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La espina de Florentino: el mejor sustituto de Casillas no viste de blanco
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Antonio Sanz

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La espina de Florentino: el mejor sustituto de Casillas no viste de blanco

De Gea renovó con el Manchester United, pero no se olvida del Real Madrid y sólo el buen rendimiento de Keylor Navas esta temporada podría bloquear una puerta que Florentino Pérez le mantiene abierta

Foto: Keylor Navas
Keylor Navas

Benítez es parco en elogios, los prefiere para sí mismo. En su concepción del ecosistema futbolero, la figura del entrenador debe sobrepasar al ego de los jugadores. Se trata de reconocer lo buenos que son, pero siempre bajo unas directrices tácticas que los conducen al éxito. Algo así ha decidido trasladar Gerrard en su biografía. Más allá de reconocer la dificultad de diálogo que suponía el idioma, lamenta que Rafa nunca se acercó con fluidez a su estrella. Tampoco a los demás del grupo. El técnico es el propietario de la idea. Y esa nunca se consensua. Ni siquiera para convencer al mejor. Gerrard no habla mal de quien lo condujo al más allá. Discute situaciones personales que los distinguen. Por ahí, comparen el caso con Cristiano Ronaldo. Nunca será el mejor. Será un destacado, quizá el que más. Pero siempre bajo la esfera del técnico. Igual que en la portería. Por el día era De Gea. Por la noche fue Keylor. En el Real Madrid, reina el que está. Y ese ruido silencioso ha engordado más el orgullo del ‘tico’.

De Gea ha renovado con el Manchester United, aunque casi nada ha cambiado. David ha erradicado momentáneamente su extraño deseo de vestir de blanco. Confuso para un chico que ha crecido como atlético y que, sin embargo, transmite bien poco hacia la masa rojiblanca. Porque no se ha esforzado por sentirse uno del Manzanares, ni si quiera el rencor lo reconforta frente a determinados comportamientos con cierta dirección deportiva que lo maltrató. Nada le ha alimentando para su inconexa pasión atlética. Por gustos se ha mostrado del Elche. Y en esos colores se quedó, o eso dicen sus más cercanos. Por tanto, el oportunismo del Real Madrid lo arrancó sin miedo al futuro. La decisión de cambiar de aires era prioritaria y el pobre efecto de retenerse forzosamente al norte de Inglaterra no ha terminado de culminar de felicidad al portero. Aún así ha rubricado más tiempo. Estaba en el guión.

Keylor Navas se mostró duro en la negociación el pasado 31 de agosto. Muy duro. Sabía que era moneda de cambio. Lo aceptaba. Lo asumía. Pero también era consciente de que manejaba los tiempos. Por eso, sabedor de todo, trasladó a la entidad blanca sus condiciones, que antes había transmitido a los que buscaban su contratación. Con todo tan claro, ¿por qué no se aceleró el traspaso? Si los porteros lo tenían claro, ¿qué falló? Esa jornada, última del mercado estival, ¿dónde se encontraba el asesor deportivo del guardameta del Manchester United? ¿Peleaba la salida del portero en las oficinas de Old Trafford? La realidad es que el intermediario se hallaba en Mónaco con un asunto monetariamente prioritario. El equipo de los ‘red devils’ definitivamente había seleccionado al delantero para reemplazar a Van Persie. El jugador marcado era Martial, el joven atacante francés. Esa era la opción principal. Esa era la válvula que situaría a De Gea en el Real Madrid. Pero la secuencia falló. Los trámites no transitaron a la velocidad deseada porque primero era Martial y en segundo lugar, De Gea. Así que todo se emponzoñó. De tal manera que algún ejecutivo ejecutó demasiado tarde la acción.

