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Los desencuentros de Florentino y Zidane se llaman Pogba y Mbappé
Zidane acepta lo que la dirigencia le encomienda, pero se queda con un regusto amargo por no contar con dos compatriotas en quienes había puesto toda su confianza
No hace demasiados días, Zidane lo dejó claro. “No ha venido un delantero porque no ha podido ser”. Durante el verano pasado, la secuencia resultó parecida: “Es difícil mejorar una plantilla que ha sido campeona de Europa”, soltaba con una sonrisa en el rostro el entrenador del Real Madrid. Es curioso, pero los dos jugadores que más le apetecía entrenar se han detenido en el camino de la negociación. Ni Pogba ni ahora Mbappé han fructificado para vestirse de blanco, pese al interés de los protagonistas… y del técnico. Zidane, que acaba de confirmar públicamente su ampliación de contrato hasta 2020, se siente dichoso en el club. No podía ser de otra manera después de sus excelsos resultados deportivos. Además, así lo repite el galo, la relación es de confianza mutua y el documento solo un mero formalismo que no implica más allá de dejar escrito en un papel lo que hay. Y sí, la convivencia con Florentino Pérez gira en una buena órbita, aunque el técnico asuma que no siempre tiene lo que pide.
La filosofía de este Real Madrid es clara: chicos jóvenes, nacionales, con ansias de crecimiento, con el ánimo de sumar y la ventaja de la juventud para no precipitarse ni contar con prisas que puedan conducir al error. Así lo ve Florentino y así lo cuenta cada vez que tiene ocasión. Zidane acepta lo que la dirigencia le encomienda y, por eso, admite los planes de la entidad, pero se queda con un regusto amargo por no contar con dos compatriotas en quienes había puesto toda su confianza. Tanta como para comunicarse con los dos y solicitarles paciencia para que no perdieran el entusiasmo por ser jugadores blancos. Sin embargo, el mandamás observó las dos operaciones exclusivamente desde el prisma económico. Las dos eran excesivamente caras, circunstancia que provocó que el presidente las descartase. Ya le sucedió con Neymar, que antepuso el imperativo financiero al interés deportivo. Se ha repetido un año con Pogba y otro con Mbappé, para desilusión de Zidane.
De Pogba está prácticamente todo contado. Durante el verano de 2016, la Juventus puso un precio desorbitado al joven galo. Los italianos se embolsaron 105 millones de euros más cinco millones más si se cumplen los objetivos calificados de variables. Pese al interés en firmar por el Real Madrid, Florentino le dejó claro a Zidane que esas cifras, más el sueldo que debía consignar al centrocampista, estaban muy lejos de los planes económicos de Concha Espina. La esperanza del técnico se fraguaba en la explosión del chico en la Eurocopa que se celebraba en su país. Esto no sucedió y el dirigente optó por dejar pasar la oportunidad. Para Zidane, el mediocampista crecerá con el paso de las temporadas, además de avalar su poderío físico, su ordenamiento táctico y su inagotable trabajo en las dos áreas. Pero el ímpetu del dirigente se frenó en seco tras lo acontecido durante el torneo francés. El presidente desconfió del futbolista y de su gente más cercana, también de su asesor deportivo. Lo observa en paralelo como a Benzema: chicos que precisan demasiados mimos y que lejos del césped son incontrolables.
“Mbappé es muy bueno. Es un talento de 18 años y tiene personalidad, pero no es futbolista del Real Madrid”, hablaba este verano el técnico. La secuencia se repitió con el delantero que terminó recalando en las filas del París Saint-Germain. A lo mejor Zizou recordaba lo acontecido cuatro años antes cuando intentó que Kylian llegase siendo un crío a la disciplina merengue para formar parte del equipo filial. Entonces Wilfrid Mbappé frenó en seco las ganas de su hijo cuando conoció que la formación académica de Zidane lo conducía a acompañar a Ancelotti como segundo entrenador del club. Desde entonces, primavera de 2013, lleva el actual técnico blanco detrás del joven talento galo. Tras mantener varias reuniones para convencer al padre de que lo mejor para el crecimiento del chico era fichar por el Real Madrid, la decisión final fue marcharse a Mónaco, donde entró a formar parte de su cantera. El deseo de Kylian, que era vestirse de blanco, no terminó de fraguarse. Wilfrid sólo se fiaba de Zidane y por eso decidió descartar la opción de formarse en Valdebebas.
Zidane le recordó este verano este episodio de antaño a Florentino, pero el presidente volvió a oscurecer los deseos del entrenador. Por tanto, poco a nada ha sorprendido al técnico la evolución de su compatriota. ‘Le petit Robinho’, como lo apodaron en sus inicios en la prensa gala, apareció en la primera división francesa con solo 16 años rompiendo el récord de Henry en el Mónaco, convirtiéndose en el debutante más joven de su historia. Pero el dirigente no se dejó seducir por las buenas palabras que le llegaban desde Francia. Pérez no quiso asumir los 180 millones que solicitaban desde el Principado, como tampoco alborotar el vestuario con una ficha que podía romper varias barreras salariales del mismo. Pese al interés de Zidane, el jugador optó por volver a París con el consiguiente desencanto de quien rememoraba una segunda negativa en tan poco tiempo. Así las cosas, queda claro que pese a ser hombre de su máxima confianza, Florentino no concede todos los caprichos a quien dio la oportunidad siendo este un imberbe en el cargo. Zidane lo acepta y lo asume aunque, sin perder la sonrisa, piense que la plantilla habría ganado muchos enteros añadiendo a sus dos compatriotas.
No hace demasiados días, Zidane lo dejó claro. “No ha venido un delantero porque no ha podido ser”. Durante el verano pasado, la secuencia resultó parecida: “Es difícil mejorar una plantilla que ha sido campeona de Europa”, soltaba con una sonrisa en el rostro el entrenador del Real Madrid. Es curioso, pero los dos jugadores que más le apetecía entrenar se han detenido en el camino de la negociación. Ni Pogba ni ahora Mbappé han fructificado para vestirse de blanco, pese al interés de los protagonistas… y del técnico. Zidane, que acaba de confirmar públicamente su ampliación de contrato hasta 2020, se siente dichoso en el club. No podía ser de otra manera después de sus excelsos resultados deportivos. Además, así lo repite el galo, la relación es de confianza mutua y el documento solo un mero formalismo que no implica más allá de dejar escrito en un papel lo que hay. Y sí, la convivencia con Florentino Pérez gira en una buena órbita, aunque el técnico asuma que no siempre tiene lo que pide.