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'Mou' se subroga a Eto'o y juega sin '9' copiando a Pep... con un título en juego
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Antonio Sanz

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'Mou' se subroga a Eto'o y juega sin '9' copiando a Pep... con un título en juego

No ha querido Mourinho enterrar la antipatía que profesa a Pep Guardiola ni incluso antes de la disputa de la Supercopa de Europa. ¿Para qué ser hipócrita?

Foto: El entrenador portugués José Mourinho, en un entrenamiento con el Chelsea.
El entrenador portugués José Mourinho, en un entrenamiento con el Chelsea.

No ha querido Mourinho enterrar la antipatía que profesa a Pep Guardiola. ¿Para qué ser hipócrita? Unos pensarán que podría evolucionar en consideración y no cuestionar el dudoso arranque del Bayern, confuso, por otra parte. Otros, los que conocen al alza al luso, atestiguan que nada mejor que crear charco, embarrar y disfrutar sumergido en el lodazal. Para ser una vez más ‘Mou’, el personaje, el histriónico, quien disfruta descontrolando así al enemigo. El caso es que en Múnich y en la zona sur de Londres atienden a un ejercicio de intenciones que oscurece, con este par de protagonistas, una gran final que se sostiene, además, por un buen número de estrellas. Eso sí, queda distribuida por dos técnicos que reducen los onces a su estado personal de éxito.

El caso es que el Bayern, el vigente campeón de la Liga de Campeones, no termina de arrancar con la aureola victoriosa que lo acompañó en el curso pasado. Si con Juup Heynckes el club tocó el cielo arrollando en la Bundesliga, alcanzado el trono en Londres y logró poner la guinda con la Copa nacional, esta temporada ha perdido el primer título en disputa y en el torneo doméstico no alcanza a enamorar porque no recupera ese fútbol veloz y vertical que tantos éxitos le redundó. Guardiola pisa tierra firme, clama paciencia y aguarda a que los parámetros futbolísticos que lo acompañan calen en el vestuario. Dudar hoy de quien se posicionó como el mejor técnico del globo es faltar a quien redondeó un ciclo histórico en el Barça. Sin embargo, Mourinho no ha perdido la ocasión de zarandear su presente. Es el juego entre dos egos de mil batallas de nuestro fútbol.

Guardiola comenzó el proyecto con varias posiciones en la alineación que extrañaron a los futbolistas-dirigentes y a la propia afición bávara. Más allá de lanzar al goleador Mandzukic a la banda, recuperándolo después en el eje de ataque, esperó a Götze para enlazarlo junto a Kroos con Schweinsteiger como escudero ante los problemas físicos de Javi Martínez, a quien también probó como central. La variante táctica de Lahm, abandonando el carril derecho para incluirlo en el centro del campo, ha sorprendido a quienes consideran al capitán como intocable en la posición de lateral. Otra de las variantes que no convencen es la ubicación de Müller, tirado a una banda como frecuencia alternativa a Robben o Ribéry. Demasiadas piezas sin encajar y más cuando se ha llevado el golpe de que su apuesta personal, Thiago Alcántara, sufre una lesión de casi ocho semanas de baja. El Bayern consintió el fichaje del mediocentro hispano-brasileño, pero Pep no ha conseguido encuadrarlo en un once que ordenarlo supone tanta dificultad como le podía suceder en Barcelona.

Mourinho tampoco ha encontrado la tecla del éxito prematuro. Se ha discutido en Inglaterra la ausencia casi permanente de Juan Mata y de David Luiz. El burgalés, elegido las dos últimas temporadas mejor jugador del Chelsea y uno de los más reconocidos de la Premier, se ha colocado en la plataforma de salida. El fichaje de William, jugador que no necesitaban pero que en un golpe de orgullo decidieron arrebatárselo al Tottenham, ha oscurecido al ‘10’ español. Óscar es intocable, Hazard es indiscutible y De Bruyne ha sorprendido ganándose un lugar en el trío de mediapuntas. El Atlético de Madrid ha sido, tal y como adelantó Radio Marca, el primer equipo en posicionarse. Si para la parcela técnica y la clase dirigente no existen dudas más allá de las económicas, el entrenador recela porque considera que para esa demarcación ya cuenta con Arda Turan. La petición de Simeone a Caminero es la de un centrocampista de contención, no creativo. En disputa con los rojiblancos se encuentran el Arsenal y el Tottenham. Wenger suspira por Mata y Villas-Boas, con quien ya destacó de ‘blue’, esperan el desenlace. ‘Mou’ no querrá reforzar a los dos adversarios de la ciudad. En cuanto al central brasileño, los dos clubes de Manchester, United y City, se han posicionado para firmarlo. Pero el Chelsea considera que es un zaguero muy útil para la entidad.

La gran sorpresa táctica con que quiso coger desprevenido Mourinho a Moyes en Old Trafford fue la presencia de Schürrle como delantero mentiroso. Quizá estaba esperando a Eto’o, pero si ha seguido las dos últimas temporadas del camerunés en Rusia admitirá que el africano actuó de segundo delantero, siempre detrás del goleador, en su caso, el marfileño Lacina Traoré. Es decir, ‘Mou’ busca un ariete que no sea ariete. Samuel coincidió en el Inter con el entrenador portugués. Resultó la mejor temporada en la historia del club y del técnico. Logró los tres grandes títulos en juego. Si bien, la cifra de goles no apabulló a nadie (12 tantos en 32 partidos de Serie A), ni siquiera en la finalísima del Bernabéu dónde el héroe resultó Diego Milito. No obstante, la apuesta por un delantero, exigencia impuesta previa a regresar al banquillo de Stamford Bridge, se ha mantenido viva. El deseo de Rooney se desvaneció y el remiendo de Eto’o es un hecho.

La relación personal entre Mourinho y Guardiola siempre fue cordial y hasta amistosa. Coincidieron cuatro temporadas en el FC Barcelona. Desde julio de 1996 hasta junio de 2000 con Pep en el camerino de jugadores. Pero en dos situaciones bien distintas: primero como ayudante de Robson, después como asistente de Van Gaal en funciones de ojeador, para terminar como empezó, de segundo del holandés tras la renuncia de Ronald Koeman. Entonces, Pep transitaba en su época de esplendor. Se había convertido en una de las referencias de la plantilla y observaba a Mourinho como un avanzado a su tiempo. Más tarde, el entrenador de Setúbal sustituyó en septiembre de 2000 a Heynckes, qué ironía, como entrenador del Benfica. Trece años después Guardiola reemplazó al germano como entrenador del Bayern. Praga vuelve a unirlos en la final de la Supercopa de Europa, encuentro que disputan heredando éxitos anteriores sin su protagonismo. El reto de ganarse mutuamente transciende respecto al de los equipos. Los clubes, sin embargo, no buscan revancha. Sólo pretenden levantar un trofeo más para engordar sus vitrinas.

No ha querido Mourinho enterrar la antipatía que profesa a Pep Guardiola. ¿Para qué ser hipócrita? Unos pensarán que podría evolucionar en consideración y no cuestionar el dudoso arranque del Bayern, confuso, por otra parte. Otros, los que conocen al alza al luso, atestiguan que nada mejor que crear charco, embarrar y disfrutar sumergido en el lodazal. Para ser una vez más ‘Mou’, el personaje, el histriónico, quien disfruta descontrolando así al enemigo. El caso es que en Múnich y en la zona sur de Londres atienden a un ejercicio de intenciones que oscurece, con este par de protagonistas, una gran final que se sostiene, además, por un buen número de estrellas. Eso sí, queda distribuida por dos técnicos que reducen los onces a su estado personal de éxito.

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