su primer ayudante, su compatriota Nelson Vivas.
El 'Cholo', brillante en su estreno en España al frente de los rojiblancos, es puro fútbol. Desde siempre respiró cerca de un balón porque desde siempre convino que acabaría en la trinchera, manejando grupos, conformando alineaciones y planeando tácticas. Su método no es rutilante, pero sí dispone de poso ganador. Por encima, el orden en el campo, 'su manera de vivir' salpicada con la imaginación y espontaneidad del futbolista. Como principio jugar la pelota, argumentado desde la zaga con una sobriedad innegociable. Desde aquí construye y arma todo, tal y como anticipó a sus jugadores en el camerino, según lo pisó, esta vez, como jefe.
"Para recuperar la seguridad del equipo es necesario no encajar goles. Después, explotaremos lo que tengamos para crecer". No sólo advirtió del juego y del posicionamiento en el campo. Diego Simeone no cede si se ausentan determinados comportamientos básicos: no negocia el esfuerzo, no tolera el conformismo, maldice el desorden, premia el compromiso y refuerza la actitud. Esa entrega permanente es la que contagia con la grada porque a la afición "hay que calentarla". A él le toca acertar con el botón preciso para despertar la ambición del conjunto. Cuando la tecla pulsada es la idónea, el recorrido conduce a la victoria.
El tiempo de trabajo es vital para el 'Cholo'. Consciente de lo repetitivo de las secuencias de cada práctica, el argentino busca desterrar la monotonía. Sus entrenamientos son largos y estimulantes, aunque con dos ópticas: una para los titulares y otra para los suplentes. Manejar al colectivo es algo fundamental, de ahí que comenzara a leer manuales de psicología o libros de técnicas de dirección grupal. Un trato para los fijos, otro para quienes se pueden convertir en díscolos, con la consiguiente resta para la manada.
Miguel Ángel Gil decidió, tras perder ante el Espanyol, que el Atleti debía cambiar de rumbo. Castigó a Manzano con tres partidos más, mientras Simeone meditaba la propuesta en medio de unas elecciones presidenciales al club que lo trataba de amarrar. El dueño del Atleti, en esas horas, cruzaba los dedos para recibir un 'sí'. Ninguna otra opción lo seducía. Cuando desde Buenos Aires obtuvo el beneplácito del club argentino, respiró y sonrió. Esta apuesta, personal e intransferible del máximo accionista, contó con el visto bueno del director deportivo. Desde su llegada a Madrid, es habitual que los tres almuercen juntos una vez a la semana. Es una comida que se ha repetido por cábala. Una derrota romperá el hechizo que han conformado tres individuos que tocaron el cielo con el doblete.
Hace unos años, Simeone, que ya pensaba como entrenador -vivía su segunda etapa en el Atleti-, reflexionaba sobre el futuro. Ya pensaba asaltar los banquillos, si bien se despediría en el club del que es seguidor: Racing de Avellaneda. "En esta profesión sólo vale ganar, pero en el diccionario es en el único lugar donde éxito está antes que trabajo", me apuntó. Posteriormente me reconoció que la frase no era suya. Se la escuchó a quien más tarde fue su primer ayudante, su compatriota Nelson Vivas.