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Xavi, el talibán de Guardiola o la fábula del 'toque-toque'
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Antonio Sanz

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Xavi, el talibán de Guardiola o la fábula del 'toque-toque'

En una entrevista, Xavi planteó pegas a estilos contrarios al de Guardiola. Pep es su referente, no hay duda. Por ahí es por donde se abren las grietas de su discurso

Foto: Xavi y Guardiola en su época en el FC Barcelona. El primero compartió equipo con el segundo a principios de siglo y luego jugó a sus órdenes. (EFE)
Xavi y Guardiola en su época en el FC Barcelona. El primero compartió equipo con el segundo a principios de siglo y luego jugó a sus órdenes. (EFE)

Nadie discute que el FC Barcelona de Cruyff, después el de Rijkaard y más tarde el de Guardiola marcaron tendencia futbolística. Después, Luis Enrique enseñó a ganar de otra manera… que también sirvió. Unas declaraciones de Xavi Hernández al diario 'El País' han soliviantado a las capas sociales del mundo del fútbol. Una parte no entiende cómo alguien tan importante para la historia del deporte discrimina otras maneras de ganar; otra masa de acérrimos interpreta que buscar la excelencia es la mejor y única manera de mostrar que se ama al balompié con dosis de grandeza. Pero en el fondo, siempre quedará el mensaje de aquella rueda de prensa que se hizo viral y que se mantiene vigente hoy y siempre. El protagonista, Luis Aragonés. El lugar, la minúscula y ya desaparecida sala de medios de Majadahonda. La previa, un partido de Segunda del Atleti. El discurso: "El fútbol es ganar y ganar y ganar y ganar y volver a ganar. Y ganar y ganar y ganar y volver a ganar. ¿Hasta cuándo queréis que siga?”. Pues eso.

El primero que hizo ganar algo grande a Xavi fue Iñaki Sáez. Resultó en edad juvenil en un campeonato del mundo en Nigeria con otros ilustres que repitieron éxitos más adelante. Pero el mediocampista no terminaba de encajar en el Barça pese al empeño de Van Gaal. En sus primeros pasos en el profesionalismo se abría paso frente a Guardiola, Cocu, Celades o Zenden. La competencia de ese equipo era brutal, pero el chico sumó para levantar la que sería su primera Liga de tantas. Pero la seguridad que hoy muestra Xavi, hablando de su concepción del fútbol, queda lejos de algunos episodios que han transcendido en su etapa como futbolista de élite. Muchos de ellos son de la Roja, y con Aragonés al frente. No hay duda de que el entrenador madrileño apostaba ciegamente por él, algo que empezó a entender tarde Rijkaard. Ese Barça se empezaba a cimentar sobre Deco y Ronaldinho, pero con el atrevimiento de un joven que se encontraba con Edmilson o Van Bommel, cuando no aparecía Motta, para sortearlos como ‘enemigos’ incompatibles para su destreza.

Llegaría Guardiola, pero antes Xavi no terminó de pasarlo bien con Rijkaard, por lo que su autoestima se observaba reducida. Una grave lesión de rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha lo alejaba del Mundial de Alemania en 2006. Un entrenamiento estuvo cerca de estropear una relación idílica entre Luis y Xavi. Pero Aragonés lo esperó contra viento y marea, le dio confianza y lo elevó hacia donde después terminaría exprimiéndolo Pep. A ese torneo no se presentó como el mejor, pero creció y lideró desde el juego el cambio de estilo que había diseñado el técnico que terminó conduciendo a España a volver a ganar. Dos años después, en Neustift, en el Tirol austriaco, Xavi rumiaba el cambio producido durante el España-Italia de cuartos de final de la Eurocopa de 2008. El timonel quedó desconcertado con la sustitución. No la esperaba ni por asomo, se sentía intocable. A la hora de partido, él e Iniesta dejaban su sitio a Fàbregas y a Cazorla. El éxito en la tanda de penaltis lo condujo a dudar de su alineación en las semifinales. Se sentía desconcertado. El ruido de su incertidumbre se deslizó hasta la cocina del seleccionador. Luis no dudó: “¿Usted es tonto? ¡Cómo no va a jugar frente a Rusia!”.

