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Zidane se acoge a la 'teoría Mourinho': de mudo a charlatán
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Antonio Sanz

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Zidane se acoge a la 'teoría Mourinho': de mudo a charlatán

El técnico del Real Madrid se ha dado cuenta de que el partido comienza a ganarse en la Sala de Prensa, de ahí su cambio y que quienes le veían en el Castilla no le reconozcan

Foto: Zinédine Zidane, durante una rueda de prensa como técnico del Real Madrid. (EFE)
Zinédine Zidane, durante una rueda de prensa como técnico del Real Madrid. (EFE)

“Tengo más emoción que cuando firmé como jugador”, advirtió Zidane el día de su presentación como entrenador del Real Madrid. Ni fue una bravata ni se trató de un canto al sol. Se ha demostrado que el sentimiento es verdadero y que verdaderamente está gozando en el banquillo en su primera experiencia dirigiendo grupos al más alto nivel. Y es que en las conferencias de Prensa se está cociendo a fuego lento un técnico que ha mostrado una metamorfosis esencial para este cargo, una mudanza de espíritu, una transformación de carácter, en definitiva, un cambio de rumbo en una personalidad que ha digerido las sombras externas para descubrirse como es. Dicen sus próximos que ahora estamos observando al verdadero Zizou, tal y como siempre le han visto los que más horas han convivido con él. Los focos ya no dan grima, ni las luces de las cámaras espantan al personaje. Siguiendo la teoría de Mourinho, Zidane se ha dado cuenta de que el partido comienza a ganarse en la Sala de Prensa.

Las comparecencias mediáticas están dando mucho que hablar en el Real Madrid. Cuentan que fue el propio Zidane quien terminó animando a Cristiano Ronaldo a pasear su leyenda en la previa de Roma. El portugués se siente injustamente señalado por unos pocos que han levantado la voz (o la pluma) para cuestionar un irregular rendimiento -más allá de su irreductible capacidad goleadora- lejos del Santiago Bernabéu. Esa mínima parte de la opinión pública y mediática ha salpicado por primera vez a quien tan mal digiere las críticas. Objeto de análisis, el portugués no está acostumbrado a ser figura controvertida. Con tono desafiante y algo crispado optó por pasar la enésima factura al menor ejército de críticos que osadamente detallábamos una etapa de casi ochenta días sin anotar fuera de su ecosistema. También aprovechó para desmontar la teoría de la felicidad que alumbra desde Barcelona. Esa armonía que acompaña al tridente no es básica para ganar. No se detuvo ahí: con escasa gallardía insinuó que el trío ha escogido a Suárez para que pelee con él por la bota de Oro. Horas después se vistió del segundo mejor jugador del mundo y clausuró la crítica.

Florentino, en el centro de la diana de Benítez

No fue la única rajada de la semana. Rafa Benítez llevaba tiempo afilando el lápiz. Quien lo ha querido escuchar ya conocía el pensamiento del ex entrenador: dolido, compungido, con dolor de conciencia por su comportamiento servil, con una carga de ofensa próxima al rencor. En el centro de su diana: Florentino Pérez. El hachazo, a la línea de flotación: la comparativa del Real Madrid con el FC Barcelona desde que el presidente ocupa el sillón donde sale claramente damnificado. Llegarán con cuenta gotas las señales del hombre que se ha traicionado a sí mismo solamente por mantenerse en un banquillo por el que tantas veces suspiró. Rafa pensó que el amor a unos colores estaba por encima de ajusticiar a una organización que encontró desnortada. Tarde, demasiado tarde, se percató de que ni tenía el respaldo de Florentino ni el seguimiento de los pesos pesados de la plantilla. Cuando quiso cambiar el rumbo ya calentaba Zidane.

Algunos de los escasos periodistas que acuden a Valdebebas a seguir la información del Castilla no dan crédito al cambio. El entonces entrenador francés del filial despachaba las ruedas de Prensa al toque de silencio, con un tono sombrío, pasando de puntillas, con ese perfil bajo que lo acompañaba desde los tiempos de futbolista. Hombre de escasas, pero de concisas palabras. Ese punto de lejanía con los medios de comunicación nunca permitió rascar en la personalidad de quien se convirtió en uno de los grandes del balompié. Pero en este nuevo reto, esa imagen tocaba trastocarla sin perder la esencia de su personalidad. No podía mantener el apagado tono lineal asesorado por sus más cercanos, Zizou decidió mostrarse bien diferente desde el minuto uno de su primera comparecencia. Y a fe que está consiguiendo ganarse a la opinión pública…y publicada. Sin ambages, Zidane se presenta afable y hasta campechano o charlatán, incluso atrevido en el mensaje: “Cristiano está de puta madre ¿Se puede decir?”. El discurso se viste de seguridad. Se contempla a un personaje cómodo, categórico, confiado y hasta didáctico. Cierto que aún no le han llegado las curvas, pero tampoco se encontró un paisaje idílico. De alguna manera, ha sabido conectar con la caseta y con la grada porque el territorio presidencial lo tenía más que conquistado.

Zizou fue apuntando los errores de Rafa

Zidane ha ido apuntando los deslices de Benítez en el Real Madrid, empezando por su mala gestión con la estrellas. Si algo tuvo claro desde el principio es que debía mimar a Cristiano más que a nadie. De esta manera se separó de la sumisión presidencial que implica un trato preferencial a Bale. Por eso, el portugués siempre será el mejor y no uno de los mejores, tal y como empezó Rafa para terminar encallando en el error. Con ese trato de distinción, y al hacerlo de manera reiterada siempre que la ocasión lo permite, ha logrado recuperar el alma de un futbolista que parecía dormido en la anterior etapa y que despertaba del letargo en los partidos de menor exigencia. Más allá del trato estelar a su mejor goleador, el resto del grupo admira la grandeza de quien ha ido aparcando las rencillas que habitaban en algunos de sus pupilos con el anterior régimen. Los Isco, James o Jesé van tomando cuerpo en la plantilla ante el discurso satisfactorio del entrenador. Esa sonrisa de Zizou es la que cabalga a buen trote entre las lagunas del juego, que especialmente fuera de casa no termina de enamorar. El triunfo en Roma otorga más vitalidad a un proyecto que arranca los partidos cuando Zidane se sienta en la sala de Prensa. Y lo hace con acierto y gracejo. Esto es novedad.

“Tengo más emoción que cuando firmé como jugador”, advirtió Zidane el día de su presentación como entrenador del Real Madrid. Ni fue una bravata ni se trató de un canto al sol. Se ha demostrado que el sentimiento es verdadero y que verdaderamente está gozando en el banquillo en su primera experiencia dirigiendo grupos al más alto nivel. Y es que en las conferencias de Prensa se está cociendo a fuego lento un técnico que ha mostrado una metamorfosis esencial para este cargo, una mudanza de espíritu, una transformación de carácter, en definitiva, un cambio de rumbo en una personalidad que ha digerido las sombras externas para descubrirse como es. Dicen sus próximos que ahora estamos observando al verdadero Zizou, tal y como siempre le han visto los que más horas han convivido con él. Los focos ya no dan grima, ni las luces de las cámaras espantan al personaje. Siguiendo la teoría de Mourinho, Zidane se ha dado cuenta de que el partido comienza a ganarse en la Sala de Prensa.

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