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La jerarquía de Simeone que descoloca a Marcos Llorente
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Antonio Sanz

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La jerarquía de Simeone que descoloca a Marcos Llorente

El segundo fichaje estrella del Atlético esta temporada tras Jao Félix calienta banquillo. Simeone sigue apostando en el centro del campo por la 'vieja' guardia. Thomas le ha ganado terreno

Foto: Marcos Llorente, durante un partido de la pretemporada en Estados Unidos. (EFE)
Marcos Llorente, durante un partido de la pretemporada en Estados Unidos. (EFE)

No es casualidad que el Atlético de Simeone siga ganando por 1-0 o 0-1. Este código binario se ha repetido en casi 60 partidos desde que accedió al banquillo rojiblanco. Nos encontramos ante casi un 20% de encuentros ganados con el mismo marcador. Al final, son tres puntos igual que con otro tanteo, pero a una parte considerable de la afición rojiblanca le gustaría ganar… jugando con algo menos de siderurgia. Sin embargo, tocan en hueso. El entrenador argentino, probablemente el mejor técnico de la centenaria historia atlética, no va a renunciar a sus principios. Ni a los del estilo, ni a los de su manera de entender y manejar al grupo (y a los medios de comunicación). Entre los conceptos más utilizados en sus relatos en las conferencias de prensa y/o entrevistas casi siempre aparece la palabra jerarquía, la misma que tiene descolocado al segundo fichaje estrella del año: el exmadridista Marcos Llorente.

Mientras que el debate futbolístico sigue discutiendo la posición en el campo de Joao Félix, parece olvidado un centrocampista por el que el Atleti terminará abonando 40 millones de euros si se ejecutan objetivos de más que probable cumplimiento. No es la estrella mundial que se presume será el joven portugués, pero la marcha de Rodrigo, confundido por el estilo de juego, al Manchester City provocó que una vieja aspiración de la dirigencia tomara cuerpo. Un par de mercados se acumulaban ya con el seguimiento a Llorente. Los informes que recibía la propiedad de la dirección deportiva acentuaban el gusto del dueño, al que siempre le interesó el fútbol del mediocentro madrileño. La consigna era clara: no se le firmaría hasta que se hiciera hueco, más si cabe con la llegada, hoy todavía anónima, del mexicano Héctor Herrera, otro olvidado por el entrenador.

placeholder Simeone da instrucciones durante el encuentro de liga ante el Leganés. (EFE)
Simeone da instrucciones durante el encuentro de liga ante el Leganés. (EFE)

El año ha comenzado y Marcos Llorente acumula 44 minutos de juego de los 180 disputados. Su presencia en el equipo se limita a 24 más 20 minutos frente a dos rivales ante los que se podía presumir que su presencia debía ser básica. Pero la jerarquía, ¡ay la jerarquía!, ha colocado a Thomas por delante del exjugador del Real Madrid. No existe para Simeone otra causa más allá que la del pasado. Es una norma básica que receta que cualquier recién aterrizado que penetra en el camerino debe ganarse con juego, esfuerzo, disciplina y paciencia su presencia en el once titular. No siempre es así, no es una regla fija porque obviamente se producen las excepciones que considera el entrenador. Pero curso a curso se repiten con el consiguiente punto de sorpresa para algunos fichajes que deben aguardar espacio y tiempo hasta que convencen al intocable técnico argentino. Algunos no rinden como él imaginaba y terminan haciendo las maletas.

Llorente no es el único que por jerarquía se queda fuera del once. En la parte central de la zaga, Felipe y Mario Hermoso esperan a que Savic o Giménez patinen para asaltar la titularidad. En los laterales, Trippier, porque Arias se incorporó tarde por la Copa América y la temporada pasada no se lo ganó, y Lodi, sin contrincante para el puesto, se han armado para obtener el puesto. Precisamente en la defensa es donde Simeone constató la mayor pérdida de jerarquía entre una plantilla y otra. Se marcharon tres futbolísticas esenciales por veteranía y por escala subordinante —Godín, Juanfran y Filipe Luis—, circunstancia que provocó el salto ordenado a la titularidad de los zagueros centrales que ya conformaban el grupo en detrimento de los nuevos. Algo parecido le ha ocurrido a Herrera, que se ha topado con Koke y Saúl y sin estrenarse.

Cualquier recién aterrizado que penetra en el camerino debe ganarse con juego, esfuerzo, disciplina y paciencia su presencia en el once

Relegado al banquillo

Sin embargo, de todos, el caso de Llorente es el más especial por la particularidad del caso y por ser el segundo fichaje más caro del año. Además, no es habitual que un futbolista abandone el primer equipo del Real Madrid para adentrarse en la entidad vecina de manera directa. Sí es más habitual aquellos que jugaron de blanco y pasaron por otro club antes de vestirse de rojiblanco como García Calvo, Juanfran, Adán o Morata. De pase directo, escasos jugadores por década: Lazcano y Gaspar Rubio en los años 30; Losada, Schuster y Esnaider en los 90; Jurado o Reyes en los primeros años del nuevo siglo; y ahora Llorente. Marcos, de pedigrí blanco por ambos lados de su árbol genealógico, repite la secuencia de su abuelo materno Grosso —quien jugó unos meses en el Atleti— y realiza la inversa de su padre Paco, que tras jugar de rojiblanco firmó por el Real Madrid. El mediocentro queda descolocado tras verse relegado a la suplencia en los dos primeros partidos del campeonato por motivos sospechosos, cuando el titular Thomas se incorporó tarde la pretemporada por las vacaciones tras participar en la Copa de África. Para el técnico, Llorente aún debe demostrar más nivel de competición frente aquellos que agolpan partidos y meses bajo sus órdenes.

Marcos Llorente apostó fuerte por el Atleti. Decidió darle un nuevo rumbo a su trayectoria deportiva tras comprender que con Zidane en el banquillo sus opciones de juego en el Madrid eran escasas. La salida de Rodrigo provocó que la propiedad rojiblanca se lanzara con determinación a por él. LaLiga la ha comenzado de suplente tras una pretemporada donde demostró sus excelentes condiciones físicas. Es de esperar que con el progreso del curso su protagonismo aumente al tiempo que necesitará crecer en jerarquía para ser indispensable para el entrenador. Simeone lo ha explicado genéricamente en manifestaciones previas al inicio de la temporada: "Llevamos un tiempo trabajando con gente que hace años está inmersa con el equipo y obviamente los que se han quedado son los que tendrán, en consecuencia, que ayudar a los nuevos a mostrar cuál es el camino… como se hizo con ellos". La jerarquía.

No es casualidad que el Atlético de Simeone siga ganando por 1-0 o 0-1. Este código binario se ha repetido en casi 60 partidos desde que accedió al banquillo rojiblanco. Nos encontramos ante casi un 20% de encuentros ganados con el mismo marcador. Al final, son tres puntos igual que con otro tanteo, pero a una parte considerable de la afición rojiblanca le gustaría ganar… jugando con algo menos de siderurgia. Sin embargo, tocan en hueso. El entrenador argentino, probablemente el mejor técnico de la centenaria historia atlética, no va a renunciar a sus principios. Ni a los del estilo, ni a los de su manera de entender y manejar al grupo (y a los medios de comunicación). Entre los conceptos más utilizados en sus relatos en las conferencias de prensa y/o entrevistas casi siempre aparece la palabra jerarquía, la misma que tiene descolocado al segundo fichaje estrella del año: el exmadridista Marcos Llorente.

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