Es noticia
Víctor Valdés confunde a un Barcelona que persigue portero a contrarreloj
  1. Deportes
  2. Es lo que hay
Antonio Sanz

Es lo que hay

Por

Víctor Valdés confunde a un Barcelona que persigue portero a contrarreloj

El comunicado remitido a la agencia de prensa penetró como cuchillo en mantequilla. A la misma velocidad. El FC Barcelona se sentía indefenso ante el descubrimiento

Foto: Víctor Valdés confunde a un Barcelona que persigue portero a contrarreloj
Víctor Valdés confunde a un Barcelona que persigue portero a contrarreloj

El comunicado remitido a la agencia de prensa penetró como cuchillo en mantequilla. A la misma velocidad. El FC Barcelona se sentía indefenso ante el descubrimiento público de lo que para ellos debía guardarse en secreto durante unas semanas (o meses) más. Víctor Valdés decidía unilateralmente comunicar al barcelonismo su firme decisión de abandonar el club a la finalización del contrato -si antes no formalizan la venta-, en junio de 2014. El acuerdo rubricado en julio de 2009 no contará, por tanto, con frecuencia de continuidad. Quizá porque nadie se plantearía salir de un equipo que lo ha ganado todo, quizá, nadie concedió valor a las palabras del portero en la que fue su última rueda de prensa, de no hace tanto. Aquellas manifestaciones eran premonitorias de lo que sucedería ocho días después.  “No es momento de preocuparse por la renovación, todavía hay tiempo. Estoy centrado en ganar partidos y luego el tiempo dirá. No he descartado la posibilidad de probar otras culturas, otras Ligas y otros países en un futuro”, analizaba Víctor con franqueza. Ningún mal pensado reparó en el desliz, preciso o fugaz, con que Valdés advirtió de sus intenciones.

Ni el padre ni el agente del jugador tuvieron opción de maniobra porque la renovación saltó a los focos de los mass media. Zubizarreta despejaba como podía las preguntas que cuestionaban diferencias económicas porque ningún mal pensado se aventuraba a dudar del mínimo deseo futbolístico de escapar del Camp Nou. Pero Valdés lo tenía meditado y decidido. Pensado y sin opción de marcha atrás. La salida de Guardiola le marcó el camino y tras tiempo de reflexión comprendió que debía seguir la misma ruta. Muy pocos, Iniesta sí, acertaron a descifrar su pensamiento de salida. ¿Los motivos? Tan personales como poco conocidos. Su limitado círculo o entorno habla del mezquino cariño que le ha otorgado la grada y que el reconocimiento económico llega tarde -suma demasiado espacio lejos del segundo escalón económico que ocupan Puyol, Xavi o su amigo Andrés-. La propaganda azulgrana lo acusa de desleal, de escasa gratitud a los colores que tanto le han dado, de dar pistas al enemigo y de complicar la contratación del hombre que debe ocupar una portería que deja huérfana. En eso coinciden con el club porque los dirigentes deseaban congelar la noticia para contar con más margen de maniobra en la contratación futura. Sin embargo, a ojos del meta, 18 meses son más que suficientes para encontrar relevo. La mirada de la entidad no coincide: entienden que ha encarecido el producto, que ahora fichar será más caro y que las opciones que más gustan serán las más duras de contratar.

El FC Barcelona había desterrado un problema en la última década. Desde que Van Gaal le concedió, luego le borró, la primera oportunidad, los Bonano, Enke, Rustu, Jorquera, Rubén Martínez, Pinto -que aún se mantiene en la plantilla más por su amistad con Messi que por su valía deportiva, aunque no caduca su presente por la admitida sempiterna condición de suplente-, Miño u Oier pasaron de puntillas y evitaron un dolor de cabeza a la dirección deportiva azulgrana. Valdés conectó bien con la transición Rijkaard-Guardiola, se ganó la confianza de Del Bosque como alternativa a Casillas y mantiene en su undécima temporada una titularidad indiscutible para Vilanova. La cuestión para Rosell es venderlo en verano o mantenerlo a la sombra del próximo portero un año más. Porque lo que no se cuestiona en las oficinas del Camp Nou es que lo suyo es hacer caja para amortiguar el golpe que supondrá adquirir al nuevo poseedor del 1.

Si Valdés acaba en Inglaterra, Alemania o Brasil poco importa ahora. Unas fuentes desvelan que desea seguir en primera línea de fuego, es decir en un campeonato con presión, mientras otros lanzan la opción de examinarse en otro continente. Zubizarreta debe encontrar lo que no se encuentra en el mercado: un Valdés. Los nombres ya circulan por todas las redacciones: Reina, Courtais, Guatia, Neuer, De Gea, Ter Stegen… algunos con más tino que otros que son meras especulaciones periodísticas. El FC Barcelona debe cazar con silenciador, pero en el fondo del vomitorio se preguntan qué está pasando que se desmiembra lo que tanto costó construir. Si el adiós de Guardiola se cubrió con celeridad tirando del fantástico plan B que presentaba Tito, lo del portero es un golpe bajo porque un indiscutible opta por salir de puntillas y, de momento, sin explicar los motivos reales. Algunos señalan a la pusilánime actitud de Sandro Rosell, quien no ha podido evitar ninguna de las dos fugas. Laporta, que aprovecha cualquier fisura para agravar la crisis, apunta en esa dirección. El barcelonismo ausculta con disposición ajena. El nombre del relevo acumula ya una presión añadida antes incluso de conocer él mismo que será el futuro portero del Barça.

El comunicado remitido a la agencia de prensa penetró como cuchillo en mantequilla. A la misma velocidad. El FC Barcelona se sentía indefenso ante el descubrimiento público de lo que para ellos debía guardarse en secreto durante unas semanas (o meses) más. Víctor Valdés decidía unilateralmente comunicar al barcelonismo su firme decisión de abandonar el club a la finalización del contrato -si antes no formalizan la venta-, en junio de 2014. El acuerdo rubricado en julio de 2009 no contará, por tanto, con frecuencia de continuidad. Quizá porque nadie se plantearía salir de un equipo que lo ha ganado todo, quizá, nadie concedió valor a las palabras del portero en la que fue su última rueda de prensa, de no hace tanto. Aquellas manifestaciones eran premonitorias de lo que sucedería ocho días después.  “No es momento de preocuparse por la renovación, todavía hay tiempo. Estoy centrado en ganar partidos y luego el tiempo dirá. No he descartado la posibilidad de probar otras culturas, otras Ligas y otros países en un futuro”, analizaba Víctor con franqueza. Ningún mal pensado reparó en el desliz, preciso o fugaz, con que Valdés advirtió de sus intenciones.