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Mourinho se marcha como Pep, completamente distanciado de su gran estrella
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Antonio Sanz

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Mourinho se marcha como Pep, completamente distanciado de su gran estrella

Algo tienen en común los dos mejores entrenadores del panorama futbolístico mundial, con permiso de la gran revelación del curso, Jupp Heynckes. Curioso lo del alemán.

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Mourinho se marcha como Pep, completamente distanciado de su gran estrella

Algo tienen en común los dos mejores entrenadores del panorama futbolístico mundial, con permiso de la gran revelación del curso, Jupp Heynckes. Curioso lo del alemán. A punto de cumplir los 68 años se le vuelve a vincular con el Real Madrid, se le aproxima al Chelsea y se le pondera en Múnich, después de que le dieron con la puerta de salida en las narices. El caso es que la salida de Guardiola se puede explicar desde varias aristas, pero se encuentra una fundamental: la distancia personal y profesional, cada vez más prolongada, con la estrella del camerino. Si Pep había marcado a Piqué o Fábregas por su comportamiento en el vestuario, a Alves por su alocada vida o a Pinto por sus excentricidades, la relación con Messi empeoró hasta tal punto que el argentino se convirtió en un problema por su creciente ego y su atrevida vanidad. Era y es el auténtico ‘Rey Sol’ de la entidad, hace de su capa un sayo.

Mourinho ha vivido una situación paralela con Cristiano Ronaldo. Tan pobre es el trato, que el delantero portugués no se cortó, tras caer eliminado por el Borussia de Dortmund, al exponer que su futuro no va ligado al de su compatriota, aunque compartan representante. El tránsito de la convivencia pasó por diferentes estaciones. En la primera, Ronaldo criticó el planteamiento deportivo del entrenador frente al Barcelona y se encontró con un castigo que le condujo a estar fuera de la convocatoria unos días después con la visita del Zaragoza (abril de 2011). La estrella lusa no lo olvidó y desde entonces enfrió la relación con el técnico. El punto álgido de malos modales se sitúa tras el encuentro copero con el Valencia. ‘Mou’ reprochó a Ronaldo en el vestuario, y delante de todo el grupo, la falta de acierto demostrada esa noche. Pero esta vez, el ‘7’ no se calló. Los dos siguieron discutiendo a voces escenificando en la caseta lo que ya era un secreto a voces: Cristiano tampoco traga al mister (enero de 2013). El último episodio se vivió en la zona mixta del Bernabéu (abril de 2013). La estrella anunció que no compartiría destino con el entrenador, algo que se había especulado juntándolos a los dos en París, tras el firme retorno de Ibrahimovic a la Juventus. Al menos, Florentino se llevó la única alegría de la noche para mantener la perseverancia de convencer al portugués de que el futuro sólo puede pasar por el Real Madrid.

La rueda de Prensa que, obligado por la UEFA, ofreció ‘Mou’ sonó claramente a despedida. Los reproches a los medios de comunicación fueron la mayúscula. Hablar de fútbol, la minúscula. Lo que no recordó el técnico es que en Inglaterra tampoco vivió una época idílica. En la primera de las temporadas de su estancia en Londres también criticó a los periodistas a los que, incluso, mandó callar tras ganar la Copa de la Liga al Liverpool (febrero de 2005). De ahí, hasta septiembre de 2007 cuando fue despedido por Abramovich, mantuvo acercamientos y alejamientos con quienes a veces estima y muchas más, aborrece. En cualquier caso, el histrionismo del extraordinario entrenador viajará probablemente de vuelta a Londres. Por tercer año consecutivo, los ‘blues’ le han esperado. En el primero, los dejó colgados porque consiguió en Madrid la cabeza de su opuesto Valdano (mayo de 2011). En el segundo, se tiró del barco cuando el Chelsea logró la Liga de Campeones contra todo pronóstico en Alemania. Entonces, decidió renovar su contrato y mejorar económicamente el de sus ayudantes (mayo de 2012). En esta ocasión, sólo aguarda para desembarcar en Stamford Bridge que su gran enemigo, Rafa Benítez, consiga el objetivo de clasificar al equipo para la próxima Champions (mayo de 2013).

Sin embargo, existe una pequeña posibilidad de modificar el rumbo a Mónaco. El magnate multimillonario ruso Dmitry Rybolovlev, propietario del club francés, va a reventar el mercado este verano y quiere hacerlo con la batuta del aún entrenador del Real Madrid. Le ha ofrecido todo: mucho dinero, poder en los fichajes, autonomía para reestructurar la parcela deportiva… Quiere empezar a lo grande, con el más grande. Por tanto, si el Chelsea se cayera de la Liga de Campeones o la tentación se apoderara de la cabeza de Mourinho, que nadie descarte que conozca el Principado además de por el Gran Premio de Fórmula Uno, tal y como ironizó.

Lo que adelgazará en el Real Madrid será la cuadra del agente de cabecera del club. Con ‘Mou’ se intentará colocar en el mercado al menos hasta a cuatro jugadores de su agencia: Pepe, Coentrao, Carvalho y Di María. El objetivo de Florentino pasa por españolizar la plantilla. La irrupción de Varane determina la salida de Pepe, desnudado por Lewandowski en Dortmund. La inversión en Coentrao obliga a tratar de recuperar alguno de los treinta millones de euros que se gastaron en un discreto lateral izquierdo, capricho del técnico y del representante, consentido por el club. Con el veterano central no existen dificultades porque acaba contrato. Y con el argentino se esperan ofertas. La más potente llegará del Manchester City. Los ingleses están decididos a apostar y el extremo desea salir de Madrid. Así las cosas, la final de Copa del Rey frente al Atlético de Madrid es el último eslabón ganable que une a Mourinho con Concha Espina. Después de tres años y una potente inversión, una Liga y una Copa (o dos) y mirar de tú a tú al Barça es la cosecha del glamuroso y ególatra ‘special one’ en el Real Madrid. ¿Su testamento futbolístico? Un gran año goleador y poco más. Pero esa reflexión queda para la historia.

Algo tienen en común los dos mejores entrenadores del panorama futbolístico mundial, con permiso de la gran revelación del curso, Jupp Heynckes. Curioso lo del alemán. A punto de cumplir los 68 años se le vuelve a vincular con el Real Madrid, se le aproxima al Chelsea y se le pondera en Múnich, después de que le dieron con la puerta de salida en las narices. El caso es que la salida de Guardiola se puede explicar desde varias aristas, pero se encuentra una fundamental: la distancia personal y profesional, cada vez más prolongada, con la estrella del camerino. Si Pep había marcado a Piqué o Fábregas por su comportamiento en el vestuario, a Alves por su alocada vida o a Pinto por sus excentricidades, la relación con Messi empeoró hasta tal punto que el argentino se convirtió en un problema por su creciente ego y su atrevida vanidad. Era y es el auténtico ‘Rey Sol’ de la entidad, hace de su capa un sayo.

José Mourinho