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El patriota Piqué
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Antonio Sanz

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El patriota Piqué

Es difícil calibrar en qué momento se rechazó la presencia de Piqué en la Selección. Se puede anotar como arranque determinados comportamientos públicos del chico en el Mundial de Brasil

Foto: Piqué marcó el gol de la victoria de España contra la República Checa. (EFE/EPA)
Piqué marcó el gol de la victoria de España contra la República Checa. (EFE/EPA)

A tres minutos de un ambiente distinto, es lo que apresa una victoria. España consiguió sumar los tres primeros puntos de la Eurocopa después de intentarlo mucho y de lograr que el portero checo se convirtiera en la figura del duelo. Se buscaron las fisuras del rival por tierra, por mar y por aire, pero solo al final respiró la Roja. Una acción de fútbol de toda la vida -mandar el balón al área (o a la olla, como se decía en los campos de tierra)-sirvió para que el envío preciso de Andrés Iniesta lo cabeceara Gerard Piqué desde el área chica. En ese momento, el villano pasó a ser héroe, el antiespañol se convertía en más patriota que el Cid Campeador, el ‘separatista’ fusionaba de nuevo, él solito, los territorios divididos. En definitiva, un gol sirve para que esta España cainita se una bajo la misma bandera. Aquellos que silbaban con furor -muchos mezclando el fútbol con la política-alaban el acierto. Ocurre que cuando se viste la misma camiseta, ya no restamos, sumamos. Entre pitos y flautas, Piqué ha templado gaitas. Bienvenido sea.

Es difícil calibrar en qué momento se rechazó la presencia de Piqué en la Selección. Se puede anotar como arranque determinados comportamientos públicos del chico durante el Mundial de Brasil. Aquella fotografía tomando el sol en el banquillo delató cierto pasotismo en el jugador. Le hizo daño. Después, las opiniones políticas sobre el derecho a decidir del pueblo catalán tampoco ayudaron. Aquella fotografía en la manifestación de la Diada acentuó el disgusto, básicamente porque la opinión pública no está acostumbrada a que los deportistas se pronuncien sobre sus ideas políticas. La creencia general se fundamenta en que todos deberían ser apolíticos, cuando algunos no lo son. Piqué está en su derecho de pronunciarse como crea oportuno. Sin embargo, muchos intransigentes no lo entendieron así. Pero la historia se acentuó cuando se mofó del madridismo en la celebración del triplete. Aquel recuerdo a Kevin Roldán y el “contigo empezó todo” nos trasladó alpasaje cervantino del 'Quijote' de “con la iglesia hemos dado, Sancho”. Situar en la picota al Real Madrid te puede convertir en enemigo público nacional.

Piqué no se esconde, nunca se ha escondido. Pueden gustar más o menos sus acciones o representaciones públicas, incluso alguien puede verse soliviantado. Pero él mantiene el discurso jovial que acompaña su vida: el de un tipo joven, modelo y empresario, casado con una cantante mundialmente popular, padre de familia, culé hasta las trancas y más que satisfecho de haberse conocido. Además, como casi todo ser humano, gana en la distancia corta. Así presumía en una entrevista en Onda Cero: “Sería amigo de ellos si pudiese ir a cenar con cada uno de los que me silban en el campo. Me los ganaría a todos”. Y tiene razón. Trazaría puentes como ha hecho con Sergio Ramos… y hasta podría ser colega de Arbeloa, su antagonista blanco. No olvidemos que hasta hace bien poco los dos compartían caseta y camiseta. En la rúbrica de la conversación periodística, dejaba una reflexión: “Al final, la gente tiene una imagen de ti que es muy difícil cambiar. Solo intento ser yo mismo”. Los pitos y las críticas le han convertido en mejor profesional, aunque sin desterrar las gamberradas o lo que él llama pasárselo bien.

Los tiempos del Periscope no han acabado. La explicación es que el futbolista, también empresario, alcanzó un acuerdo para explotarlo por otra vía. Por eso, el momento está al caer, pero cambiando de camiseta.Esta faceta empresarial es para Piqué un desahogo paralelo.Cuando algunos periodistas piensan que entra al trapo en las redes sociales, él hace negocio. Así promocionó las hamburguesas de alta calidad tras su entrada en el accionariado de una cárnica catalana especializada en la elaboración de este producto. Antes lo había hecho con los juegos 'online'. Así es Piqué, siempre un paso por delante y con la polémica por montera. Hasta el presidente del Gobierno en funciones lo felicitó públicamente. No pasa inadvertido.

La delgada línea roja ha colocado nuevamente al central barcelonés en la crestade la ola. Lejos quedan los tiempos en que estaba decidido a renunciar a jugar en la Selección. El disgusto por lo acontecido en Brasil pesaba en su mochila. María José Claramunt, la directora de la Roja, consiguió a través de un intermediario amigo de Piqué que este lo meditara. Ella, mientras tanto, solicitó a Del Bosque que le permitiera un periodo de reflexión. El seleccionador no solo no se opuso, sino que aguantó para recuperar a quien deportivamente no cuenta con relevo. El central se ausentó de la convocatoria de septiembre de 2015, ganando tiempo para la decisión definitiva. En su favor,no ha aparecido ningún sustituto que tire la puerta para ser titular. Ni siquiera se asoma nadie para ser suplente. Todo esto corre en beneficio de quien termina por considerar que sería un error bajarse del tren. El derecho a dudar queda solventado mientras transita por un tiempo de penitencia. Los pitos son una constante que el futbolista afronta con personalidad y valentía. No pierde un ápice de profesionalidad. Es más, le hacen reforzar su figura. Otro, probablemente,sehabría rendido. hastiado de la situación. Piqué, no. Piqué demostró que podía superar las duras. Solo aguardaba esperar al gesto que lo reconciliaría con el pueblo. Y no hizo uno, sino dos: el gol y el disfrute con su pequeño vestido con la Roja tras coronarse como héroe cambiando los pitos por las gaitas.

A tres minutos de un ambiente distinto, es lo que apresa una victoria. España consiguió sumar los tres primeros puntos de la Eurocopa después de intentarlo mucho y de lograr que el portero checo se convirtiera en la figura del duelo. Se buscaron las fisuras del rival por tierra, por mar y por aire, pero solo al final respiró la Roja. Una acción de fútbol de toda la vida -mandar el balón al área (o a la olla, como se decía en los campos de tierra)-sirvió para que el envío preciso de Andrés Iniesta lo cabeceara Gerard Piqué desde el área chica. En ese momento, el villano pasó a ser héroe, el antiespañol se convertía en más patriota que el Cid Campeador, el ‘separatista’ fusionaba de nuevo, él solito, los territorios divididos. En definitiva, un gol sirve para que esta España cainita se una bajo la misma bandera. Aquellos que silbaban con furor -muchos mezclando el fútbol con la política-alaban el acierto. Ocurre que cuando se viste la misma camiseta, ya no restamos, sumamos. Entre pitos y flautas, Piqué ha templado gaitas. Bienvenido sea.

Gerard Piqué Catalán