El dueño del balón era el dueño del juego. Luis convirtió la retórica del “toque, toque, toque y encuentre espacios” en la seña de identidad del nuevo estilo. En aquella época Xavi aún no se había resistido al encanto de Guardiola. El equipo técnico metió en la cabeza de los internacionales que teníamos que llevar la iniciativa y plantear un fútbol sin complejos. La consigna en los entrenamientos era tocar y tocar y tocar y tocar. Mover el balón con velocidad obliga al adversario a correr y desgastarse. El míster lo repetía, los ayudantes lo repetían. La retórica era motivo de chanza entre los jugadores. Toque, toque, toque, toque... Incluso, se vacilaban en los pasillos del hotel. Santi Cazorla, el más chistoso, apuntaba a cualquier compañero con el que se cruzaba: “Toque, Xavi, toque”. Entraba al ascensor y soltaba el latiguillo. Pasaba por el vestíbulo y lo mismo. Caminaba por el pasillo de las habitaciones y sólo faltaba el balón. Pero el objetivo de Luis caló hondo entre todos. El estilo estaba presente. Nadie dudaba. Se buscaba la posesión, la velocidad de ejecución, la amplitud de campo y la llegada vertical al marco contrario. Estos aspectos del juego se mecanizaron. El equipo era una orquesta. Estaban todos los bajitos, y Senna. Que nadie se olvide de Senna.

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En la entrevista, Xavi planteó pegas a estilos contrarios al de Guardiola. Criticó a Luis Aragonés por dar un paso atrás con el marcador a favor; a Mourinho por no querer jugar al fútbol; a Luis Enrique por invitar al rival para salir al contragolpe; a Simeone, por proponer la antítesis de su gusto. La teoría que defiende es la siguiente: “Donde me siento más a gusto es en campo contrario teniendo el balón y yendo al ataque. Ahora el único equipo del mundo que intenta dominar el partido, sea cual sea el marcador, es el City”. Xavi confirma que únicamente el estilo de Guardiola es válido para el disfrute del espectador en el que él se ha convertido tras perder protagonismo participando en un futbol de rango amistoso.

Pep es su referente, no hay duda. Por ahí es por donde se abren las grietas de su discurso. No es sencillo administrar únicamente a la primera clase. El fútbol admite otras comprensiones. Pero tampoco es bueno despreciar a quien habla sin tapujos de ideales y de maneras de sentir. En el fútbol caben todos los estilos, y está más que demostrado. Por eso, como apuntó Luis Enrique cuando se hizo cargo del Barça: “Xavi, si no te pongo, no me toques las pelotas”. Pues eso, querido Xavi, lo que sí ha demostrado la pelota es que pervive sin dueño único… aunque no te guste.

Nadie discute que el FC Barcelona de Cruyff, después el de Rijkaard y más tarde el de Guardiola marcaron tendencia futbolística. Después, Luis Enrique enseñó a ganar de otra manera… que también sirvió. Unas declaraciones de Xavi Hernández al diario 'El País' han soliviantado a las capas sociales del mundo del fútbol. Una parte no entiende cómo alguien tan importante para la historia del deporte discrimina otras maneras de ganar; otra masa de acérrimos interpreta que buscar la excelencia es la mejor y única manera de mostrar que se ama al balompié con dosis de grandeza. Pero en el fondo, siempre quedará el mensaje de aquella rueda de prensa que se hizo viral y que se mantiene vigente hoy y siempre. El protagonista, Luis Aragonés. El lugar, la minúscula y ya desaparecida sala de medios de Majadahonda. La previa, un partido de Segunda del Atleti. El discurso: "El fútbol es ganar y ganar y ganar y ganar y volver a ganar. Y ganar y ganar y ganar y volver a ganar. ¿Hasta cuándo queréis que siga?”. Pues eso.

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