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La sequía de Diego Costa, cuestión de Estado en el Atlético de Madrid
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Antonio Sanz

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La sequía de Diego Costa, cuestión de Estado en el Atlético de Madrid

Al Atlético de Madrid le salió perfecta la jornada de la semana, pero hay cierta preocupación por el estado de Diego Costa, querido en todo el club y especialmente mimado por Simeone

Foto: Diego Costa, esta temporada. (Reuters)
Diego Costa, esta temporada. (Reuters)

No pudo ser más perfecta la noche para el Atleti. La manera en que el sonrojo apareció en los rostros de azulgranas y madridistas engrandece la moral de la tropa de Simeone, alicaída antes del parón con la derrota en Vigo y alimentada a la vuelta con el traspié frente al Eibar. Pero las dos victorias rojiblancas consecutivas nos presentan un derbi caliente en el Bernabéu, donde la afición blanca se pregunta si Lopetegui mantendrá la senda irregular mostrada por Zidane. Porque su equipo pasa de ganar y agradar ante la Roma o vencer y sufrir frente al Espanyol a perder y desesperarse en Sevilla.

Con estas directrices se presenta un clásico madrileño abierto, con aires de venganza merengue por lo sucedido a principio de curso en Estonia y con vientos de agravio colchoneros para seguir peleando por la hegemonía de la ciudad. Y si Lopetegui propone como soluciones a sus rotaciones para meter a todos en cintura, Simeone mastica su desconcierto con el rendimiento zigzagueante de una de sus estrellas. Parece que Diego Costa no hinca el diente a mandíbula batiente a esta nueva etapa en el Atleti… aunque solo hace poco más de cuarenta días que le coló dos goles al Real Madrid con un título en juego.

Foto: Thomas Lemar celebra un gol en el partido contra el Getafe. (Efe)

El pasado 25 de febrero se consigna como el último gol en Liga celebrado por Diego Costa. Después de aquel tanto en Nervión que supuso una clara victoria por 2-5, los caprichos del fútbol han situado al hispano-brasileño en una extraña corriente que traslada unos gélidos números que enfriarían a cualquiera: quince partidos sin anotar o diecinueve jornadas sin hacerlo (en cuatro de ellas estaba lesionado y no pudo jugar), igualando su peor racha. Pero sería injusto olvidar del curso pasado los dos goles que anotó en la Europa League después de aquel de Sevilla, uno de ellos fundamental que provocó la victoria ante el Arsenal y la clasificación para la final de Lyon. Las conclusiones numéricas afirman que en cinco meses, tras seis sin poder participar por la sanción del Atleti disputó veintitrés partidos y marcó siete goles. En esta campaña 18/19, acumula tres tantos en ocho encuentros, pero cero de seis en la competición liguera.

Nadie, ni en la grada, ni en el vestuario, ni siquiera en las oficinas del viejo Calderón, discute la rentabilidad de Diego Costa. La afición agradece que nunca olvidara al Atleti y que siempre deseara volver. Los compañeros aplauden la entrega y la solidaridad que demuestra sobre el césped. Lo mejor que dicen de él es que no se esconde nunca, que es el primero en el esfuerzo. El entrenador vive enamorado de su figura. Se ve un poco dibujado en él con la retrospectiva del tiempo de cuando el argentino era jugador: no manejaba el balón como un erudito pero nadie le ganaba en sacrificio. Y en el ático apelan a que engancha con algunos valores del escudo. Todos son de Costa. Pero el que más es Simeone, quien se encarga de mimar y proteger a su estrella. No es el entrenador argentino un técnico que dialogue mucho con sus jugadores, pero con dos de ellos mantiene un trato especial: los dos delanteros. Si con Griezmann empleó todas las dotes de seducción de que fue capaz para convencerlo para que continuara, a Costa se lo llevó a cenar cuando era jugador de otro club para construir el camino del retorno.

placeholder Julen Lopetegui, en Sevilla. (EFE)
Julen Lopetegui, en Sevilla. (EFE)

La felicidad de Diego Costa

Costa se arrepintió de fichar por el Chelsea antes incluso de vestirse de ‘blue’. Cuentan que llegó a inquirir a su asesor deportivo si existía alguna posibilidad de romper el compromiso ya firmado con los londinenses. Diego era feliz en Madrid y en el Atleti, pero su progresión deportiva lo trasladaba a otros destinos para engordar su cuenta corriente. Pero lo firmado no se pudo romper y Costa viajó a Londres sin olvidarse de que algún día desandaría ese camino. Tres años tardó en hacerlo, aunque sólo pasaron seis meses desde que se reincorporó para que su asesor deportivo solicitara un aumento de sueldo.

La excusa que empleó fue una considerable oferta del mercado futbolístico de China, que siempre ha tentado al delantero. Si bien, en el fondo de la cuestión estaba el mareante contrato que Griezmann había firmado para seguir en el Atleti. Si las finanzas rojiblancas eran capaces de retener al francés, también debía repartirse algo más para quien demostró tanto cariño por el Atleti renunciando a seguir en la Premier League. Pero la propiedad mantiene un difícil enroque en este asunto, aplazando el problema para el futuro.

Foto: Julen Lopetegui da instrucciones a los jugadores del Real Madrid en una pausa de hidratación. (EFE)

Las tareas de Lopetegui

De presente vive Lopetegui, el mismo que confiaba ciegamente en el ‘9’ rojiblanco cuando coincidieron en la Roja. Ahora Julen trabaja con otras inquietudes, como son las de mantener contentos a todos los miembros de la plantilla. Desde el poder deslizan que las rotaciones, Julen las llama soluciones, son su gran caballo de batalla y que no está sabiendo manejarlas como debe. Sin embargo, el técnico no se amilana cuando escucha que Marcelo, Kroos o Bale no deben ser carne de banquillo en el Bernabéu, pese a que a algunos de los miembros del vestuario, el técnico les recuerda a determinados comportamientos vividos en la etapa de Rafa Benítez.

Pero Lopetegui, para ganar con su discurso, apela al rendimiento en el Sánchez Pizjuán, rendidos con los once mejores. El entrenador es consciente de que el curso es extremadamente largo y que todos necesitan un descanso en partidos que no son especialmente exigentes. Ya se sabe que los jugadores no quieren banquillo, pero el técnico se significa con que lo de la portería sirve para todos y que disponer de tantos buenos no genera problemas más bien aporta más soluciones. Sin embargo, solo los resultados le darán o le quitaran la razón con su quimérica ecuación.

No pudo ser más perfecta la noche para el Atleti. La manera en que el sonrojo apareció en los rostros de azulgranas y madridistas engrandece la moral de la tropa de Simeone, alicaída antes del parón con la derrota en Vigo y alimentada a la vuelta con el traspié frente al Eibar. Pero las dos victorias rojiblancas consecutivas nos presentan un derbi caliente en el Bernabéu, donde la afición blanca se pregunta si Lopetegui mantendrá la senda irregular mostrada por Zidane. Porque su equipo pasa de ganar y agradar ante la Roma o vencer y sufrir frente al Espanyol a perder y desesperarse en Sevilla.

Diego Costa