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Mosley apretó demasiado al Tigre en sus partes
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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Mosley apretó demasiado al Tigre en sus partes

Mosley le tocó tanto sus partes al Tigre que, al final, el Tigre se ha cabreado. El cisma de la Fórmula 1 no se decidió ayer.

Mosley le tocó tanto sus partes al Tigre que, al final, el Tigre se ha cabreado. El cisma de la Fórmula 1 no se decidió ayer. Anoche solo tuvo lugar el primer acto de la estrategia definida el pasado viernes, y no precisamente en el seno de la FOTA, sino de ACEA, (Asociación de Fabricantes Europeos de Automóviles). Es decir,  los jefes que firman los cheques. Y dicha estrategia está muy clara: hay que acabar con Mosley y con el bolsillo de Bernie Ecclestone.

Nunca en la historia de la Fórmula 1 se vio intervención tan contundente de la industria del automóvil en el mundo del deporte y contra la institución que rige sus destinos. No olvidemos quiénes forma ACEA: BMW, DAF Trucks, Daimler, FIAT, Ford Europa, General Motors Europa, Jaguar Land Rover, MAN, Porsche, PSA Peugeot Citroën, Renault, Scania, Toyota Motor Europe, Volkswagen y Volvo. ¿Y quien es el presidente de ACEA?. Carlos Ghosn, presidente de Renault.

Y esta fue su bomba en el comunicado del pasado día 12: "ACEA ha llegado a la conclusión de que la FIA necesita un gobierno moderno y un proceso de gobierno transparente, incluyendo la revisión de su constitución, que asegure que se refleja la voz de sus miembros. ACEA declara que apoya las actividades y objetivos de los equipos de Fórmula 1 que son comunes a todos los participantes para reducir costos, incluyendo una distribución adecuada de los ingresos para los equipos… Hasta que estos objetivos no se cumplan BMW, Ferrari, Mercedes, Renault y Toyota, junto con otros equipos están determinados a encontrar un camino alternativo para lograrlo”. Más claro, agua. Y todos los movimientos que se están produciendo estos días se basan en esta declaración.

Como en la Revolución Francesa

El nuevo reglamento de la FIA era tan solo una excusa para reducir las demandas económicas –que no vienen de ahora- de los equipos y fabricantes presentes en la Fórmula 1. Ecclestone lo dijo este invierno: “Si los equipos gastan menos dinero, yo tendré que darles menos dinero”.  Y para eso Mosley le diseñó un reglamento a la medida, con un límite presupuestario para los participantes. Pues no, señor Ecclestone, va a ser que no. Usted, y quien le hace el trabajo sucio nunca imaginó que los equipos llegarían a tanto. Tensaron tanto la cuerda que, al final, se rompió.

Mosley pensó que la crisis sería una buena razón para que los fabricantes llamaran a capítulo a sus chicos de las carreras, tan gastones ellos. Pensó que al final serían los “Board” de Renault, BMW, Mercedes, Renault y Toyota quienes se pondrían de su parte y cortarían las alas a sus “derrochones” equipos. Pero le salió el tiro por la culata. Hartos de una gestión dictatorial, errática y enormemente costosa de la Fórmula 1 (solo hay que ver el ejemplo de la presente temporada), los fabricantes han optado por el levantamiento armado y la ruptura del actual “status quo”. Como  cuando en la Revolución francesa el pueblo se hartó de la bota que le oprimía el cuello y entró en juego la guillotina, es ahora el cuello de quien rige la Fórmula 1 desde el punto de vista legal y económico el que está en peligro.

Se abre un abismo ante todos

Desde la ayer, la existencia de un único campeonato solo pasará por la desaparición de Mosley y  la rendición de Ecclestone desde el punto de vista económico. Porque dos certámenes en paralelo es un auténtico suicido para todos. Pregunten en Estados Unidos, cuando el propietario de las 500 Millas de Indianápolis decidió que su carrera era más importante que el campeonato en el que estaba incluido, el Champ Car. Se separó y creó otro paralelo, el IRL. Fue un fracaso. Doce años después, están de nuevo juntos, pero toda la audiencia americana se marchó a la Nascar.

Pero, sobre todo, son tantos los frentes abiertos con esta decisión, que resulta imposible analizarlos en estas líneas. A bote pronto, algunos son de vértigo para sus responsables. Por ejemplo, ¿cuánto valen desde hoy los derechos de la Fórmula 1 en manos de CVC Capital Partners, el fondo que los adquirió, y que paga dos millones de libras semanales en conceptos de intereses por el capital prestado para ello?.

Ni pensar el escalofrío que debe estar recorriendo a sus responsables. ¿Qué va a pasar con los contratos televisivos de decenas de cadenas que perderán el interés por un certamen, la Fórmula 1 de la FIA, sin sus protagonistas de toda la vida? ¿Cuántos frentes legales se van a abrir desde este momento en infinidad de parcelas, y que podrán paralizar muchas iniciativas? ¿Qué harán cadenas como la RAI o laSexta, que supuestamente seguirán allá donde vayan Ferrari o Fernando Alonso? ¿Qué pasará con sus compromisos ya firmados?. Ya amenazó la semana pasada Ecclestone con una verdadera ‘tormenta legal perfecta’: “si intentan crear su propio campeonato –y creo que no serán capaces de hacerlo- van a tener enormes problemas por delante… Si alguien acude a quienes tienen contratos con nosotros, compañías, empresas, televisiones, nos enfrentaremos a ellos muy seriamente”.

Esta es la clave

La decisión ayer de la FOTA tiene un propósito claro, al margen de que la voluntad de un nuevo campeonato llegue a buen puerto: demostrar que el peso específico de la Fórmula 1 está en manos de sus protagonistas, los equipos y fabricantes. Lo dijo claramente Carlos Ghosn el pasado día 11: “Nosotros somos los que hacemos el show, los que traemos la tecnología, los motores, pagamos a los pilotos. Y si hacemos el show, los ingresos de la Fórmula 1 deben venir a nosotros”. Y terminó con el verdadero fondo de la cuestión: “Hoy, tenemos que pagar por estar en la Fórmula 1. Esto no es normal”. Y esta fue su bomba final: “Los intermediarios ya han hecho suficiente dinero con esto. La Fórmula 1 debe volver a nosotros”. Todo lo que ocurra a partir de ahora, leánlo en la clave de esta frase. Está claro que Mosley y Ecclestone se han pasado con el Tigre.

Mosley le tocó tanto sus partes al Tigre que, al final, el Tigre se ha cabreado. El cisma de la Fórmula 1 no se decidió ayer. Anoche solo tuvo lugar el primer acto de la estrategia definida el pasado viernes, y no precisamente en el seno de la FOTA, sino de ACEA, (Asociación de Fabricantes Europeos de Automóviles). Es decir,  los jefes que firman los cheques. Y dicha estrategia está muy clara: hay que acabar con Mosley y con el bolsillo de Bernie Ecclestone.

Bernie Ecclestone Fórmula 1