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Sami Khedira, una venta que expira el 31 de agosto para el Real Madrid
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Antonio Sanz

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Sami Khedira, una venta que expira el 31 de agosto para el Real Madrid

El Madrid ha tomado la decisión de esperar hasta final de la ventana de verano para resolver el asunto de la salida de Khedira. El alemán no tiene prisa

Foto: Khedira, en el Mundial de Brasil 2014 (Efe).
Khedira, en el Mundial de Brasil 2014 (Efe).

Noviembre, partido amistoso a lo grande. Juega Alemania e Italia y Khedira participa con mal fario. El germano se rompe la rodilla en una disputa con Andrea Pirlo. La consecuencia es una rotura de ligamentos cruzados que le aparca fuera de los terrenos de juego durante seis meses. Una mala noticia que encajó con entereza el madridista, a quien unos días después se le ofrecía la renovación de su contrato que expira el próximo 30 de junio. Sami optó por aplazar la respuesta, y así hasta hoy. El mediocampista alemán, criticado y elogiado casi al mismo tiempo por sectores antagónicos, ya rumiaba que su tiempo en el Real Madrid sonaba a réquiem. Para la dirigencia blanca la falta de respuesta era un alivio. También entienden que su momento pasó.

Carlo Ancelotti, como antes Mourinho, alaba el trabajo desinteresado del jugador. Es verdad que su presencia no enamora, pero sí otorga dosis de equilibrio cuando el equipo se desenvuelve sobre el césped. Tras un destacado Mundial de Sudáfrica, Jorge Valdano, en una de sus últimas decisiones deportivas, arrebató al Stuttgart por diez millones de euros a un robusto centrocampista que aterrizó bajo el paraguas de su compatriota Özil. Uno era el gusto por el toque y el otro se empleaba con un esfuerzo tan sordo como útil para el equipo. Es por eso que ahora el entrenador italiano, consciente de su valía, reclama un esfuerzo a la entidad. Porque Ancelotti lo ve venir. La más que probable salida de Khedira antes del cierre de mercado provoca, unida a la de Di María, un serio problema en la ejecución del once sobre el terreno de juego. Si Wenger, en su día, optó por renunciar al cargo por el nulo poder que obtiene el entrenador en la entidad, el italiano, que no tomará las de Villadiego, se siente huérfano de opinión.

El Real Madrid ha tomado la decisión de esperar hasta final de la ventana de verano (uno de septiembre) para resolver el asunto de la salida de Khedira. El alemán no tiene ninguna prisa, ya vivió la misma situación hace cuatro años en Stuttgart. Su pensamiento pasa por apurar el contrato, analizar las propuestas que reciba y ser prudente. A los 27 años se encuentra en el mejor momento de su carrera deportiva, tras probarse en Brasil donde se sintió plenamente recuperado de la grave lesión sufrida con la selección alemana. No se considera suficientemente valorado en el Real Madrid y por eso, toma la decisión de aguardar, a sabiendas que desde el ático la orden para el banquillo será la de más banquillo para el chico.

El Bayern, tal y como adelantó El Confidencial el pasado mes de junio, y el Arsenal son los dos clubes que más empeño han puesto en la contratación del germano, aunque de diferente manera. Guardiola desea devolver al Madrid la afrenta de Toni Kroos, que en su última campaña de contrato obligó al club al traspaso. Si Khedira aguanta y queda libre, el Bayern se la habrá devuelto con creces a Florentino. Es una sutil venganza ideada por Rummenigge. La tentación para el jugador es demasiado poderosa como para no valorarla y sentirse halagado. Que nadie descarte contactos para comprarlo al final del mercado. Mientras, el Arsenal ya ha negociado en los primeros días de junio con el mandamás merengue. Sin embargo, el Real no cerró ningún acuerdo porque el jugador no terminó de dar el sí a los londinenses. Sus dudas pasan por esperar o aceptar el reto de la Premier. Por eso, en las oficinas de Concha Espina son conscientes de que el jugador no tiene ninguna prisa por salir porque espera a resolver el contrato.

La intención del Real Madrid es la de apretar en los próximos días a Khedira para forzar una salida. Conocidas las intenciones de no renovar, los blancos son conscientes de que un jugador así no es rentable para el presente inmediato. Por eso, tratan de reactivar la opción propuesta por Wenger además de informar al centrocampista de que será suplente toda la temporada, aunque el entrenador no se lo tome de la mejor manera. La competencia en el puesto con Kroos, Modric, Illarramendi y Alonso provoca que los blancos estudien, además, la contratación de un centrocampista más si al final consiguen convencer al alemán de que lo mejor para todos es un traspaso.

Tal y como sucedió hace un curso con su compatriota Özil, Sami Khedira asume que el transcurrir de los días meterá más presión a la situación y que su marcha se puede solucionar en los últimos días de mercado. Las previsiones indican que hasta ese fatídico 31 de agosto no se encontrará destino. Incluso, podría haber sorpresa. Dos clubes viven amagados. El Chelsea de Mourinho es otra opción real siempre que consiga deshacerse de Obi Mikel, con quien no cuenta, o consiga un equipo importante para ceder a Van Ginkel, un joven de 21 años que pasó la campaña pasada en blanco por la misma lesión que sufrió Khedira. Mou no renuncia a Sami, si bien es consciente de que antes de entrar debe dejar salir. La Juventus habló con el jugador por si al final perdía a Pogba. Con la segura continuidad del francés, el interés ha remitido, pero la propuesta sigue en pie. Quizá, en el sprint final del mercado, el adiós del teutón se prolongue como un hecho consumado. Sólo un apéndice puede evitarlo: el Bayern lo quiere convertir en su nuevo ‘Lewandowski’.

Noviembre, partido amistoso a lo grande. Juega Alemania e Italia y Khedira participa con mal fario. El germano se rompe la rodilla en una disputa con Andrea Pirlo. La consecuencia es una rotura de ligamentos cruzados que le aparca fuera de los terrenos de juego durante seis meses. Una mala noticia que encajó con entereza el madridista, a quien unos días después se le ofrecía la renovación de su contrato que expira el próximo 30 de junio. Sami optó por aplazar la respuesta, y así hasta hoy. El mediocampista alemán, criticado y elogiado casi al mismo tiempo por sectores antagónicos, ya rumiaba que su tiempo en el Real Madrid sonaba a réquiem. Para la dirigencia blanca la falta de respuesta era un alivio. También entienden que su momento pasó.

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