La dificultad en la operación obligó al asesor deportivo a reinventarse. Ya contamosen esta tribuna a finales del pasado mes de julio que trató de convencer a la familia De Gea que lo mejor era firmar el idílico contrato económico que presentaba el Manchester United frente a la tibia inclinación blanca. No era sencillo inducir porque durante tanto tiempo el mismo personaje se inventó que el éxito sólo acababa en el Bernabéu. Tan confiado vivía que apostó por Martial antes que por su representado, pero era consciente de que aquella carta lo hacía flamenco frente a la dirigencia británica. En realidad, el último día de mercado Florentino Pérez no terminaba de verlo claro: Navas había parado un penalti, la grada gritaba el nombre del costarricense, el ejército propagandista blanco actuaba en consecuencia y las horas corrían a favor del centroamericano. Keylor se sentía fuerte y era capaz de exigir modificar las diferencias fiscales que lo acercaban a Inglaterra. Si el Real Madrid se sentía capaz de acelerar la operación, los ingleses, para fastidiar, admitían que su deseo era quedarse con De Gea. La jugada terminó con el jeto risueño de un Van Gaal que se felicitaba por extremar y ganar la disputa.


David de Gea ha renovado hasta junio de 2019 con el Manchester United. No quedaba otro reducto que firmar para poder jugar y no perderse más partidos con el objetivo de la Eurocopa de Francia en el horizonte. Todo resultaba sencillo. No se aceptaba la descomunal oferta, pero se admitía una salida: se ha pactado un precio para jugar en el Real Madrid. El deseo no ha cambiado pese al cabreo por el desmán. La obsesión de la familia del jugador por portar el escudo blanco ha cautivado a Florentino Pérez, quien lamenta el error del fallido galáctico, éste con pedigrí rojiblanco,circunstancia que se le complicaal presidente -Torres, Agüero, Forlán, Falcao-. El diario inglés ‘The Sun’ destapó la clave del asunto. De Gea sigue en la Premier porque no le queda más remedio, pero arranca dos cuestiones nada baladís en el nuevo contrato: no firma por seis años como pretendía la entidad inglesa, lo hace por cuatro; y se fija en 30 millones de libras la salida, precio asequible para un Real Madrid que llegó a ofrecer esa cantidad en euros. Con todo, las negociaciones aprisionaron al chico que se llegó a incomodar con la entidad blanca. Eso sí, el compromiso moral del presidente de aceptarlo en el futuro lo vincula incondicionalmente con el Real Madrid.

Florentino Pérez es consciente del buen rendimiento de Navas en este arranque de temporada, con portería a cero incluida. El entrenador del equipo se aproximó al jugador compartiendo mesa y mantel tras el rechazo que supuso su fallida venta. El compromiso de Benítez fue el de anunciarle que va a jugarlo todo: Liga y Champions, se entiende. Si el rendimiento es óptimo durante el curso las opciones de reintentar el fichaje de De Gea el próximo verano se verán disminuidas, aunque no desechadas. Lo seguro es que se han quedado dos espinas clavadas en toda esta historia. Una en la piel del portero español: sigue donde no quería. Y otra en la del dirigente del Real Madrid: el mejor sustituto de Casillas no viste de blanco. Al final del cuento los dos comerán perdices. Tiempo al tiempo.

Benítez es parco en elogios, los prefiere para sí mismo. En su concepción del ecosistema futbolero, la figura del entrenador debe sobrepasar al ego de los jugadores. Se trata de reconocer lo buenos que son, pero siempre bajo unas directrices tácticas que los conducen al éxito. Algo así ha decidido trasladar Gerrard en su biografía. Más allá de reconocer la dificultad de diálogo que suponía el idioma, lamenta que Rafa nunca se acercó con fluidez a su estrella. Tampoco a los demás del grupo. El técnico es el propietario de la idea. Y esa nunca se consensua. Ni siquiera para convencer al mejor. Gerrard no habla mal de quien lo condujo al más allá. Discute situaciones personales que los distinguen. Por ahí, comparen el caso con Cristiano Ronaldo. Nunca será el mejor. Será un destacado, quizá el que más. Pero siempre bajo la esfera del técnico. Igual que en la portería. Por el día era De Gea. Por la noche fue Keylor. En el Real Madrid, reina el que está. Y ese ruido silencioso ha engordado más el orgullo del ‘tico’.

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